Elon Musk y el bitcoin: ¿una relación tóxica?
El bitcoin y Tesla, la empresa estadounidense de autos eléctricos comandada por Elon Musk, fueron dos de las inversiones estrella en el pandémico 2020. La criptomoneda se apreció 297% en dólares y las acciones de Tesla (TSLA) aumentaron 743% para felicidad de sus tenedores.
El bitcoin se instaló en los mercados financieros globales como alternativa al dólar y su impresionante emisión: solo el año pasado, Estados Unidos imprimió 25 dólares nuevos por cada 100 que había en circulación para colocar billetes en los bolsillos de los consumidores y sostener la economía.
La huida desde el dólar hacia activos más prometedores benefició especialmente a TSLA, una empresa de culto masivo por el espíritu innovador de Musk, quien se convirtió rápidamente en la persona más rica del planeta.
El horizonte parecía despejado, con un sol que irradiaba optimismo y analistas que pronosticaban un 2021 todavía más alcista. Sin embargo, los destinos de Tesla y el bitcoin se cruzaron y, en lugar de tejer una alianza perfecta, establecieron una relación tóxica que perjudicó a las dos partes. Al momento de escribir este artículo, Tesla cayó un 35% desde los máximos de enero, mientras que el volátil bitcoin derrapó cerca del 40% en poco más de un mes.
¿Cómo y por qué se unieron estas tecnologías pioneras? ¿Por qué las cosas no salieron como se esperaba? ¿Cuáles son los intereses ocultos detrás de la movida que evaporó trillones de dólares de ganancias en un abrir y cerrar de ojos?
En la columna de hoy repasaremos las escenas de la vida conyugal de esta pareja para averiguar qué fue lo que falló y si las cosas tienen arreglo o si lo mejor es la separación definitiva.
La unión entre Tesla y el bitcoin: cronología de los hechos
El 8 de febrero, a través de Twitter, Tesla anunció que había comprado bitcoins por 1,5 billón de dólares (1.500 millones para nosotros) como estrategia de inversión y diversificación de sus tenencias.
Previo al anuncio, cada bitcoin se negociaba a 38.800 dólares, mientras que cada acción de TSLA operaba en torno a los 850 dólares.
En el caso del criptoactivo, la reacción de los inversores fue inmediata: saltó hasta los 46.600 dólares y marcó un nuevo máximo histórico. En el caso de TSLA, no ocurrió lo mismo: la apatía del mercado hizo que la acción no variara demasiado por unos días, hasta que comenzó a bajar.
El bitcoin mantuvo un camino ascendente y aceleró el paso a fines de marzo, cuando Musk anunció que su tecnológica automotriz comenzaba a aceptar bitcoins como medio de pago para sus vehículos. Además, informaba que los criptoactivos no serían convertidos en dólares, sino que se mantendrían en las arcas de la compañía para engrosar sus reservas.
La confianza de Musk en el bitcoin alimentó la tendencia alcista y el precio de la criptomoneda alcanzó el pico de 64.829 dólares el 14 de abril. Acumulaba una suba del 67% desde que Tesla había anunciado la primera gran compra. La acción de Tesla mostraba, al mismo tiempo, una caída del 14% hasta los 730 dólares. Hasta ahí, la boda solo le había reservado perdices a los inversores cripto.
Primera señal de disconformidad: Musk se desdice
El 12 de mayo, fiel a su costumbre de sorprender a propios y extraños, Elon Musk anunció que Tesla dejaba de aceptar bitcoins como medio de pago para sus vehículos y advertía acerca de la contaminación que la minería de bitcoins genera en el medio ambiente.
Si bien aclaró que la empresa no se desprendería de su posición en criptomonedas, la decisión asestó un duro golpe al bitcoin, que inmediatamente perforó el piso de los 60.000 dólares.
Al mismo tiempo, Musk les preguntaba a sus seguidores de Twitter si querían que Tesla aceptara dogecoin. El emprendedor multimillonario nacido en Sudáfrica hace casi 50 años dejaba en evidencia su favoritismo por la criptomoneda que nació como una burla al bitcoin apelando a un meme de un perro japonés.
El bitcoin profundizó su caída y se derrumbó más que las acciones de Tesla. Musk pasó de héroe a villano con su sentido del humor proclive a generar histeria y confusión en partes iguales. No faltaron quienes lo trataran de saboteador, psicópata y caprichoso.
Obviando las críticas y los insultos de quienes no estaban preparados para semejante baja, conviene preguntarnos qué fue lo que produjo el cambio en la relación Tesla – bitcoin.
Los motivos de la ruptura
Las teorías más disparatadas y posiblemente superficiales fueron puestas sobre la mesa:
a. Que Elon Musk sentía que había llegado tarde al bitcoin (como él mismo sentenció en un reportaje) y creía que lo mejor era crear su propia criptomoneda o alimentar una ninguneada por el mercado, como el dogecoin.
b. Que simplemente disfrutaba de manipular los precios de los activos desde su cuenta de Twitter, al mejor estilo Donald Trump.
c. Que, como también reconoció, pretende hacer bromas que nadie entiende y esta fue una de mal gusto con impacto real en los mercados.
En mi opinión, hay que buscar la verdadera razón por el lado de las presiones que Musk podría haber recibido de parte de los entes gubernamentales. Michael Burry, el inversor estadunidense que se hizo famoso por embolsar ganancias millonarias apostando a la baja del mercado accionario antes de la explosión de la burbuja de las hipotecas subprime en 2008, reveló que destinó más de 500 millones de dólares a una nueva apuesta de riesgo: se jugó a la baja de las acciones de Tesla. ¿Qué dato miró para hacerlo? La dependencia de la empresa a los créditos verdes (a favor de industrias amigas de la ecología) de la Casa Blanca, necesarios para que pueda, de una vez por todas, generar ganancias con la venta de sus vehículos.
Esa dependencia hacia autoridades que no ven con buenos ojos el auge del bitcoin puede resultar suficiente para explicar el cambio de humor de Musk, más aún si se tienen en cuenta el ambicioso plan de infraestructura anunciado por Joe Biden, que incluye a los vehículos eléctricos como parte de la lucha contra el calentamiento global, y las restricciones que impuso China a la operatoria con cripto.
Conclusión
Hayamos acertado o no con el motivo oculto de la ruptura, pocas personas dudan a esta altura que la relación entre Elon Musk y el bitcoin se encuentre herida de muerte.
Mientras se espera el desenlace de este culebrón, las cotizaciones de TSLA y el bitcoin muestran que nadie gana en una relación tóxica.
¿Habrá separación y reparto de bienes? ¿Existirá una mediación que recomponga el vínculo y encienda el fuego de la pasión?
El tiempo responderá. Ahora solo podemos seguir de cerca el tema y actuar con serenidad, buscando buenos argumentos a la hora de operar. A río revuelto, ganancia de pescadores.
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