El reparto de la riqueza y el objetivo del fifty fifty
Con la difusión de los datos de la Cuenta de Generación del Ingreso por parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), hace algunas semanas, puede pensarse que se completa la información oficial sobre la distribución de la riqueza y los ingresos. El tema no parece tan sencillo.
-¿Se sabe qué parte del producto bruto anual se llevan hoy los trabajadores?
-En 2016, según el último informe del Indec, se superó fifty-fifty del que hablaba Juan Domingo Perón a mediados del siglo pasado (mitad del producto para el capital y mitad para los asalariados). Pero no son cifras que puedan compararse con las de otros períodos. Lo preocupante es que no se logra componer una serie de largo aliento que sirva para apreciar la manera en que empresarios y trabajadores se reparten la riqueza generada cada año. En los últimos tres años se cambiaron los datos sobre el tamaño de la "torta" a repartir y de las porciones de unos y otros. El último de estos cambios sólo nos dice que en 2004 los asalariados se llevaron el 32,5% y en 2016, el 52%. No hay información sobre lo ocurrido en los años intermedios y, por lo tanto, aún subsisten dudas sobre el derrotero que tuvo esa evolución cuantitativa. Entre los estudiosos hay acuerdo sobre la existencia de una mejora, pero no necesariamente sobre su dimensión.
-¿No se puede conocer cómo es la distribución a partir de los datos de salario real?
-En primer lugar, se miden cosas diferentes. El salario real mide la variación de la capacidad de compra de los ingresos del trabajador entre dos momentos. La distribución primaria o funcional no necesariamente evoluciona de modo similar al salario real. Si el ingreso laboral se mantiene constante, pero cae el número de trabajadores, entonces la participación salarial puede declinar. En otras palabras, el salario real da cuenta de la situación individual, mientras que la distribución funcional habla de lo que le pasa al conjunto del sector asalariado en relación con el total de bienes y servicios producidos por la economía.
-¿Qué efecto tiene la mejora en la productividad sobre la distribución primaria?
-El resultado es incierto. Amplía el tamaño de la riqueza producida, lo que posibilita una mejora de los salarios y de la rentabilidad empresaria, contemporáneamente. Pero al ser, por definición, un mecanismo de ahorro de mano de obra, puede ir en detrimento del volumen de demanda laboral. Para que se preserve y amplíe el tamaño de la fuerza laboral es preciso mantener un piso de crecimiento económico. Ésa es la razón por la que en torno a este tema se requieren importantes consensos. Y el nivel de participación salarial suele ser un buen termómetro.
Director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) - UBA
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