El valor de proceso de adaptarse y aprender
Tan dinámico es el mundo en el que vivimos que, habiendo pasado apenas unos meses del comienzo de esta revolución -porque definitivamente creo que estamos ante un cambio abrupto en los ámbitos social, económico y moral de la sociedad- muchos de los temas y conceptos nacidos de la pandemia parecen trillados, sobreexplorados y hasta "manoseados".
Rápidamente empezamos a hablar del new normal, llenándolo de definiciones y predicciones; del distanciamiento físico, que ahora es social porque es más inclusivo y respetuoso; de teletrabajo, que al parecer demostró que los encuentros entre personas ya no serán necesarios. Y así podríamos seguir con muchas otras proposiciones.
Lo primero que me gustaría decir es: ¡calma! Estamos transitando un camino que recién comienza y que no solo traerá cambios estructurales sino que también, acelerará procesos. Por eso, no podemos salir a predecir comportamientos, porque se necesita más tiempo de análisis.
Como bien describe Yuah Harari, una de las grandes diferencias del ser humano es su capacidad de aprender, adaptarse y sobrevivir.
Pienso definitivamente que esta "realidad distinta" que estamos transitando nos encuentra recién en una etapa de adaptación. Una etapa de adecuarnos a trabajar de otra manera, desde otro lugar; a comprar sin salir de nuestras casas; a festejar cumpleaños a distancia; a entrenar en un cuarto, etcétera. Vemos a muchas personas aprendiendo, de todos los estratos sociales, edades y credos. Una realidad muy valiosa y poco destacada. Pensemos por un momento: ¿cuál sería el esfuerzo para lograr que la mayor parte de la población aprenda a usar una billetera virtual? ¿O a teletrabajar? ¿O a comprar usando el e-commerce?
Para aquellos que prefieren el pragmatismo al análisis, aquí les comparto algunos posibles cambios de hábitos en el consumo:
1.El costo de la confianza: la amenaza es invisible, por lo que aumenta la búsqueda de espacios en que se pueda recrear y potenciar la confianza por todos los canales posibles.
2.El siglo virtual: la discusión por los ámbitos virtuales de trabajo acabó cuando se hizo una exigencia en la emergencia. Los ganadores: los que exploren nuevas formas de actividad virtual.
3.Todo negocio es orientado a la salud: la preocupación por la salud llegó para quedarse. Será un aspecto prioritario en la configuración de cualquier actividad.
4.El hogar como resguardo: ante las amenazas, crece el valor asignado al hogar como un lugar seguro y confortable para vivir, relacionarse y también trabajar.
5.La reinvención de la autoridad: el confinamiento oficial dejará una marca en la cultura social. La valoración de la autoridad dependerá de su pericia en la gestión de la crisis.
Probablemente, con el paso del tiempo muchos de estos preceptos se habrán hecho realidad. Sin embargo, desde una perspectiva más enfocada en las personas como un todo que en sus hábitos como consumidor, considero más valioso reflexionar sobre el proceso adaptativo y la capacidad de aprendizaje.
Los nuevos comportamientos serán hábitos una vez que, pasado un tiempo, podamos ver si nuestra versatilidad se parece más a un péndulo o a una metamorfosis.
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