El temible tsunami fiscal se nos viene encima
El Merval lleva ganado 32% en lo que va del año
Aunque suene increíble, en 2002 el gasto público era de $ 77.000 millones (24% PBI) y hoy, a 12 años de iniciada la década ganada, es 30 veces más grande (2900%): $ 2.300.000 millones (47% PBI); sí, $ 2,3 billones de los nuestros, o sea, el número 2,3 y 11 ceros.
Los $ 2.300.000 millones de gasto público se componen de: $ 900.000 millones en salarios de empleados públicos; $ 400.000 millones en jubilaciones; $ 350.000 millones en subsidios (de los que $ 100.000 millones son subsidios sociales y $ 250.000 millones son subsidios económicos dentro de los que están parte de las transferencias del Tesoro para financiar el déficit de las empresas públicas); $ 200.000 millones en bienes y servicios; $ 200.000 millones en obra pública; $ 100.000 en intereses de la deuda pública, y otros gastos por $ 150.000 millones.
Dado que la recaudación de impuestos ronda $ 1.900.000 millones (39% del PBI), el déficit fiscal es de $ 400.000 millones (8,2 % PBI), el cuarto más grande del último medio siglo y sólo superado por el déficit fiscal de 12% del PBI del Rodrigazo, el 10% del PBI que quebró la tablita de Martínez de Hoz y el 9% del PBI previo a la hiperinflación de Alfonsín (el anterior al estallido de la convertibilidad fue del 7% PBI, menor que el actual).
La situación fiscal es muy grave, tanto en el corto como en el largo plazo. En el corto, porque el ya infinanciable déficit fiscal de 8% del PBI se da con una presión impositiva jamás vista, la más alta del mundo para los que están en blanco (60% del PBI), luego de haber crecido a tasas chinas 8 de los 12 años de esta década y con muchos impuestos distorsivos.
¿Por qué infinanciable? Porque el financiamiento con emisión monetaria nos ha colocado en el podio de las inflaciones en el mundo; el financiamiento con reservas del BCRA nos ha dejado con US$ 20.000 millones menos que al momento de lanzarse el cepo; el financiamiento con deuda pública nos ha llevado a un stock sólo 10% del PBI menor que el de fines de 2001 (53% del PBI) a pesar de 2 canjes de deuda y la eliminación de las AFJP, que la bajaron en mas de 50% del PBI. Y hace cuatro años que la economía no crece.
La situación fiscal es muy preocupante también en el largo plazo porque casi 50% del PBI de gasto público el sector privado argentino no lo puede pagar, ergo, no hay margen para subir impuestos sin pagar costos sociales y políticos enormes. Además, ¿cómo se hace para ajustar casi 50% del PBI de gasto público para abajo con, por ejemplo, 17 millones de argentinos que cobran algún plan, haber o subsidio de la Anses y 3,7 millones de empleados públicos?
Históricamente las bajas de déficit fiscal se hicieron en medio de severas crisis, un poco por licuación del gasto público y otro por la recuperación posterior de los ingresos ante la baja de la evasión y un mejor cumplimiento en las obligaciones tributarias.
Si esta vez no hay un acuerdo sociopolítico para bajar el gasto público nominal despidiendo empleados públicos, parando la obra pública y ajustando gradualmente las tarifas de los servicios, el dólar hará el trabajo sucio de bajar el gasto público en términos reales y el déficit fiscal.
El ajuste ya ocurre, pero sólo en el sector privado y no por la razones correctas. El fisco se sigue desequilibrando cada vez más, obligando a los privados a hacer un mal ajuste (estanflación).
Los horrores de las urnas los corrige el mercado y esta vez no será la excepción.
El autor es economista
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