Autismo y trabajo. Experiencias del mundo laboral
Cuando terminó la secundaria, su papá le enseñó a leer los clasificados del diario del domingo, marcar los trabajos que le parecieran atractivos y hacer una ruta para ir, el lunes, lugar por lugar. Sistematizar y secuenciar el procedimiento lo ayudaba. Pero nunca le resultó fácil acceder a un empleo y todos los que tuvo fueron precarios. Las entrevistas no eran nada fáciles.
"Esta vez fue todo diferente –dice Alejandro David Lago (32), líder del equipo de Business Intelligence de J.P Morgan, donde trabaja hace 16 meses-. Desde la entrevista inicial, donde me sentí escuchado y no juzgado si no miraba a los ojos, o no respondía perfectamente, o no estaba bien arreglado. Hay muchas reglas sociales de las que no me doy cuenta; a veces soy muy directo para comunicarme".
Alejandro, que terminó la carrera de psicología ("me falta la tesis", aclara), recibió su diagnóstico de adulto, pero cuenta que siempre se sintió extrañamente diferente. El hecho de estar trabajando, dice, le cambió la vida. "La seguridad que me da este trabajo es inmensa. Tanto que estoy pensando en ir a vivir solo, cerca de la oficina", comenta.
El Trastorno de Espectro Autista (TEA) se presenta en 1 de cada 59 chicos y adultos y se caracteriza por alteraciones del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje y un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo. En nuestro país tienen la condición alrededor de 700.000 personas. Según la Organización Mundial de la Salud, "el nivel intelectual varía y puede ir desde un deterioro profundo hasta aptitudes cognitivas altas". Se presenta en la infancia y se mantiene en la vida adulta. Y hoy, 2 de abril, es mundialmente el día dedicado a la concientización sobre el autismo.
Además de las dificultades de los chicos, madres y padres están preocupados por el futuro. El aspecto laboral es una de las principales inquietudes: el 80% queda fuera del mercado de trabajo. Fue a instancias del papá de un niño autista en Finlandia que en 2013 comenzó el programa "Autismo en el Trabajo" en las oficinas finlandesas de SAP. Tres años después, la iniciativa se replicó en la Argentina, liderada por Alejandro Masip, director de Proyectos Financieros Locales de SAP.
"Soy papá de un chico autista de 12 años y este es un sueño hecho realidad –explica Masip, quien coordina su propia labor voluntaria y la de 40 personas más-. Es una manera de convocar empresas, Estado y sociedad a observar cuánto pueden aportar las personas con TEA. Tenemos un socio global, Specialisterne, y otro local, la Asociación Argentina de Padres de Autistas (APAdeA), que nos asesoran. Desde 2016 tuvimos 20 empleados y ahora trabajan catorce".
Masip enfatiza que el autismo no es una enfermedad y ya no se lo considera un "trastorno" sino una "condición", porque trastorno apunta hacia lo negativo. "Para las personas con TEA la típica entrevista laboral es muy difícil –explica-. El entrevistador se fija en habilidades ‘blandas’ como el saludo, la etiqueta, la forma de dirigirse a la otra persona, que el autista no suele regular bien. Ideamos un curso de capacitación donde se aprenden estas habilidades sociales junto con otras herramientas para quien nunca tuvo un trabajo y al cabo del curso deben resolver un problema complejo".
Uno de los empleados de SAP con TEA les dio una muy buena noticia: es Nicolás Neumann, de 22 años, que ingresó en 2016 y creó un sistema que reduce el tiempo de procesamiento de facturas complejas de 2 días a 20 minutos. Eso le valió el premio más importante de la empresa en el nivel global –el Hasso Plattner Founders’ Award-, que por primera vez fue recibido por una sola persona en lugar de un equipo.
"Mi sueño es desarrollar una carrera en el ámbito del software y visitar el mundo, y este es un impulso importante para hacerlo", dice Nicolás, quien diseñó el sistema premiado trabajando de noche, fuera de su horario habitual, para automatizar el procesamiento de facturas complejas y simplificar el trabajo manual.
José Luis Paukner tiene TEA y es Tester de Software en Accenture. "Dar con este trabajo ha sido fabuloso -asegura-. Es gente que se tomó el tiempo para entender qué cosas hay que ajustar y qué es lo que alguien puede brindar. En mi caso, soy bastante lógico, me gustan las cosas concretas, reconozco fácilmente patrones y aprecio que quien me entrevistó me haya colocado en un lugar donde mi manera de ser se ajusta al trabajo".
Desde hace 12 años, Accenture lleva adelante el Programa Sin Barreras para emplear personas con discapacidad. Hace 2 años la compañía comenzó a capacitarse con el Programa Argentino para Niños, Adolescentes y Adultos con Condiciones del Espectro Autista (Panaacea) y desde entonces ha contratado a 4 empleados con TEA.
"Es fundamental entrenar al equipo que los recibe –dice Andrea Durruty, Sponsor y Directora Ejecutiva del Programa Sin Barreras-. Lo peor es no saber cómo tratar a alguien, por eso nos ocupamos de aprender y educar. Por ejemplo, a las personas con TEA puede molestarles, el ruido entonces vamos a ubicarlos para que eso no los incomode."
También en 2018 DirectTV puso en marcha su metodología para seguir el programa de SAP junto con la ayuda del Instituto Gironzi, especializado en apoyo a jóvenes y adultos del espectro. En 2019 capacitaron a 5 postulantes, de los que 2 trabajan en la compañía.
Santiago Brítez (24) es uno de ellos. "Conocí el Programa a través de mi psicóloga, que me sugirió postularme. Soy analista asisto en procesos de las work orders a varios clientes –explica-. Estoy cómodo, es un ambiente amigable, tuve un cambio total de rutina diaria. Creo que hay que ser perseverante, paciente y hacer lo que a uno le gusta. Hay una frase simple que muestra la idea clara: ‘Haz lo que amas.’"
En la financiera J.P Morgan Argentina trabajan 11 personas con TEA desde fines de 2018. Como en las otras compañías, cada empleado tiene un compañero en su equipo y además un mentor, con quien sostiene reuniones semanales y en este caso también un partner social para ampliar su red de contactos dentro de la empresa.
Natalia, de 30 años, es acompañante terapéutica y estudia ciencias económicas. "Soy analista y realizo tareas operativas -dice-. Me siento muy bien, muy valorada. Este trabajo cambió mi vida". La joven trabajaba hacía 11 años, pero siempre sola. "Toda mi vida tuve dificultades para relacionarme con pares, no con personas más grandes. Recién recibí mi diagnóstico formal a los 24 años."
Como Alejandro, que tiene TEA y también está en J.P Morgan, Natalia recomienda no ponerse frenos. "Se pueden sorprender del potencial que tenían y no expresaban por falta del contexto adecuado", dice.
"Yo recomiendo psicoeducación -opina Alejandro Lago-. Veo muchos padres estresados y angustiados porque su hijo no es como los demás. Estamos en un momento en que perfiles como el autismo se reconocen como una expresión más de la condición humana: cada vez habrá más aceptación".