CORDOBA. Washington está en esta provincia, a unos 300 kilómetros al sur de la ciudad capital y tiene unos 350 habitantes. En el mundo del polo es tan conocida como su homónima de Estados Unidos . Adolfo Cambiaso , el mejor polista del planeta, tiene allí su estancia La Picaza y, a pocos kilómetros, funciona el centro de embriones Los Pingos del Taita, "cuna de campeones". Allí llegan los padrillos y yeguas más famosos para prolongar su genética.
Pablo Mana es presidente del Club de Polo de Washington donde una vez al año –desde los ’90- los jugadores más importantes del país disputan un abierto. Le cuenta a LA NACION que el club fue fundado en 1904 es el segundo entre los más antiguos del país después del de Hurlingam .
Al de Washington los crearon los mismos que al de Buenos Aires , los Milles, una familia inglesa fanática del polo que tenía su estancia El Colorado en la zona. "Llegaban a pasar el verano y jugaban al polo que, en ese entonces, era un deporte de la elite -dice Mana-. Pero con el tiempo se fueron mezclando los paisanos".
Tanto se metieron que Manuel Andrada (radicado en los ’20 en Washington) se convirtió en el "mejor jugador de polo no inglés" del mundo. En 1936 –cuando el deporte era olímpico- ganó el oro en Berlín con el equipo que representó a Argentina, aunque el único de esa nacionalidad era él. Antonio "Tono" Perna fue otro criollo consagrado de esos años.
Cambiaso compró La Picaza en 1998 impulsado por Gonzalo Pieres , otro de los mejores polistas argentinos. Mana explica que eligieron la zona por el tipo de piso: "Es un guadal, ideal para la cría de caballos de polo porque no esa superficie no le genera problemas de vasos ni de huesos y por el tipo de pasto". Habla con autoridad; durante 15 años fue el manager de La Dolfina , el equipo de Cambiazzo.
Entonces Pieres, en sociedad con un australiano, tenía su campo El Chara, de 8000 hectáreas. Lo vendió hace unos cuatro años y compró uno en la provincia de Buenos Aires. En Coronel Moldes hace cría otro polista, Rubén Sola. "Tienen buena sangre y compran genética para mejorar", apunta Mana.
Los entendidos señalan que en las décadas en que las vacas eran "reinas de los campos" –la soja les quitó el título- había más yeguas para entrenar para polo. "Como eso se fue viniendo abajo y las exigencias fueron cada vez más, se empezó a criar genética", grafica Mana.
Juan Cruz Magrini es el creador de Los Pingos del Taita, dos campos en la zona de Las Higueras que en pico de temporada albergan algunos de los 1000 caballos de polo más preciados del mundo. Llegan desde la Argentina y desde otros países; el establecimiento hace cría, recría y descanso de animales y, además, embriones.
Un caballo de polo es como "una Ferrari", describen los expertos. "No tiene precio. Un auto común cuenta con una lista guía, una Ferrari, no. Los que disputan el Abierto de Palermo son extraordinarios; los mejores del mundo. Se venden afuera, hay ‘patrones’ que los vienen a buscar", indica Mana. A la hora de hablar de precios, nadie es específico, pero los de élite arrancan a partir de los US$800.000.
Cría de príncipes
En Los Pingos del Taita hay donantes retiradas. Dadoras que ya no juegan más y que cuentan con alto valor genético. Conviven con yeguas jugadoras que, cuando terminan de competir, llegan al campo a descansar. Son donantes porque, al estar en actividad, no pueden quedar preñadas. Por supuesto, también están los padrillos más "importantes y famosos".
Magrini explica a LA NACION que una yegua puede dar, en promedio, unos seis embriones y llegar hasta 10. En general, se transfieren a una receptora que queda en el campo hasta que nace el potrillo, aunque hay extranjeros que se llevan la yegua y la cuidan ellos.
Este año, la Gran Campeona de Palermo , Taita, fue una cría de Magrini y el Gran Campeón fue de La Dolfina. El cordobés arrancó el negocio hace poco más de una década cuando él mismo buscaba hacer embriones de una yegua y vio que "todo estaba muy virgen, era poco profesional". En Los Pingos del Taita no hacen clonación.
Córdoba es uno de los centros más grandes de cría de caballos de polo del país. Un animal empieza a entrenar a los dos años y a los tres ya juega en práctica. "Más menos pueden estar en actividad hasta los 15 años", apunta Magrini y aclara que la vida profesional depende de los cuidados, de las lesiones.
Para Cambiaso Washington es su "lugar en el mundo". Llega cuando termina su temporada y pasa semanas en el campo con su familia; es habitual verlos en Navidad y, en abril, es el Abierto del pueblo con ocho equipos.
Aunque en Estados Unidos hay cría, las fuentes consultadas por LA NACION coinciden en que el lugar top del mundo es Argentina "por la genética y por las condiciones naturales". Además, tiene algunos de los mejores jugadores.
Por ahora, en Córdoba no se hace clonación. Cambiaso es pionero en el tema; comenzó con las células de su caballo Aiken Cura, que murió en 2006. Las células estuvieron tres años depositadas en un termo de nitrógeno líquido a 196 grados bajo. Finalmente el polista fundó con un texano Crestview, una empresa de biotecnología, líder mundial en clonación equina.
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