El todopoderoso del mundo del arte
Con su red global de galerías y clientes millonarios, Larry Gagosian decide cuánto vale un artista contemporáneo
El fin de semana en el que se entregaron los premios Oscar, el comerciante de arte Larry Gagosian organizó un almuerzo privado en su casa en Los Ángeles. La vivienda, que compró recientemente por US$15,5 millones, había sido decorada para la ocasión por el artista Richard Prince, por lo que sus paredes estaban llenas de retratos de bellezas en la playa y sus típicas enfermeras de novelas románticas baratas.
Gagosian y su personal se mezclaban con los invitados, repartiendo discretamente una hoja doblada. El papel incluía los precios de prácticamente todas las obras de arte que estaban a la vista.
Con su permanente fijación en vender, Gagosian, de 65 años, se ha transformado en el comerciante de arte más poderoso del sector. Representa a los herederos y las carreras de 77 de los principales artistas del mundo, incluyendo a Pablo Picasso, Alberto Giacometti, Cy Twombly, Richard Serra, Jeff Koons, Damien Hirst y Ed Ruscha. Agentes que hacen seguimiento de los precios de sus exposiciones calculan que vende más de US$1.000 millones en arte al año. Sotheby’s, en comparación, subastó el año pasado US$870 millones de arte contemporáneo.
A medida que el mercado de arte contemporáneo resucita tras la crisis económica, el imperio de Gagosian se expande. En los últimos años, abrió galerías nuevas en Londres, París, Ginebra, Atenas y Hong Kong, ampliando su red global a 11 puntos de exhibición en todo el mundo.
La posición de Gagosian le permite llevar un estilo de vida similar al de sus multimillonarios clientes, entre los que está el gestor de fondos de cobertura Steven Cohen, el administrador de dinero Leon Black, el propietario de Christie’s, François Pinault, y el filántropo multimillonario Eli Broad. Gagosian vuela en un jet privado Bombardier Global Expressde US$40 millones. Tiene casas en Nueva York, los Hamptons y la isla de St. Bart’s, además de su residencia en Los Ángeles, en la que tiene su propia colección de fotografías, bustos de Giacometti y lienzos de Picasso y Andy Warhol.
La rápida expansión global tiene sus riesgos. Gagosian ahora necesita proveer obras nuevas para 60 exhibiciones anuales. Los coleccionistas de Roma y París han mostrado poca inclinación a comprar arte contemporáneo que valga millones.
También está el asunto de los planes de sucesión. Nacido en Los Ángeles, de padres armenio-estadounidenses, Gagosian comenzó vendiendo afiches enmarcados por US$15 cada uno. Desde 1979, construyó su negocio fundamentalmente sobre su habilidad para cerrar acuerdos (todavía conduce personalmente algunas de las ventas más grandes) y no está claro quién lo sustituirá al frente de su imperio. Es un asunto crucial porque Gagosian juega un rol central para subir o mantener el precio que se paga por el trabajo de sus artistas.
A la pregunta de ¿qué les pasaría a los precios en el mercado de los artistas de Gagosian si el comerciante no estuviera en el panorama para apoyarlos?, José Mugrabi, un importante comerciante de arte de origen colombiano, que a veces consigna obras para las exposiciones de Gagosian, dijo simplemente: "Me dan escalofríos de sólo pensarlo".
Para mantener su expansión, Gagosian está reclutando nuevos nombres. En el último año, incorporó al escultor John Chamberlain, al fotógrafo Andreas Gursky, al artista de instalaciones James Turrell, y a los herederos de los pintores Robert Rauschenberg y Kazimir Malevich.
A diferencia de otros comerciantes de arte, que frecuentemente pasan décadas ayudando y promocionando a algunos artistas, Gagosian habitualmente espera hasta que el mercado para uno de ellos esté a punto de despegar, después de una gran exhibición en un museo o de un alza de los valores de sus obras en las subastas. Gagosian recluta a casi todos sus artistas de galerías rivales.
Este enfoque le ha ganado enemigos. Su rival, David Zwirner, dijo que Gagosian es conocido por "robar agresivamente" talento a sus pares. "Cuando un gran artista capta mi atención, lo busco", dice Gagosian, sentado detrás de un escritorio repleto de papeles en Nueva York. "Si no lo hago, otro lo hará, ¿entiende lo que quiero decir?". Gagosian dice que él no "roba" artistas. "Normalmente, cuando alguien se suma a la galería, es porque quiere un cambio", explica.
Hay una razón por la que muchos artistas quieren pasarse al bando de Gagosian. Una vez que lo hacen, sus precios con frecuencia suben significativamente. Hace doce años, los remolinos abstractos de Cecily Brown se vendían por apenas US$8.000. Cuando Gagosian la reclutó y alentó a curadores del Tate en Londres y del Museo de Arte Moderno de Nueva York a que compraran sus obras, el precio se disparó. Hoy, las nuevas pinturas de Brown se venden por alrededor de US$800.000.
El coleccionista de Miami, Dennis Scholl, dice que ya no puede comprar los artistas que se han sumado a las galerías de Gagosian porque sus precios han subido demasiado rápido, a veces duplicándose en menos de un año.
En el mercado del arte contemporáneo no hay una fórmula para determinar lo que vale un artista. Es muy difícil establecer qué pintor o escultor va a tener un significado cultural perdurable durante décadas o siglos y cuál será efímero. Esto les da a los comerciantes de arte más importantes como Gagosian un enorme poder para influir y para crear el mercado de los artistas que representan.
No todos los artistas prosperan con las condiciones de Gagosian. En los últimos dos años, varios abandonaron su galería por otras más pequeñas, incluyendo a Tom Friedman, Mark di Suvero y Ghada Amer.
Gagosian emplea un equipo de cerca de 150 personas, muchas provenientes de casas de subastas, museos y bancos, para manejar su imperio. En Nueva York, Los Ángeles y Londres, donde el apetito de los coleccionistas de arte contemporáneo está creciendo, las galerías de Gagosian han prosperado. Pero enfrenta desafíos más grandes en Francia e Italia, donde algunos coleccionistas tienen gustos más conservadores o prefieren arte contemporáneo más barato.
Los planes para expandirse a otros lugares están en suspenso, por ahora, dijo Gagosian. Reconoce que hizo algunas "exploraciones" en Medio Oriente en el segundo semestre del año pasado cuando exhibió obras por alrededor de US$1.000 millones de su colección personal en Abu Dhabi, donde el gobierno está construyendo filiales de los museos Louvre y Guggenheim.
Su mayor apuesta por rentabilidad en tierras lejanas podría ser Hong Kong donde su galería abrió un espacio de exhibición en el Distrito Central hace dos meses. Haa alquilado el piso superior de un edificio colonial que tiene un ascensor de 2,4 metros de alto, por lo que los empleados tuvieron que subir por las escaleras la escultura de 3 metros de San Bartolomé, realizada por Hirst.
Gagosian asegura que el lanzamiento de Hong Kong significa que tendrá siempre una galería abierta en cualquier momento. "El sol nunca se pone en mi galería", dice orgulloso.