El subsidio estatal impulsa el esquisto en Argentina pese a la caída del crudo
NEUQUÉN, Argentina—De Dakota del Norte a Texas y más allá, las compañías de energía han frenado fuertemente las perforaciones y despedido a miles de trabajadores.
Sin embargo aquí, donde la industria de los hidrocarburos opera dentro de una burbuja subvencionada por el gobierno, los contribuyentes y los automovilistas gastan miles de millones de dólares al año para tratar de evitar que eso suceda. En Argentina, el barril de petróleo cuesta más del doble que en Estados Unidos, y el precio del gas natural es hasta casi cuatro veces más caro.
Esto está ayudando a los productores y sus trabajadores a desarrollar los vastos depósitos de petróleo y gas de esquisto enterrados en un sector desolado de la Patagonia llamado Vaca Muerta, protegido de los caprichos de los mercados mundiales.
Desde que asumió su cargo en diciembre, el presidente de Argentina, Mauricio Macri, ha ido revirtiendo las políticas populistas de su predecesora, Cristina Fernández de Kirchner, desde los controles de capital hasta los impuestos a la exportación. Pero está expandiendo los costosos programas que Kirchner usó para desacoplar los precios de la energía local de los mercados internacionales.
"Esto es muy importante estratégicamente", dijo Miguel Galuccio, presidente ejecutivo de la petrolera estatal de Argentina, YPF. Gracias a una política pública que ha fijado el precio del barril de crudo ligero en US$67 y del millón de BTU (unidad térmica británica) de gas natural en US$7,50 (en EE.UU. es menos de US$2), Argentina es uno de los pocos países del mundo donde las compañías de energía buscan ampliar sus operaciones. Galuccio fue designado en el cargo por el gobierno de Kirchner en 2012, y dejará su puesto en abril próximo, informó el gobierno argentino el miércoles.
Algunos analistas dicen que los altos costos de producción del país hacen que el sistema sea insostenible. Desde la asunción de Macri, Dow Chemical Co. y American Energy Partners (que era dirigida por Aubrey McClendon, el pionero del esquisto que murió a principios de este mes en un accidente automovilístico en EE.UU.) anunciaron inversiones por US$1.000 millones en asociación con YPF para desarrollar petróleo de esquisto y gas. YPF también ha indicado que planea formar pronto un proyecto conjunto con la rusa PAO Gazprom.
"Hay que incentivar a la gente a hacer exploración y desarrollo, especialmente cuando los precios [internacionales] están bajos", dijo Ali Moshiri, presidente de América Latina y África de Chevron Corp., que opera un proyecto conjunto con YPF. "Si Argentina continúa con estos incentivos, animará a otros a venir al país".
En este árido rincón de la Patagonia, YPF opera plataformas de perforación de hasta 350 toneladas que cavan hasta casi 3.000 metros de profundidad en busca de gas. Muy por debajo del suelo desértico, atrapados en una capa de esquisto de más de 300 metros de espesor, hay 27.000 millones de barriles de petróleo y 802 billones de pies cúbicos de gas técnicamente recuperables, según la Administración de Información de Energía de EE.UU.
En un sector de El Orejano, el proyecto insignia de gas de esquisto de YPF, hay tantas tuberías azules de fracturación hidráulica entrecruzándose sobre el terreno que los empleados de YPF y de Schlumberger Ltd., el gigante de servicios petroleros de Houston, tienen que tener cuidado de no tropezar con ellas.
Los tanques abastecen el agua que se mezcla con productos químicos y arena, lo que luego se inyecta a alta presión en las formaciones rocosas para fracturarlas y liberar el gas.
"Si pudiéramos aprovechar tan sólo 7% de los recursos que tenemos en Vaca Muerta, podríamos duplicar la producción de gas de Argentina", dice Pablo Bizzotto, gerente regional de áreas no convencionales de YPF, en el interior de un remolque donde los técnicos utilizan computadoras portátiles para controlar un taladro que serpentea hasta la capa subterránea.
A nivel mundial, las compañías de petróleo y gas redujeron el año pasado su gasto de capital en un 20%. En EE.UU., el gasto cayó hasta 40%, de acuerdo con Moody’s Investors Service. YPF, en cambio, aumentó el gasto en cerca de 4%.
"Esto demuestra una fuerte voluntad del gobierno de impulsar la producción de petróleo y gas y mantener el empleo", dijo Matt Blomerth, analista de la consultora de energía Wood Mackenzie.
Esto no quiere decir que Argentina sea inmune a la desaceleración mundial. En febrero, el número de plataformas en ope-raciones se había reducido 39% respecto del año anterior, según Baker Hughes Inc. Las empresas han realizado despidos o reducido salarios, e YPF planea recortar el gasto en hasta 25% este año. De todos modos, el cierre de plataformas activas no ha sido tan dramático como en EE.UU., donde su número cayó 59% respecto del año anterior.
El gobierno también trata de proteger a Argentina del tipo de despidos masivos que han afectado a la industria en el resto del mundo. Más de 319.000 puestos de trabajo han desaparecido a nivel mundial desde 2014, según la consultora de transacciones de energía Graves & Co.
"Si cae el precio hasta un cierto punto, no es que se pierdan una o dos plataformas, sino que se genera un cierre bastante masivo y se pierde una gran cantidad de puestos de trabajo", dijo Chris Boswell, director ejecutivo de EcoStim Energy Solu-tions Inc., una compañía de servicios petroleros de Houston que trabaja para YPF.
El Ministerio de Trabajo de Argentina acordó en enero con los sindicatos petroleros y el gobierno de Chubut, otra provincia productora de petróleo, elevar artificialmente el precio del barril de crudo pesado exportable en US$10, para llevarlo a alrededor de US$34. El ajuste de precios permite que las empresas que perforan el suelo para obtener este crudo alquitranado no pierdan más dinero. El contrato de seis meses podría ahorrar entre 3.000 y 5.000 empleos, según las autoridades.
"Estamos haciendo esto para mantener la actividad y el empleo", dijo el mes pasado el ministro de Trabajo de Argentina, Jorge Triaca.
El año pasado, según una estimación oficial, Argentina gastó US$11.000 millones para sostener los precios del petróleo y del gas. Gran parte de ese costo es solventado por los automovilistas argentinos, que pagan por un galón de combustible casi el doble que sus pares estadounidenses. El gobierno debe casi US$1.700 millones en pagos atrasados a los productores de gas natural.
Para Fernando Navajas, experto de energía de FIEL, un centro de estudios de Buenos Aires, el costo de producir un barril de petróleo ya supera el precio del barril subsidiado. "Incluso en el mejor de los casos, es insostenible", dijo, a menos que los costos de producción caigan y los precios del petróleo se recuperen.
Galuccio, sin embargo, dice que los precios hacen que las operaciones de esquisto de YPF sean marginalmente rentables. Funcionarios confían en que un aumento de precios permita con el tiempo desmantelar los subsidios.
"Si usted cree que este precio se va a quedar en US$20 durante los próximos 50 años, entonces lo que estamos haciendo está mal", manifestó Galuccio. "Si los precios repuntan, seremos grandes ganadores", observó.
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