El rostro humano del desempleo en España
Más de medio millón de familias no percibe ingresos
MADRID—Gabriel Tuesta avanzaba en la fila de personas bien vestidas frente a la puerta del comedor Santa Micaela. En el menú aquella tarde había pasta con salsa de carne, ciruelas frescas y barras de chocolate.
Despedido en mayo de 2010 de su empleo de asistente administrativo en una compañía de transporte que quebró, Tuesta, de 44 años, tenía hambre. Era su primera comida del día. "Nunca me lo imagine", responde cuando se le pregunta si alguna vez creía que acudiría a un comedor.
España informó el viernes que la tasa de desempleo alcanzó 21,5%, su nivel más alto en 15 años. La cantidad de hogares que no percibe ningún tipo de ingreso también batió una nueva marca al ascender a 559.900, un 3,2% del total.
Un motivo que explica el deterioro es que cuando ya han transcurrido tres años de crisis económica, los beneficios de desempleo de muchos españoles se están agotando. La red de seguridad social para los desempleados de largo plazo se acaba en España mucho antes que en muchos países de Europa Occidental y la tasa de desocupación es la mayor de la Unión Europea.
La mayoría de los beneficios de reemplazo de salarios en España —con un tope de1.400 euros (unos US$2.000) mensuales para trabajadores con dos hijos— expiran o disminuyen significativamente al cabo de 24 meses, en comparación con plazos de entre tres y cinco años en otros países, como Bélgica y Dinamarca. Las prestaciones que recibía Tuesta terminaron a fines del año pasado.
El gobierno anunció planes el viernes para gastar otros 24.000 millones de euros (US$34.000 millones) en la creación de empleos entre 2012 y 2014. Tal inversión exigirían recortes en otras partes puesto que la zona euro quiere que España reduzca su déficit fiscal de más de 9% el Producto Interno Bruto el año pasado a 3% para 2013.
A pesar de haber congelado las pensiones y reducido los salarios del sector público, el gobierno español ha sido renuente a recortar la ayuda a los desempleados. De todos modos, 71% de los desempleados cobraba beneficios de desempleo en agosto, comparado con más de 79% de mediados de 2010, según el Ministerio de Trabajo.
Conforme vencen los beneficios de más personas, se dispara la demanda de asistencia alimentaria. Cuando los 425 euros al mes que recibía en beneficios de desempleo expiraron a finales del año pasado, Tuesta no tuvo más remedio que mudarse al apartamento vacío y desamoblado de un amigo. Tuesta no cocina para minimizar la cuenta de la electricidad y viene a Santa Micaela casi todos los días para un plato caliente. "Uno sobrevive como puede", insiste.
Que tales tribulaciones sean evidentes incluso aquí, en un vecindario de clase media baja de Madrid, es una señal de la presión que existe sobre el gobierno. "Claramente, desde mediados de los ochenta nunca una crisis económica había tenido efectos sociales tan intensos" en España, dice Miguel Laparra, profesor de política social de la Universidad Pública de Navarra.
El deterioro del panorama laboral podría dificultar aún más la lucha para reducir el déficit fiscal, un desafío que los candidatos de los dos principales partidos políticos han prometido abordar después de las elecciones generales de fines de noviembre.
Sostener el suficiente apoyo a las reformas económicas será difícil si los españoles advierten que la "reforma es en mayor parte otro nombre para permitir que un creciente número de trabajadores caiga en la indigencia", dice Paul Swaim, economista de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Lissette Zevallos, de 36 años, perdió su empleo como asistente de salud para el hogar en marzo de 2009. Aun cuando ha tenido un par de trabajos temporales desde entonces, sus beneficios por desempleo cesaron. Sus ahorros prácticamente se han evaporado, cuenta, y hace unos meses alquiló un apartamento de una sola habitación que comparte con su madre, que tiene problemas de salud. Zevallos dice que no puede recurrir a parientes en busca de ayuda. "Ellos tienen los suyos", dice Zevallos sobre los problemas de sus otros familiares y agrega, con lágrimas en los ojos, que "siempre todas las mañanas me digo, ‘esto es temporal’, porque de lo contrario no podría seguir adelante".
Tuesta, divorciado y sin hijos, dice que nunca necesitó buscar ayuda porque siempre tuvo empleo. Ahora trata de arreglárselas como puede. Un amigo le ha dado algún dinero a cambio de trabajos ocasionales. En julio, se inscribió en un programa de capacitación patrocinado por el gobierno para trabajar en un aeropuerto. "Hay un dicho: al mal tiempo, buena cara", asevera. "Iré a cualquier lugar para un trabajo".