El TPP vs. la política interna de EE.UU.
El Acuerdo Transpacífico enfrenta una aprobación incierta en el Congreso en medio de la campaña presidencial
ATLANTA—Estados Unidos, Japón y 10 países del Pacífico alcanzaron el lunes un acuerdo histórico para reducir las barreras comerciales para bienes y servicios y establecer reglas comerciales que abarcan dos quintas partes de la economía mundial.
Para EE.UU., el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) abre mercados agrícolas en Japón y Canadá, endurece las normas de propiedad intelectual en beneficio de las compañías far-macéuticas y de tecnología, y establece un estrecho bloque económico para desafiar la influencia de China en la región.
El presidente Barack Obama elogió el pacto comercial, diciendo que, además de fijar altos estándares para la protección de los trabajadores y el medio ambiente, abre nuevos mercados y "nivela el campo de juego para nuestros agricultores, ganaderos y fabricantes mediante la eliminación de más de 18.000 impuestos que varios países ponen sobre nuestros productos". A diferencia de acuerdos anteriores, puntualizó, "esos compromisos son exigibles".
Industrias estadounidenses tan diversas como la aeroespacial y la de indumentaria elogiaron el tratado, aunque otros sectores, como el farmacéutico, indicaron que no contiene todas las protecciones sobre propiedad intelectual y otros asuntos que les habría gustado.
El sector agrícola es el que ha expresado su apoyo más ferviente. El TPP eliminará los aranceles sobre hasta 40% de los productos avícolas y frutícolas y 35% de la soya estadounidenses, a la vez que minimizará imprevistas prohibiciones a la exportación capaces de desbaratar los negocios de las empresas agrícolas.
El Consejo de Granos de EE.UU. indicó que el acuerdo permitirá expandir las exportaciones de granos en 11%. Las ventas de maíz llegaron a US$11.000 millones en 2014, según el Departamento de Agricultura estadounidense.
La Asociación Nacional de Fabricantes, la mayor agrupación de la industria, alabó el acuerdo porque eliminará impuestos sobre hasta 59% de la maquinaria estadounidense destinada a los socios del TPP, según la Casa Blanca.
Algunas grandes multinacionales, sin embargo, manifestaron sus objeciones. Ford Motor Co., que había expresado abiertamente su inquietud sobre la prevención de manipulaciones cambiarias, exhortó el lunes al Congreso a rechazar el acuerdo en sus actuales condiciones porque no incluye medidas al respecto.
El pacto representa una victoria para Obama, quien lo considera una herramienta para impulsar el crecimiento económico, mejorar la competitividad de las empresas y unir a países de ideas afines en un momento en que China, que no es parte del TPP, adopta una postura económica y militar más firme en la región.
Obama, sin embargo, enfrenta en los próximos meses el desafío de obtener la aprobación del acuerdo en un Congreso profundamente dividido. Apenas un puñado de demócratas apoya la política comercial de Obama y el respaldo de los republicanos es impredecible en el año electoral de 2016, dependiendo de la postura de los candidatos presidenciales y el nuevo liderazgo en la Cámara de Representantes. El acuerdo no será sometido a una votación en el Congreso estadounidense hasta principios del próximo año.
Después de decenas de rondas de negociaciones y cinco días en el que se ultimaron los detalles en Atlanta, los ministros de Comercio y altos funcionarios dieron por resueltas sus ásperas discusiones sobre temas como la protección de la propiedad intelectual para los medicamentos biológicos, las reglas para la industria automotriz y los productos lácteos.
De ser aprobado por el Congreso de EE.UU., el pacto marcará una expansión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o Nafta, por sus siglas en inglés), que entró en vigencia hace dos décadas, para incluir además de EE.UU., México y Canadá a Japón, Australia, Chile, Perú y varios países del Sudeste Asiático.
Una de las últimas disputas en resolverse enfrentó a Australia con EE.UU., que buscaba hasta 12 años de protección para los medicamentos biológicos contra imitaciones genéricas. Los dos países llegaron a un punto intermedio que proporciona un mí-nimo de cinco y potencialmente hasta ocho años de exclusividad para los productos biológicos. Chile, Perú y otros países siguen preocupados por el impacto que largos períodos de exclusividad tendría sobre el precio de los fármacos, de acuerdo con personas al tanto de las conversaciones.
En otro acuerdo de último minuto, Canadá y Japón aceptaron incrementar el acceso a sus estrictamente controlados mercados de lácteos, permitiendo el ingreso de algunos productos estadounidenses, aunque Nueva Zelanda también persuadió a EE.UU. para que acepte sus lácteos.
Se prevé que el TPP enfrente en el Congreso de EE.UU. una dura batalla que podría continuar durante el próximo gobierno. Obama tendrá que disipar la inquietud sobre el acuerdo dentro de los dos partidos en medio de una tensa campaña presidencial.
La legislación de vía rápida diseñada para agilizar la aprobación del acuerdo en el Congreso fue aprobada por escasa mayoría hace unos meses, y una variedad de factores, incluyendo las presiones de la campaña presidencial, podría hacer más difícil la digestión del acuerdo final.
Legisladores de ambos partidos han expresado en los últimos días sus reservas sobre disposiciones del TPP, incluyendo algunos que votaron a favor de la legislación anterior para permitir que las negociaciones avanzaran.
Las probabilidades de que el Congreso lo apruebe dependerán en gran parte del lenguaje de la versión final, particularmente en disposiciones que van desde el fortalecimiento de los derechos de los sindicatos a las limitaciones que las compañías tabacaleras estadounidenses enfrentarán dentro de los países firmantes.
"Voy a examinarlo con cuidado para ver si mis preocupaciones sobre el apuro para llegar a un acuerdo antes de cumplir con todos los objetivos de EE.UU. se justifican", dijo el senador Orrin Hatch (republicano de Utah), presidente del Comité de Finanzas del Senado, el domingo antes de que se completara el acuerdo.
Los sindicatos estadounidenses y sus aliados entre los grupos de defensa del consumidor y ambientalistas son algunos de los mayores críticos del TPP.
Un conjunto de legisladores republicanos se opone a disposiciones que fortalezcan la influencia de los sindicatos, incidan en la capacidad de las tabacaleras de cuestionar las normas de empaquetado y otras leyes en el extranjero, que posiblemente dañen a las industrias locales, desde los productores de leche a las azucareras.
—David Kesmodel y Jonathan Rockoff contribuyeron a este artículo.