El salmón puede expandir el menú de los alimentos transgénicos
Estados Unidos dio un paso más hacia la aprobación de un salmón transgénico que crece a dos veces a su ritmo natural y que podría convertirse en el primer animal genéticamente modificado que esté disponible para el consumo humano.
Un comité asesor de la Dirección de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA, por sus siglas en inglés) seguía debatiendo al cierre de esta edición si el pescado era seguro para el consumo humano y si presentaba alguna amenaza para el medio ambiente. La FDA, en todo caso, ya ha sacado algunas conclusiones. Antes de la reunión de ayer, la agencia publicó un análisis en Internet en el que sostiene que la versión transgénica del salmón es tan segura como la del pescado atlántico tradicional y que su riesgo al medio ambiente es bajo.
El salmón modificado contiene un gen de crecimiento hormonal que acelera su desarrollo en el primer año. El pescado deja de crecer cuando alcanza el tamaño normal.
En el análisis publicado en línea, la FDA concluye que el salmón transgénico no es ni química ni biológicamente diferente al tradicional. La versión modificada ofrece una ventaja comercial porque puede alcanzar el peso del mercado en un lapso de entre año y medio y dos años, la mitad del tiempo que requiere un salmón normal del Atlántico. "Tenemos la oportunidad de transformar la industria nacional del salmón con acuicultura basada en tierra", sostiene Ronald Stotish, presidente de la estadounidense AquaBounty Technologies Inc., quien asistió a la reunión de la FDA del lunes. Los estadounidenses consumen cerca de 450.000 toneladas de salmón atlántico -casi todo importado-, de los 1,5 millones de toneladas que se producen al año en todo el mundo, indica Stotish.
Jaydee Hanson, jefe de análisis de políticas del Center for Food Safety, un grupo en Washington D.C. que hace campaña en contra del salmón transgénico, dice que algunos estudios que defienden su seguridad fueron realizados con muestras muy pequeñas. "Debieron haberse (analizado) un mínimo de 100 pescados", reclama Hanson, quien declaró durante la reunión de ayer. "La información no es suficiente, la FDA debería exigir más". Stotish afirma que las pruebas son suficientes.
El caso del salmón es parte de una tendencia global mayor. Una creciente población, alzas en los precios de los alimentos, el impacto del cambio climático en la agricultura y la falta de evidencia fidedigna sobre los efectos dañinos de los alimentos genéticamente modificados en la salud de los humanos están incrementando la aceptación global de productos que otrora fueron re¬chazados. El cambio es más visible en los países en desarrollo.
Según los científicos, la alteración genética de alimentos ofrece varios be¬neficios. Una cosecha puede ser modificada para elevar su rendimiento, para tolerar mejor los pesticidas o para reforzar su resistencia a las sequías y pla¬gas. Algunas veces, podría ser incluso más barata de producir. Muchos países se apresuran a sacar ventaja.
En una decisión que pasó desapercibida pero que es significativa, China declaró en diciembre del año pasado que la producción y el consumo de ciertas clases de arroz y maíz transgénicos eran seguras. La medida respaldó el uso de la biotecnología en la cosecha del alimento más importante del planeta, que satisface a la mitad de la humanidad, y para la cosecha más grande del mundo. Aunque faltan más pruebas, los expertos esperan que el arroz y el maíz transgénico puedan producirse en dos o tres años.
Sudáfrica cultiva maíz genéticamente modificado, Brasil y Pakistán hacen lo mismo con la soya y también con el maíz. India ha estado produciendo algodón transgénico por varios años. Una reciente ofensiva para comercializar la primera cosecha en este país de un alimento de consumo humano, una berenjena resistente a las pestes, quedó en suspenso debido a temores sobre su seguridad.
En 2009, la superficie global destinada a plantar cultivos genéticamente modificados creció 6,8% a 133,5 millones de hectáreas desde las 125 millones de hectáreas de 2008, según International Service for the Acquisition of Agri-Biotech Application, un grupo que representa a la industria transgénica. Casi la mitad de esta superficie fue plantada en los países en desarrollo.
Los agricultores del mundo pagan aproximadamente US$9.000 millones anuales por semillas genéticamente modificadas, de acuerdo con fuentes del sector. Hay muchas compañías que desarrollan cultivos transgénicos, de las cuales Monsanto es la mayor. La gran mayoría del maíz, la soya y el algodón cultivado en Estados Unidos tiene al menos un gen de Monsanto.