Emiliano Kargieman: “Quienes tuvimos el privilegio de estar formados tenemos la responsabilidad moral de generar riqueza”
Emiliano Kariegman, fundador de Satellogic, opinó sobre el desarrollo del sector de los satélites en la Argentina, el talento y la “responsabilidad moral” de generar riqueza
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“Estamos en una situación extremadamente compleja”. Así describe la realidad Emiliano Kargieman. La dificultad, sin embargo, nunca fue un problema para el empresario argentino, acostumbrado a desafiar el imposible con sus emprendimientos, entre los que está Satellogic, una de las compañías nacionales que apuntan a consagrarse unicornio y que, enfocada en el desarrollo tecnológico espacial, se convirtió en una firma pública en enero de este año.
La empresa trabaja en el rubro de satélites y tiene convenios con la NASA y SpaceX, de Elon Musk. Pese a su boom de éxito en los últimos años, Kariegman apuntó en el evento “Economía del Conocimiento: El talento, clave para lograr un crecimiento sustentable de la Argentina”, organizado por LA NACION, a que no fue un trayecto fácil ni rápido, al ser consultado por el talento necesario para llevar adelante un proyecto como el de él. “Parece que pasó en una noche pero requirió años. Trabajamos con mucho esfuerzo para hacer realidad esta visión”, dijo.
Satellogic forma parte del sector bautizado “economía del conocimiento”. Sin embargo, la visión de su fundador sobre este concepto es amplio. “Toda la economía es del conocimiento. Tenemos que generar valor”, añadió, en diálogo con José Del Rio, secretario general de Redacción del diario. Su opinión es que es necesario engrosar el PBI mundial para mejorar las condiciones de vida de la población global. “Tenemos mucho por hacer. El 72% del mundo vive en lugares donde el 90% de las personas viven con menos de US$30″, apuntó.
La tarea no es fácil. Según sus cálculos, se debe generar al menos cinco veces el PBI de la Tierra, si la distribución fuese equitativa, cosa que en su visión, no va a ocurrir. Por lo tanto, se necesita multiplicar entre 20 o 30 veces el PBI mundial para que “todos tengan una calidad de vida similar a la de los países más desarrollados”.
Hablar de la grieta le resulta ridículo porque, sin importar el sistema político, el objetivo común debe ser hacer crecer la cantidad de bienes y servicios en la economía. Además, el desafío es hacerlo en un contexto de presión poblacional y ecológica. “Si a todo esto le sumás la presión del cambio climático, de cómo seguir creciendo sin destruir el planeta, estamos en una situación compleja”, sentenció. El foco debe estar puesto en optimizar los recursos disponibles para crecer de manera eficiente y en un lapso relativamente corto. ¿La clave para hacerlo? Innovar, según Kariegman.
En la Argentina, hay un caldo de cultivo para lograrlo. “La gente tiene dos características muy importantes. Primero, hambre, ganas de hacer cosas. Es un país de emprendedores, hay una cantidad de cuentapropistas gigante (40%). Segundo, también es un país de gente con muchísima resiliencia, con capacidad de aguantar y transformarse, construir con muy poco y sostenerse”, aseguró.
Sin embargo, admite que, en términos absolutos, la cantidad de gente capacitada en la Argentina para participar de la economía del conocimiento es pequeña, de entre 20.000 y 30.000. “Es el tamaño de una compañía chica en el mundo”, dijo.
Para maximizar el desarrollo que puede generar este grupo de personas, para el emprendedor hay una cuestión a tener en cuenta: “Que quienes tuvimos el privilegio de estar formados y de entender cómo usar nuestra cabeza, tenemos las responsabilidad moral de generar riqueza. A mí me parece obvio, pero en la Argentina no lo es. Los científicos argentinos tienen la responsabilidad moral. Yo creo que deberíamos exigírselos, porque para algo sostenemos un sistema científico”, agregó.
El éxito y el talento
Las trayectorias exitosas despiertan la pregunta de cómo algunos logran mantener la humildad, mientras que otros no tanto. Para explicar su punto de vista al respecto, el empresario argentino se remitió a una anécdota: “Muchos años después de estudiar matemática, me puse a estudiar filosofía. Estaba a la vuelta de la UBA, leyendo Crítica de la razón pura, de Kant y se sienta al lado Jose Luis Chilavert. Me acerco y le pregunto si podría firmar mi libro. Lo hizo, con la inscripción: “Para Emiliano, porque tu no has ganado nada”.
“Mi visión es que miro la dimensión de los problemas que tenemos que resolver y veo que no hemos ganado nada. Lo que nos queda para hacer es infinitamente más grande, me mantiene mente clara. Me gusta tenerla así en términos de los desafíos enormes para adelante y al responsabilidad, por el privilegio que tenemos”, añadió.
Por último, apuntó a que el talento es una quimera y una palabra a través de la que nos ocultamos para no poner el foco “en lo que importa”: el trabajo y la dedicación.
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