El WhatsApp de la reventa: capitalismo salvaje en un chat de argentinos que ofrece entradas al valor de un auto
Los hinchas interactúan en grupos de la red social en los que se venden tickets por hasta 6500 euros para ver la final del domingo; algunos proponen unirse para adquirirlos con paquete y descuentos
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El dilema no es tanto el bien o servicio en cuestión -ver nada menos que la final de la Copa del Mundo en el estadio Lusail- como el momento de adquirirlo: ¿conviene ya pagar la entrada o, en cambio, esperar uno o dos días? Si la reventa es capitalismo en estado puro, mucho más en un mundial: con una demanda casi infinita y oferta limitada, no hay techo para los precios. Los espectáculos públicos suelen aportar además la variable tiempo: no bien empiece el partido, el valor del ticket empezará a decrecer de manera paulatina hasta quedar en 0 después del minuto 90, 120 o los penales. Por eso hay furor y nerviosismo entre los argentinos que ya están en Doha y a los que, hasta hace unas horas, se les pedían hasta 6500 euros por una entrada.
Todo está a la vista en el chat “Entradas Qatar”, un foro abierto de casi 800 integrantes convertido en market place informal. Los usuarios no se conocen, pero intercambian información y ofertas. Se han congregado al solo efecto de ese anhelo preciado y común que supone ver en persona a Messi y equipo jugar y, si es posible, levantar la copa. Hay que leer los mensajes, la mayoría sólo identificable por el nombre de pila o una letra, y los códigos telefónicos, que permiten advertir dónde vive cada uno. En muchos casos, el simple tono del texto expone además toda una cosmovisión. Queda claro por ejemplo que F., cordobés locuaz, es también un crítico de la especulación. “No paguemos boludeces!!! -dice, al ver los precios-. Así pasa lo mismo que ayer con Croacia. Que los revendedores tengan que bajar y dejen de hacer negocio!! La única forma es que ninguno pague huevadas!!”.
Pero el partido es el domingo y no hay tanto tiempo para románticos. Ya alguien con teléfono de Indonesia ha venido recabando adhesiones -corazones, dedos hacia arriba- con una propuesta atractiva que incluye descuentos y una ubicación interesante. “Hola, gente. Acá tengo un contacto que tiene entradas detrás del arco, nivel 1. Precio, 3000 k. Pero, si nos juntamos 10, las deja a 2750. Y, si juntamos 20, las deja a 2500 cada una”, cuenta. “Dale, yo me anoto con dos”, reacciona un santafecino. “Yo me anoto con tres”, agrega otro. “Perdón, ¿qué moneda es?”, quiere saber un santiagueño. “Es un buen precio”, concluye un tal Martín. “Sumo con una”, acota un quinto. “Quiero tres”, dice Pablo. Es evidente que al cordobés le parecen caras. Porque se indigna. “Son todos amigos esos que se anotan con 1, 3 y 5!”, denuncia. Después cita y cuestiona con sorna: “Jajajajajajaja: ‘Es buen precio’... ¡Sos el que la vende!” Martín, el que había consignado la oferta, se defiende. “Yo no soy amigo de nadie”, dice.
Siguen sumándose interesados. Alguien identificado como Leo, por lo pronto, que incluso le achaca al cordobés cierta incoherencia. Le recuerda que cuando, semanas atrás, en ese mismo chat, él tuvo la oportunidad de vender entradas, habló menos con el corazón que con el bolsillo: “Qué loco que alguien que te pedía 1200 para un partido de primera fase ahora diga que no hay que pagar boludeces”. Pero otro con código de Río Grande también recomienda la prudencia para comprar. “No se regalen. Fúmense un pucho”, advierte, y enseguida es apuntalado por uno del Reino Unido: “Sí, o escriban por privado, manes”.
Deberán tener paciencia porque las entradas no bajan. Al contrario. Un chileno las ofrece a 4500 dólares. Su argumento: las consigue a 4300 y pretende ganar 200. Varios se molestan. Hay incluso alguien que lo contacta en privado y lo expone después posteando el audio de la conversación. “4500 me parece una verdadera locura”, reacciona otro. “Sáquenlo a ese HDP”, se violenta un oriundo de Estados Unidos. Un tercero reenvía entonces otra tabla de valores, todavía más cara: 6500 euros la entrada. “Acá el más lento le pega stickers a los Boeing en medio del mar”, se sorprende uno. Algo de humor hay. El de un tal Sebastien, por ejemplo, que postea: “Cambio Duna gasolero 1.3 modelo 2001 celeste x entrada para ver la final”. Mercedes agrega emoticones de risas.
Es probable que, contra los pronósticos del cordobés, los precios sigan en alza. Aunque varios supongan, con él, que el tiempo irá en contra de los especuladores. Y hasta le reenvíen aquella advertencia de no comprar tan pronto. “Coincido, pero el problema es que juegan con la ansiedad de la gente que puede pagar y estos salen a pagar lo que sea…”, se queja un usuario de España.
Pero darán pelea. Con un volante, alguien propone un banderazo de argentinos para el jueves a las 19. “Hinchas solicitamos tickets oficiales para la final”, dice el texto, sobre fondo azul. Será al menos un ámbito de catarsis para quienes, descreídos de la oferta y la demanda, suponen que allí donde hay una necesidad existe un derecho.