Elegir ser víctimas o líderes, el desafío de las empresas
En el trabajo, en la calle y en el hogar, se vive a diario el dilema de culpar al otro de los problemas o asumir el protagonismo para enfrentarlos
"En la Argentina hay una cultura tan arraigada del victimazgo, que no es casualidad que haya dado origen a una letra como el tango (...) las cosas siempre me pasan y la culpa es del otro", dice Javier Bajer, asesor de gobiernos y especialista en cambio de conducta, focalizado en el desarrollo del liderazgo en escala.
En el trabajo, en el hogar, en situaciones límites o en momentos de crisis, los seres humanos se debaten constantemente entre dos actitudes: ser víctimas o protagonistas, cuenta el especialista. En nuestro día a día, ¿qué elegimos ser? El tema fue debatido en un foro organizado por "140 minutos", un espacio de interacción que impulsan Fernando Benegas, Matías Kelly, Marcos Llerena y Benjamín Reymundo Roberts.
Para Bajer, quien trabaja en un proyecto con el gobierno de la ciudad, el liderazgo es la capacidad de crear cambios que agreguen valor y estos no dependen de una autoridad o jefe. "El liderazgo es una actitud y no un rol, por eso está disponible para todos. El rol del CEO es ser el manager de muchos líderes", explica. Por eso, es más difícil llevarlo adelante.
El victimazgo, en cambio, es lo opuesto: no hacer nada, tomar protección propia y culpar al otro. La experiencia se ve con frecuencia en las empresas y en la calle. "Para el trabajador la culpa la tiene el CEO; el CEO culpa al sindicato, y el sindicato al Gobierno", señala Bajer.
La clave está en asumir actitudes individuales y tener en claro que no se puede esperar a que cambie el contexto "porque no tiene relación" con lo que hay que hacer.
Pedro Algorta, uno de los sobrevivientes del accidente de los Andes, en 1972, da fe de ello. Dice que hasta que no se organizaron por ellos mismos y cada uno, en su momento, lideró acciones para salvarse, no avanzaron.
"El equipo de rugby tenía un capitán, pero de repente nos caímos en la montaña, habían muerto 17 personas, estábamos en mitad de la nieve, con frío, hambre, soledad. El capitán murió en una avalancha y nos encontramos sin líder, pero nos dimos cuenta de que necesitábamos liderazgo más que autoridad para salvarnos".
Algorta dice que la víctima tiene una postura más fácil porque es observador y crítico, pero no genera soluciones. "El líder es aquel que tiene la función incómoda, que interrumpe y te hace replantear qué es lo que está pasando". Su reto era permanecer un día más con vida (estuvieron 70 en la montaña) y ese era el logro del grupo.
Pero el liderazgo va más allá de una crisis. Es una elección aun en situaciones más cotidianas. Rodolfo Cutufia, un taxista con 23 años en el oficio, hizo de su profesión un medio para unir gente. Es conocido como el "taxista de la agenda" porque recolecta el número de teléfono de sus pasajeros y fomenta la participación social, con proyectos basados en valores. Tiene 61 agendas y dos cajas de zapatos llenas con las tarjetas de sus viajeros.
"Era estar despotricando o estar bien, y yo no me enganché con el sistema de quejarme del dueño, del tráfico, del pasajero. Doy un servicio y trato bien a la gente", dice Cutufia, que impulsa la fundación Estrechando manos (www.estrechandomanos.com.ar) dedicada a la educación y la cultura, con el apoyo de las relaciones que hizo en estos años.
Conexiones en el taxi
Las conexiones se dan a cada momento a bordo de su taxi. Y cuenta una anécdota: "En San Pablo hay un matrimonio que hace un trabajo sobre el acercamiento del padre al hijo por medio del perro; en Bahía Blanca una pareja trabaja sobre el perro y la familia; llevé un veterinario que tiene cuatro perros, los lleva un día por semana a un geriátrico, donde los abuelos lo bañan y le dan de comer; un periodista trabaja con perros en las cárceles..."
¿Cómo hacer para que el liderazgo le gane al victimazgo? Bajer dice que en las corporaciones se desarrollan estrategias para generar una cultura en la que el liderazgo se imite entre unos y otros. "La forma es trabajar con cada individuo, desde el principal hasta el hombre de seguridad, salirse del victimazgo desde la casa". Para ello, se comparten herramientas y se empieza un entrenamiento de cien días con acciones concretas, donde las mejoras que se logren a nivel personal se trasladen al trabajo.
"Si le agregáramos más liderazgo a la cultura argentina sería imparable. El victimazgo da control, pero no se puede tener control y éxito al mismo tiempo."
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