El “Zar de Retiro”: más beneficios para el histórico concesionario de la Terminal
El Gobierno le concedió a Otero un beneficio para pagar menos alquiler por la estación de ómnibus; la concesión venció en 2016, no avanzaron las licitaciones y tiene un permiso precario
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El hombre los ve pasar por la puerta. A todos. Circulan, intentan y siguen de largo. Desde la época de Carlos Menem, que le concedió la concesión de la Terminal de Ómnibus de Retiro en 1993, se sucedieron decenas de funcionarios que alguna vez trataron de revertir ese contrato. Pero todos los timoratos intentos de remover de su reino a Néstor Otero, el Zar de Retiro, como le dice, fracasaron.
Sin contrato de concesión, venció en 2016 y con un permiso precario para explotar una de las puertas de ingreso más importante de la Ciudad de Buenos Aires, Otero acaba de ganar otra partida. El Gobierno le actualizó el canon en 2020, pero ahora, y por 12 meses, le entregó una herramienta para que descuente de aquel importe la merma en los pasajeros después de la pandemia. Eso sí, autorizó a que cada metro que puede ser alquilado para la explotación comercial se haga a precio de mercado.
Por la resolución 36, de agosto de 2020, el Ministerio de Transporte, aumentó el canon, que pasó de alrededor de 150.000 pesos por mes a 3,6 millones. Según varias fuentes, se pagaron unos pocos meses y llegó la pandemia.
Ahora, mediante otra resolución firmada por el ministro del área, Alexis Guerrera, con otra resolución se concedió un régimen de emergencia que consiste en el pago del canon anterior (poco más de 150.000 pesos) durante los meses de la pandemia en los que la terminal permaneció cerrada. Pero eso no es todo.
Desde julio de 2021, Otero, que también fue condenado por pagarle el departamento a Ricardo Jaime cuando era el secretario de Transporte que lo debía controlar, el canon no será el pautado, sino que será una proporción de acuerdo a cuánto era el movimiento antes del Covid y cuánto es ahora. Es decir, si ahora los servicios son de 50%, pues pagará la mitad.
“Durante la pandemia se aprobó un plan de contingencia para el mantenimiento y mejora de la infraestructura a cargo del concesionario (escaleras mecánicas nuevas y otras reparadas, nuevos baños, nuevos accesos, ascensores, iluminación y ordenamiento)”, contestaron desde el Ministerio de Transporte. Actualmente, la terminal tiene la mayoría de sus accesos cerrados y solo se ingresa por uno. Las escaleras mecánicas no se cambiaron y la gran mayoría de ellas están cerradas. Eso sí, se ampliaron los baños, se iluminó algo más y, además, se quitaron comercios para lograr mayor espacio de espera y circulación.
Otero, que fue detenido en la causa Cuadernos y está procesado por pagar coimas, resistió varios intentos de licitar el predio en el que se mueve como dueño. El primero fue en 2015, cuando el entonces ministro Florencio Randazzo, firmó un decreto para llamar a licitación para empezar una nueva concesión. La Terminal se entregó en 1993 por un plazo de doce años. En 2006, cuando Ricardo Jaime era secretario de Transporte, se le extendió el plazo por 10 años más, es decir, hasta septiembre de 2015. Solo unos pocos días después de aquella fecha, en los primeros días de octubre, se firmó el decreto. Desde entonces, el predio está en situación crítica. Sin largo plazo, nadie pone un peso en infraestructura. Todos son parches en un lugar que parece de otra época.
Ni bien arrancó el gobierno de Mauricio Macri, la situación empezó a tratarse cerca de las oficinas del ministro Guillermo Dietrich. Durante todo este tiempo se escribió una novela de complicaciones en el proceso licitatorio, que quedó teñido por cambios en los pliegos, anulaciones, redacciones sospechadas, algo de espionaje, empleados infieles y presiones a grupos oferentes.
Finalmente, en octubre de 2017, se abrieron los pliegos. Las ofertas fueron cuatro: Terminales Terrestres, Inda y dos uniones transitorias de empresas conformadas por TH Services y Cusmel y por Terminal Pacheco y Teximco. Poco después, se anuló la licitación y se llamó a una segunda que tampoco avanzó. El propio Otero, mediante una sociedad con la que licitó, se encargó de interponer un manual de impedimentos para que el proceso finalice.
Este Gobierno le entregó un contrato de tenencia precaria y finalmente, enterró las ilusiones de concesionar nuevamente la Terminal. Mientras, Otero, sonríe de la mano de fuertes lazos con la política. Con todos.
El empresario fue condenado por cohecho en una causa en que se investigó el pago del alquiler al departamento de Ricardo Jaime cuando era secretario de Transporte. Estos hechos ya no son controversiales, sino que fueron confesados por Jaime, quien fue condenado por aquellas dádivas. La política, ni el kirchnerismo ni Cambiemos en los cuatro años de poder, pudieron volver a licitar el espacio sobre el que arrecian las críticas por el estado de abandono. Como se dijo, Otero está procesado en el caso Cuadernos por haber entregado sobres con dinero a Roberto Baratta. En el marco de esa causa, le allanaron su departamento de Puerto Madero y encontraron un millón de dólares en efectivo y otro millón, en pesos.
Ahora, no solo logró una disminución del canon. Según la resolución que firmó Alexis Guerrera, “la concesionaria se encuentra en condiciones de ejercer todos los actos que por derecho le correspondan y los convenios y contratos de locación de los distintos locales comerciales emplazados en la estación terminal”. Pagará menos, pero puede subcontratar todos los locales o vender todos sus servicios a las empresas de ómnibus a precios de mercado.
Quién es “El Zar de Retiro”
Prácticamente, todos los locales dentro de la Terminal son de su propiedad o de su familia. De hecho, además, es dueño de decenas de sociedades con el que maneja varios de los rubros de productos y servicios que son parte de la oferta de la Estación.
En 1997, se hizo del Haras Dilú –en honor al nombre de sus hijos, Diego y Luciano–. Empezó como un campo de 200 hectáreas ubicado en Melchor Romero (La Plata). Luego compró 1350 hectáreas en Tornquist. Después sumaron 139 hectáreas en Pigüé y arrendó de 870 hectáreas más en Bartolomé Bavio (Magdalena), en donde hay 868 cabezas de ganado bovino y cultivos de maíz y girasol. Además, tiene un feedlot preparado para alojar 3000 cabezas.
La vida comercial de Otero empezó con una pizzería en la zona Sur del Gran Buenos Aires y desde la gastronomía inició la construcción de su imperio. De la mano de Gerardo Sofovich entró a la concesión del Zoológico de Buenos Aires (el conductor era coordinador), donde manejó los locales de comida en el parque. Luego, tuvo un paso por el comedor de uno de los pabellones de Ciudad Universitaria.
Otero armó un esquema de negocios mediante el que todos los locales le pertenecen a personas cercanas (varios empleados tienen negocios a su nombre). Además, esos comercios se abastecen en empresas vinculadas y contratan servicios a compañías que comparten domicilios legales, socios y hasta el escribano que firma cada uno de los papeles. Tiene las estaciones de Lomas de Zamora, Dellepiane, Once, Puente La Noria, Santiago del Estero, Villa Gesell, Mar del Plata, entre otras.
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