El que pierde es el consumidor
Como en tantos otros campos, el Gobierno tiene un discurso contra los monopolios, pero en los hechos termina impulsando acuerdos oligopólicos y la concentración del mercado. El último ejemplo es el proyecto de la Super-Card, la tarjeta de crédito que promueve Guillermo Moreno y en la que participan como socios las principales cadenas de supermercados.
Si había algo que no se les podía criticar a estas empresas era que siempre rehuían de los acuerdos con la competencia y que su estrategia comercial se basaba en ofrecer un producto más barato o una oferta más agresiva que las de sus rivales, aun a costa de ahogar financieramente a sus proveedores y de estar muy lejos de ser los mejores pagadores de sueldos. Sin embargo, el proyecto de la Super-Card avanza exactamente en el camino contrario. Hoy los supermercados no sólo compiten por precio y surtido, sino también por los descuentos que ofrecen a sus clientes a partir de los acuerdos que abrocha cada cadena con los distintos bancos.
Aunque finalmente la Super-Card no termine siendo una tarjeta exclusiva, lo más probable es que este tipo de promociones terminen desapareciendo. Y más allá del caso puntual de los descuentos, está claro que la nueva sociedad que reunirá a todos los supermercados para operar la tarjeta no contribuirá a fomentar la competencia entre las cadenas, que ahora pasarán a ser socias en el emprendimiento, con el consiguiente perjuicio para el consumidor.
A grandes rasgos, lo que está haciendo el Gobierno con los supermercados no difiere demasiado de la política que viene aplicando Moreno en casi todos los mercados en los que interviene. El secretario de Comercio Interior admite que a la hora de sentarse a negociar un acuerdo de precios o un plan de inversiones, prefiere tener enfrente a dos o tres interlocutores poderosos y no una oferta repartida en muchas empresas.
Esto explica que, más allá de los discursos contra los monopolios, el Gobierno haya terminado impulsando un proceso de concentración en prácticamente todos los sectores, como lo demuestra el estudio "Concentración y extranjerización: la Argentina en la posconvertibilidad", realizado por la Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales (Flacso), una casa de estudios a la que no se le puede colgar el cartel de "noventista" o "neoliberal".
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