Harald Blåtand estaba destinado a quedar en la historia por varios motivos: por la forma en que accedió al trono de Jutlandia, por lograr unificar a todas las tribus vikingas y por ser el primer monarca vikingo en convertirse al cristianismo. No solo eso, 11 siglos después de su muerte, se usaría su nombre para bautizar a una nueva tecnología: el Bluetooth. Pero cuando estaba en la cima de su poder, su propio hijo se le puso en contra, le declaró la guerra y finalmente lo asesinó con sus propias manos.
Harald Blåtand, hijo del rey de Jutlandia, Gorm el Viejo, y de la reina Thira Danebod, nació en el año 936 en Jelling, casi en el centro de la península danesa de Jutlandia. Hoy, esa población no es mucho más que una aldea, pero en el siglo X era una de las grandes capitales del reino de Dinamarca .
Al igual que sucede con el resto de los vikingos, lo que se sabe de Harald se conoce a través de las pocas piedras rúnicas que se encontraron, puesto que la mayoría de los escritos de este pueblo fueron hechos en ramas de árboles que luego desaparecieron. Pero, a partir de las runas, se sabe que Harald no era precisamente el prototipo del hombre nórdico.
De hecho su apellido, Blåtand, significa gran hombre moreno (contrario a lo que el imaginario popular identifica con el término vikingo, es decir, alguien rubio o pelirrojo), pero al pasarlo al inglés quedó como Bluetooth, que en español significa Diente azul. Es precisamente con este apodo con el que pasó a la historia.
No era el hijo preferido por su padre, ya que tenía un hermano mayor, Canuto (Knút, en su idioma original), que era mucho más querido que él y candidato a heredar el reino. Pero Canuto murió en combate en Irlanda , y su padre, al enterarse, murió de tristeza. Así fue como el que subió al trono fue el "segundón" Diente Azul.
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Harald se convirtió en el primer rey vikingo en subir al trono por herencia, puesto que hasta ese momento en Escandinavia cuando moría un soberano los hombres fuertes del reino luchaban entre sí para ganarse ese lugar o bien una asamblea designaba al sucesor. No solo fue el primero en esto, sino que también se lo recuerda por ser el primer rey vikingo que se convirtió al cristianismo.
Se cuenta que en el año 965 llegó a Dinamarca un obispo católico llamado Poppo y declaró ante Harald y su pueblo que el único Dios era el suyo y que los nueve ídolos venerados por los vikingos eran demonios y no dioses. Harald dijo que sus dioses siempre demostraban su poder con proezas, así que si Poppo podía demostrar un milagro de su Dios, él se convertiría al cristianismo.
El obispo tomó estas palabras como un desafío y al otro día calentó un hierro al rojo vivo y se lo llevó al rey con sus propias manos sin quemarse. Al ver eso, Diente azul cumplió su palabra, comenzó a adorar a Cristo y difundió el cristianismo entre los nórdicos.
Pero Harald hizo algo más. Realizó una hazaña que lo colocó en el podio de los más grandes reyes vikingos: unificó a todas las tribus vikingas de Dinamarca y Noruega , quedando él como único soberano. Esto propició mejores comunicaciones entre los países nórdicos, terminó con gran parte del derramamiento de sangre y optimizó el comercio.
Blåtand es reconocido también por la construcción de extrañas fortalezas circulares, que aún hoy generan dudas en los historiadores y que servían para evitar invasiones, pero también eran consideradas centros de poder, sedes de control regional y "oficinas" de recaudación de impuestos.
Así que, en pleno auge de la era vikinga, aquel joven que había crecido a la sombra de su hermano se había convertido en el hombre fuerte de su pueblo, era respetado por su habilidad guerrera y había amasado un impresionante tesoro en joyas finamente labradas en plata. Estaba en su mejor momento, tocando el Cielo con las manos. Pero... siempre hay un "pincelazo" que arruina todo.
Resulta que Harald había logrado unificar a su pueblo, pero no a su familia. Tenía un hijo que era bastante levantisco y que ya había mostrado su enojo porque prefería a sus antiguos dioses y no al nuevo Dios que su padre ahora les había impuesto.
Este hijo, llamado Svend y apodado "Barba partida" o "Barba de Horquilla", terminó por declararle la guerra a Harald y lo derrotó en el campo de batalla. No solo eso: pese a que el monarca logró escapar, él lo encontró y lo mató con sus propias manos, de un flechazo, convirtiéndose así en el rey Svend I de Dinamarca.
Se terminó así, en el año 986, la vida de uno de los más grandes reyes vikingos, cuyo apodo daría nombre 11 siglos después a una tecnología que actualmente utiliza todo el mundo: el Bluetooth. Llegado el momento, se decidió llamar de ese modo a este invento, porque, así como Harald fue el unificador de las tribus vikingas, el Bluetooth es el unificador de dispositivos electrónicos. Un detalle final: el entrecruzamiento de las iniciales de Harald escritas en alfabeto forma el mundialmente conocido símbolo de Bluetooth.
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