Elon Musk: el secreto detrás de la última compra de Tesla con la que busca salvar el planeta
La adquisición de la compañía de energía sustentable SolarCity es totalmente lógica y a la vez muy riesgosa para el futuro del polémico empresario, que acaba de desembolsar US$ 2800 millones para quedarse con la firma fundada por sus primos
Elon Musk está parado en una plataforma en medio de una calle residencial ubicada detrás de la entrada de Universal Studios en Los Angeles. El fundador de Tesla comienza su presentación hablando de los peligros que acechan al mundo -niveles de CO2 en ascenso, la crisis del calentamiento global-, pero el público, de unas 200 personas, está radiante. Están entusiasmados por ver qué invento fantástico presentará como solución. Mientras subraya la necesidad de que el mundo haga la transición a la energía sustentable, un participante demasiado entusiasta exclama: "¡Sálvanos, Elon!".
La gran revelación de Musk: "Las casas que los rodean son todas solares. ¿Se dieron cuenta?", dice, señalando las viviendas con una sonrisa. Parecen tener techos de tejas comunes, pero Musk explica que en realidad se les ha colocado un nuevo producto llamado Solar Roof, un sistema potencialmente transformador que es casi indistinguible de un techo tradicional y que, según promete, dura más y cuesta menos, y todo eso mientras genera electricidad. "¿Por qué comprarían otra cosa?", dice. La multitud lo viva.
Estas tejas de techo son el último componente del plan de Musk de terminar con los combustibles fósiles. Dentro del garaje de cada una de estas casas, señala, hay un vehículo Tesla y una Powerwall de próxima generación, la batería recargable que Tesla desarrolló en 2015 para guardar energía para uso hogareño. Durante el día, las tejas solares pueden generar electricidad y recargar la Powerwall. Cuando el sol baja, la batería entra en funciones y provee energía en forma independiente de la red tradicional. "Éste es el futuro integrado. Hay un auto eléctrico, una Powerwall y un techo solar. En realidad, es bastante simple", dice, encogiéndose de hombros y con una sonrisa. "Esto podría resolver toda la ecuación de la energía."
El anuncio de Musk tiene que ver no sólo con salvar el planeta, sino también SolarCity, la compañía que sus primos hermanos Peter y Lyndon Rive lanzaron con apoyo de Musk en 2006 para llevar energía solar a las masas. El negocio, un éxito que dio impulso a la industria durante casi una década, recientemente se encontró en problemas. El precio de sus acciones, en un tiempo indetenible, había caído aproximadamente 77% desde su pico, en febrero en 2014. Su deuda había trepado a US$ 3400 millones, el crecimiento de las ventas se había ralentizado y se enfrentaba a escasez de efectivo. En junio pasado Musk propuso que Tesla adquiriera SolarCity en un negocio valuado en US$ 2800 millones.
Intereses cruzados
Los directorios e inversores de Tesla y SolarCity representan un tejido de intereses superpuestos, tanto financieros como familiares. Seis de los siete directores de Tesla tienen vínculos con SolarCity. El directorio de Tesla incluye el ex jefe financiero de SolarCity, un director de SolarCity y dos vicepresidentes cuyas firmas también tienen asientos en el directorio de SolarCity, junto con el hermano de Musk, Kimbal. Musk es presidente de ambas compañías y es el mayor accionista de SolarCity. Ha tomado créditos personales por US$ 475 millones para comprar más acciones de SolarCity y Tesla cuando resultó ventajoso. SpaceX, su compañía aeroespacial, ha comprado bonos emitidos por SolarCity por US$ 165 millones. Algunos analistas alertaron de que Musk podría estar haciendo algo en su propio beneficio al rescatar sus propias inversiones y la compañía de sus primos con esta compra. El gerente de un fondo de alto riesgo, Jim Chanos, que se había deshecho anticipadamente de acciones de Tesla y SolarCity, dijo que la adquisición es un "ejemplo vergonzoso de gobierno corporativo en su peor versión", un "rescate" de SolarCity que "nos parece como una gran locura".
Pero los inversores de Musk se han acostumbrado a los críticos. Saben que sus acciones a menudo son muy riesgosas, pero creen en su misión y sus productos. Tres semanas después de la presentación de Musk, el 85% de los accionistas aprobaron la fusión Tesla-SolarCity, resultado aún más impresionante considerando que las primeras tejas Solar Roof no se instalarían en el hogar de un cliente real al menos por otros siete meses. Las que estaban sobre las casas en Universal Studios no estaban funcionando.
Pero ésa es la magia de Musk. Pocos empresarios podrían lograr un resultado tan sólido con una propuesta. Sus primos, los Rive, tuvieron dificultades para vender una fracción de esta visión a Wall Street en los años en que SolarCity cotizaba en bolsa; Musk lo hizo en 14 minutos. Para él, este futuro -en el que sus compañías unidas nos salvarán de las fuerzas destructivas del cambio climático- es simplemente "lógico" y "bastante obvio", frases que repite unos meses después de que se cerró el trato. "Es totalmente lógico que tendremos energía sustentable a largo plazo, porque la energía insustentable, por definición, es insustentable", dice. "¿Entonces con qué prontitud podemos llegar a eso? ¿Y en qué medida impactamos negativamente en el medio ambiente yendo más despacio?"
El CEO de Tesla siempre abordó la innovación del mismo modo, como una apuesta masiva a la inevitabilidad del mañana, en vez de lo que puede ofrecer hoy. Diseña el futuro y con su voluntad hace que exista, pese a los descreídos. Tesla y SpaceX, que muchos vieron como apuestas delirantes de un empresario con pocos recursos y ansioso por desperdiciar miles de millones de dólares (suyos y ajenos), resultaron ser emprendimientos contra los que tiene un alto costo apostar. Este año, de hecho, Tesla se convirtió en la acción que es más peligroso vender anticipadamente, al costar miles de millones a los especuladores, más que las pérdidas sumadas de los que apostaron contra Apple, Amazon y Netflix. En ese sentido, Musk se ha convertido en el rostro de la salvación para algunos y una motivación para otros. "BMW está usando una foto de mí para asustar a sus ejecutivos para que tomen con seriedad los vehículos eléctricos. No estoy bromeando", dijo Musk. "Es una especie de halago al revés." Todo esto hace de él -para usar su palabra- la persona obvia para encabezar la industria de la energía solar: Lyndon Rive, el CEO de SolarCity, anunció el 15 de mayo que dejaría la compañía.
Aun así dentro de Tesla hubo serias dudas sobre la fusión. "Casi no había conocimiento de lo que era SolarCity dentro de la compañía en general, y eso incluye a Elon", dice una fuente con conocimiento del tema. "No entendían el negocio." Pero Musk es famoso por su velocidad para dominar la información.
Carga pesada
SolarCity podría resultar una carga muy pesada para los recursos de la compañía. La energía solar podrá ser una parte innegable de nuestro futuro -la industria creó el doble de puestos de trabajo que el carbón el año pasado y aporta casi el 40% de la nueva capacidad eléctrica que se agrega a la red, más que la eólica o incluso el gas natural-, pero SolarCity no. En su último informe trimestral de ingresos antes de la fusión, SolarCity alertó de una caída del 26%, año contra año, en megavatios instalados, lo que es una métrica clave de la energía solar.
Pero si tiene razón dará un gran paso hacia la realización de su visión de un planeta más limpio. Con el presidente Donald Trump anunciando la retirada de EE.UU. del acuerdo climático de París, todas las miradas están puestas ahora en el sector privado para el liderazgo ambiental, con Musk a la cabeza.
No es de sorprenderse que Musk diga que no está preocupado. "Decididamente funcionará", dice. "Es sólo cuestión de cuándo."
Musk siente que la estética, en particular, será crucial para SolarCity, que espera ganar al tipo de consumidores que podrían dudar de instalar paneles solares tradicionales en sus casas. A fin de cuentas, Musk ha explicado que Tesla creció a partir de su visión de que los vehículos eléctricos eran "feos y lentos y aburridos como un carrito de golf". Creó la Powerwall, según dijo, porque todas las baterías existentes "eran una porquería... Son caras, no confiables, olorosas, feas, malas en todo sentido". Si hubo una crítica implícita de sus primos durante el evento del producto el otoño boreal pasado fue que nunca pudieron concretar esa transformación, de lo útil a lo hermoso. "La clave es convertir lo solar en algo deseable -dijo Musk en el escenario- hasta el punto de que uno quiera ponerlo en el lugar más destacado de su casa, llamar a los vecinos y decirles: «¡Vean este techo hermoso!»."
Las tejas de Musk pueden terminar siendo tan sexies para los clientes como sus vehículos. Gavin Baker, que maneja una cartera de US$ 13.800 millones en Fidelity, aumentó la inversión de la firma en SolarCity poco antes de la adquisición y ha dicho que es optimista respecto del producto.
Pero la industria solar residencial sigue siendo bizantina y fragmentada, al involucrar cosas como permisos de construcción, trabas regulatorias y evaluaciones individuales de techos. Y está la cuestión del precio. El techo SolarCity requiere un cambio completo, a diferencia de los paneles solares tradicionales, que pueden montarse sobre techos existentes. Apple vende a sus clientes una cartera de productos -iPhone, iPad, Macbook-, pero ese mismo tipo de integración no es factible cuando uno está manejándose con un Modelo S de US$ 70.000, una Powerwall de US$ 6000 y un techo solar que puede costar US$ 65.000 o más.
Las empresas fusionadas apuntan a desarrollar modelos de financiación que hagan accesible la tecnología, afinar el proceso de instalación (gracias al ejército de instaladores de SolarCity) y aprovechar la huella comercial minorista de Tesla para vender la visión.
Si bien el precio de su techo solar se ve elevado, SolarCity afirma que las exenciones impositivas y el valor estimado de la energía creada a lo largo de los 30 años de la vida útil garantizada del producto ahorrarán dinero a los clientes a la larga. La compañía señala que la energía solar es un mercado masivo, con unos cinco millones de techos nuevos construidos cada año tan sólo en los Estados Unidos, y SolarCity espera captar el 5% de ese negocio, o 250.000 hogares anualmente, meta ambiciosa considerando que la compañía sólo hizo 325.000 instalaciones solares en su década de operaciones antes de la fusión.
SolarCity no es la primera compañía en producir tejas solares y la mayoría en ese espacio han fracasado. Pero la fusión con Tesla permite a la compañía ofrecer integración vertical, cumpliendo potencialmente con todas las necesidades de energía de los clientes. "Si uno acaba de crear una teja solar está jodido", dice Peter Rive. "No creo que nadie fuera de SolarCity y Tesla pueda lograr esto."
Cuestión de fe
Cuatro horas antes de que Tesla presente sus ingresos para el primer trimestre el 3 de mayo, Musk llama. Le pregunto cómo anda. "Terrible", dice. ¿Se refiere al anuncio de ingresos? Ríe. "No, no, creo que va a andar bien", sostiene. Luego menciona las acciones de Tesla, que recientemente llegaron a un récord haciendo que la compañía valiera más que General Motors, una noción impactante para algunos inversores considerando que GM vendió 10 millones de autos el año pasado comparados con los 76.000 de Tesla. Musk se pregunta en voz alta si el mercado está "siendo un poco demasiado generoso" y "pone mucha fe en el futuro".
Musk había tocado un tema similar -la fe- unos días antes en una charla TED en Vancouver. Luego de que el anfitrión le hizo unas preguntas sobre sus muchos emprendimientos que salvarán la Tierra, Musk finalmente lo detuvo y dijo: "Quiero ser claro, no estoy tratando de ser el salvador de nadie". Fue una afirmación extraña considerando que toda su marca está construida en torno de esa promesa, se trate de rescatar el planeta o el sistema de transporte y la red de energía. Quizás advirtiera que hay un riesgo en hacer tantas predicciones que parecen implicar capacidades divinas.
Durante la llamada le pregunto si le preocupa que algún día tendrá que dejar de meterse en proyectos cada vez más ambiciosos, porque si uno de sus esfuerzos fracasa, la gente perderá confianza en él. "No creo que realmente haya subido la apuesta. Las metas han sido las mismas desde el comienzo", dice.
Es cierto que Musk delineó parte de su misión más amplia hace tiempo en su manifiesto de genio loco titulado jocosamente "El Plan Maestro Secreto de Tesla Motors", que publicó online en 2006. Pero me resulta difícil de creer la idea de que no subió la apuesta y aún más después de la llamada de ingresos. Sonando contenido, casi aburrido por sus propias predicciones, habla de avances hacia la salida del Modelo 3, así como un nuevo vehículo, el Modelo Y, con plazo para 2019. Da indicios del potencial de semis y pickups Tesla, e incluso habla brevemente de la idea para una empresa lateral, la Compañía Excavadora, su plan para reinventar la infraestructura de transporte con túneles subterráneos. Dice que quiere continuar innovando en Tesla el resto de su vida o al menos hasta que se vuelva "senil o demasiado loco". Cuando un analista le pregunta si anticipa que Tesla algún día tendrá la misma capitalización de mercado que Apple, que está valuada en US$ 770.000 millones, comparado con los US$ 47.000 millones actuales, hace una pausa. "Puede ser que esté completamente engañado -dice-, pero veo un camino claro rumbo a ese resultado." SolarCity, que Musk vendió como la siguiente gran cosa de Tesla sólo unos meses antes, apenas si es mencionada en la llamada de 80 minutos, ameritando sólo dos preguntas breves.
Musk imagina que es fácil querer creer en el futuro. Y los nuevos techos solares pueden realmente ser un desarrollo clave para ayudar a dejar atrás los combustibles fósiles. Pero es igualmente fácil volverse cínico, dado que ese futuro parece volverse más fantástico y distante con cada palabra que pronuncia. Musk entiende esto. El modo en que lo explica en la llamada de ingresos es que siempre "habrá un grupo que dice que este futuro es obvio y un grupo que dice que es imposible".
Esta distinción entre creyentes y no creyentes me recordó mi visita a la ciudad de Buffalo. En una noche gélida, días antes de Navidad, casi 100 personas se atrevieron a recorrer caminos cubiertos de hielo para participar de una feria de empleos de SolarCity en la Iglesia Bautista del Monte de Olivo con la lejana esperanza de poder calificar para uno de los cientos de cargos disponibles en la fábrica solar de la compañía. Residentes de todo tipo -obreros fabriles despedidos, empleados de sectores de servicios que buscan cambiar de profesión, estudiantes en busca de su primer empleo- se reunieron para conocer los planes de SolarCity. Habían venido a escuchar a un reclutador difundir el evangelio de Musk que, según me dijeron una cantidad de ellos después, es un "visionario" y un "innovador".
Para muchos observadores de Tesla, que Musk tenga éxito o fracase en sus varios emprendimientos no significará poco más que otro producto atractivo en el mercado. Pero para esta gente en la sala de reuniones de la iglesia con piso de linóleo, lo que está en juego es mucho más y más urgente.
"Hace muchos años tuvimos los industriales los GM, los Ford, que proveían empleos con buena paga", dice Rasheed Wyatt, un miembro del concejo deliberante de la ciudad. "Pero ésos se fueron muriendo y hemos tenido dificultades para dar a nuestros residentes una nueva identidad. SolarCity podría ser transformador. Espero que esto sea un boom."
El factor teja
Las tejas de Tesla son llamativas por su diseño, pero no son las primeras tejas solares en el mercado. Potencias industriales como Dow y BP comenzaron a venderlas junto a paneles solares típicos hace 15 años -antes de dejar el mercado por los altos costos y la baja demanda- y hoy en día se venden al menos tres productos competitivos. Mientras el precio de los paneles solares tradicionales ha bajado sistemáticamente, las tejas siguieron siendo relativamente caras y no generan tanta energía. Chris Fisher, un gerente de producto de la compañía CertainTeed, estima que las tejas de CertainTeed convierten alrededor del 16% de la luz solar que reciben en energía, comparado con el 18% de los paneles tradicionales. Pero el costo y la eficiencia serán sólo una parte de la ecuación para los clientes de Tesla. "Las tejas de Tesla se ven como algo con lo que nos sentiremos cómodos en nuestros edificios", dice el jefe de diseño de Marmol Radziner, Ron Radziner, que planea usarlas en un complejo de departamentos en California. "Son limpias y se ven bien diseñadas, y eso es importante."
Traducción Gabriel Zadunaisky
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