El reto de Macri: demostrar que puede gestionar a Argentina sin el peronismo
BUENOS AIRES—Cuando el presidente electo de Argentina, Mauricio Macri, asuma el cargo el mes que viene, se encontrará con las arcas del gobierno vacías, una inflación galopante y la poderosa oposición del movimiento peronista que ha dominado la política argentina durante gran parte de los últimos 70 años. Todo esto plantea interrogantes sobre su capacidad para gobernar en lo que podría ser un primer año difícil en el poder.
Lo que está en juego no es solo la capacidad de Macri para reformar la economía, sino la capacidad colectiva de Argentina para superar el temor de que nadie puede gobernar el país a excepción de los peronistas.
En el último medio siglo, Argentina ha elegido a sólo tres presidentes no peronistas. Arturo Illia fue derrocado en un golpe de Estado en 1966. Raúl Alfonsín renunció en medio de la hiperinflación en 1989 y protestas sociales llevaron a Fernando de la Rúa a huir de la Casa Rosada en helicóptero en 2001.
Macri ganó las elecciones del domingo por un escaso margen y en medio de las advertencias veladas de su rival, el peronista Daniel Scioli, de que su gestión podría terminar en fracaso y devolver al país a los días más oscuros del pasado. "No me dejen solo", dijo Macri el lunes en su primera conferencia de prensa como presidente electo.
El llamado se produce en momentos en que numerosos argentinos dicen que están cansados de los conflictos políticos y quieren que el gobierno resuelva problemas como el aumento de la pobreza y la delincuencia.
"No creo que le hagan lo mismo que hicieron con De la Rúa, porque la gente no lo va a permitir. Acá los peronistas nunca dejaron gobernar a otro partido, pero eso ya se terminó, porque todo cambió desde ayer", dijo Ana Abad, una diseñadora de moda de 45 años que votó por Macri.
El futuro jefe de gabinete de Macri, Marcos Peña, asegura que Argentina ha cambiado y que una nueva generación de gobernantes y políticos más jóvenes prefiere el diálogo al drama político. Señala también que tanto Macri como Scioli —al igual que el peronista disidente Sergio Massa, que terminó tercero en la primera vuelta electoral— están de acuerdo en la necesidad de encarar acuciantes problemas como el narcotráfico y los controles de divisas.
Los políticos no peronistas han tenido tradicionalmente lazos más débiles con los movimientos de base y poderosos grupos sindicales como la Confederación General del Trabajo, que representa a los principales sindicatos y llevó a cabo más de una decena de huelgas generales en todo el país durante el gobierno de Alfonsín.
Los peronistas también controlarán ambas cámaras del Congreso, por lo que Macri será el primer presidente de la historia reciente que asumirá el cargo sin el apoyo de la mayoría en la cámara baja.
Macri también hereda condiciones económicas adversas, pero sus predecesores no peronistas se enfrentaron a la insolvencia absoluta, dice José Luis Machinea, ex ministro de Economía de De la Rúa.
Alfonsín también debió enfrentarse al malestar de los militares y a una deuda externa creciente. De la Rúa heredó una economía dolarizada que estaba tan cerca del colapso.
"Fue difícil negociar cualquier cosa con el peronismo", dijo Machinea. "El país es otro. La historia nunca se repite, pero deja enseñanzas".
Macri, quien creó su partido Propuesta Republicana a partir de cero hace poco más de una década, también tendrá un control territorial sin precedentes. Su segunda en la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, gobernará la provincia de Buenos Aires, donde vive cerca de un tercio de la población del país. Será la primera vez desde 1983 que un político no peronista gobernará la provincia.
Cambiemos, la coalición de Macri, también gobernará la ciudad de Buenos Aires, que es la capital y el distrito más rico del país.
A pesar de que el presidente electo es visto como partidario de los empresarios, también defiende la educación pública y un sector de salud financiado por el Estado. Igualmente, ha prometido mantener programas sociales populares. Macri, que saltó a la fama como el exitoso presidente del club de fútbol Boca Juniors, ha conquistado el apoyo de algunos votantes de la clase trabajadora, tradicionalmente representados por el peronismo.
"Siempre tuvo relación con dirigentes gremiales y podría fortalecer su apoyo si reduce el impuesto al trabajo, una demanda del gremialismo que él anunció que iba a hacer", dijo Ricardo Romano, subsecretario general de la presidencia de Carlos Menem a fines de los 90.
Mientras tanto, el diputado Sergio Massa, quien también rompió filas con Fernández de Kirchner y obtuvo 20% de los votos en la primera vuelta, ha dicho que es "un garante de la gobernabilidad" para Macri.
Esto podría ayudar al presidente electo a aprobar leyes clave en el Congreso, donde Massa lidera un bloque de alrededor de 30 legisladores. José Manuel de la Sota, el gobernador peronista de la provincia de Córdoba que también se postuló para presidente [en una competencia interna con Massa], ha dicho que ayudará a asegurar que Macri pueda gobernar.
—Alberto Messer colaboró con este artículo.
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