El terror de Cristina Kirchner que resurge con cada dólar perdido
Las reservas del Banco Central pierden dólares todos los días; el debate en el oficialismo y entre expertos
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Para Cristina Kirchner es el escenario maldito. El Gobierno elige negarlo sistemáticamente, mientras el mercado descuenta su inevitabilidad. Esa danza, que se baila desde hace meses en el país, se aceleró dramáticamente sin respuestas oficiales, más allá del solo paso del tiempo. Entonces, con cada vez más frecuencia, la posibilidad de una devaluación resurge en el horizonte.
Esta opción es hija de la realidad de las reservas y de la destrucción del peso producto de las políticas del Gobierno. Dólares no faltan en la Argentina. Al Banco Central (BCRA) se le escapan, porque el “plan platita” se financió con emisión; por la creciente inflación, que puede llegar a las tres cifras; la ineficiencia para aprovechar Vaca Muerta y la farsa del combate al “festival de importaciones” cuando el Poder Ejecutivo es el responsable de subsidiar un dólar oficial de acceso a pocos privilegiados. Son hechos que producen expectativas en una única dirección.
El ministro de Economía, Sergio Massa, busca cambiar la melodía oficial. Ni mago, ni salvador, ni superministro, se autocalibró. “El desafío es enorme”, aseguró cuando presentó sus primeras medidas, entre las que estuvieron un futuro blindaje sin precisiones de las reservas con préstamos y adelantos de exportaciones. Massa prometió US$7000 millones. Sin embargo, como dice un hombre que suele hablar con él, sigue siendo aún el “plan vamos viendo”: hay escasos detalles sobre un programa que pueda cambiar no solo el stock sino el flujo por el que el Banco Central (BCRA) pierde dólares a diario. “Faltan medidas cambiarias”, dicen algunos. En su primera aparición, Massa negó un shock devaluatorio. Sus colaboradores descartan un desdoblamiento.
En el Palacio de Hacienda y en el BCRA, una devaluación genera terror. “No hay ancla. En un día se te dispara todo”, descuentan. Hablan de los precios, ya recalentados. El índice que se conocerá el jueves será probablemente el más elevado en los últimos 20 años. Rozará el 8%. Massa mira el plan israelí –con ingredientes ortodoxos y heterodoxos– para frenar la inflación: acuerdos políticos y con actores económicos, tipo de cambio fijo luego de un retoque del shekel, brusca suba de tasas de interés y una fuerte reducción del gasto. En los 80, la coalición que acompañaba a Shimon Peres validó ese camino sin miramientos. ¿Lo harían hoy Cristina Kirchner y La Cámpora?
Emmanuel Álvarez Agis, que suele pelotear ideas económicas con Massa, publicó ayer una simulación del escenario maldito. Una devaluación de 50% generaría una suba de precios de 113% doce meses después, con una brecha cambiaria al 70% a los seis meses (hoy es de 120%). La recesión que provocaría esa receta duraría entre nueve meses y un año. Sería confirmar la entrega de la elección 2023.
“Con esta nominalidad, la corrección de precios relativos en forma gradual que requiere la economía luce extraordinariamente perversa, pero parecería que el Gobierno sigue sin querer un salto discreto del dólar oficial enmarcado en un programa de estabilización”, escribió en Clarín días atrás la directora de EcoGo, Marina Dal Poggetto, sobre los ajustes de tarifas en la luz y el gas. “Sorprende la capacidad del Gobierno para seguir bailando en la cubierta del Titanic, suponiendo que la restricción política puede forzar al límite la restricción presupuestaria y el BCRA seguir vendiendo dólares que ya no tiene e intenta conseguir prestados para no convalidar una devaluación del dólar oficial aduciendo la preocupación por la inflación que pudiera generar y su impacto sobre la pobreza mientras pierde todos los días US$100 a 150 millones de las reservas”, agregó la experta.
“Están en el límite”, contó un economista con el que Massa suele dialogar y que cree que ya se están usando encajes de depósitos en dólares. “Con los US$7000 millones sigue el plan VV”, agregó y luego lo tradujo: “Vamos viendo”. Según aseveró, eso sirve para “estabilizar” las variables financieras, pero sostiene las perspectivas de inflación y el futuro estancamiento.
“¿Cuál es el tipo de cambio ideal en la Argentina?”, se preguntaron en un informe de la Celag, elaborado por Alfredo Serrano Mancilla, el consultor chavista que consulta Cristina Kirchner. “Se comparan todos estos valores, poniéndose de manifiesto que el blue queda muy alejado de cualquier tipo de cambio alternativo y, además, que los valores oficiales actuales también estarían por debajo de esta matriz de cambio alternativa”, concluyeron, y enumeraron los dólares oficiales existentes, como el mayorista, ahorro, tarjeta, MEP, CCL, y otros alternativos, como Big Mac, Latte, salarios mínimos, implícito M2, e implícito base monetaria.
El BCRA, que hoy tuvo que negar que se intentara activar el swap chino (de hecho, ya está activo para el intercambio comercial), sigue creyendo que a fines de agosto bajarán las compras de energía y que hay un retraso en las ventas de los productores del campo. “Tuvimos niveles de reservas más bajos que estos y pudimos afrontar la situación”, dijo Miguel Pesce, que cree que la estacionalidad es la gran llave. Mientras tanto, el dólar soja no arranca.
Massa buscará enviar señales de austeridad –menos pesos–, acompañado por más controles de las importaciones, acuerdos de precios y salarios, y un fortalecimiento “prestado” de las reservas. A eso se sumaría una suba mayor de tasas. No está claro aún que alcance para un cambio de dinámica. Mientras tanto, las reservas cayeron más de US$1000 millones desde julio (en el mismo monto se achicaron los depósitos en dólares desde enero). Eliminando el swap, encajes, deuda con organismos y préstamos del FMI, algunos economistas creen que quedan reservas netas por US$1284 millones.
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