El próximo movimiento de Javier Milei podría potenciar su presidencia... o arruinarla
Experimentos radicales con la política monetaria podrían significar un desastre
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Cuando el presidente de la Argentina, Javier Milei, se puso su campera de cuero y cantó canciones de rock en un estadio el mes pasado, mostró una figura excéntrica. Y cuando insulta al Congreso de su país (“nido de ratas”), al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, (“un enano comunista”) y al primer ministro de España (“el hazmerreír de Europa”), da la impresión de ser solo un grosero populista más. Ambas caracterizaciones tienen una pizca de verdad. Aun así, según la mayoría de las medidas económicas, Milei está superando las expectativas.
En diciembre, cuando asumió el cargo, la economía argentina era una maraña de inflación galopante y controles de precios insostenibles. Para limpiarlo, Milei recortó el gasto. El Banco Central (BCRA) dejó de imprimir dinero para financiar el déficit. Como resultado, la Argentina ha tenido superávits fiscales durante cinco meses seguidos. La inflación se disparó después de una fuerte devaluación, pero desde entonces ha caído al 4,2% en mayo, la más baja en más de dos años.
La coalición de Milei tiene tan pocos legisladores en el Congreso que algunos analistas temieron que hubiera seguido su agenda marginando las instituciones democráticas de la Argentina o destruyéndolas. En cambio, después de que la administración de Milei negociara con los legisladores, el Senado aprobó dos proyectos de ley el 13 de junio [Ley Bases y paquete fiscal, aunque con cambios] para liberalizar la economía, promover la inversión y aumentar los ingresos. Se espera que la Cámara Baja dé pronto su aprobación final.
El éxito de Milei hasta ahora se basa en sus implacables ataques contra el establishment y los sindicatos de Argentina, que han sido lo suficientemente convincentes (y entretenidos) como para mantener sus índices de aprobación por encima del 50%. Eso le ha dado cobertura para seguir haciendo reformas, incluso cuando los recortes del gasto han causado una profunda recesión. Su compromiso fanático con los superávits fiscales ha apuntalado la caída de la inflación. Y lo que es igualmente importante, ha aprendido a llegar a acuerdos para lograr aprobaciones en el Congreso.
Sin embargo, será muy difícil desatar el nudo de fracasos económicos de la Argentina, y la parte más complicada para Milei aún está por llegar. La inflación mensual puede aumentar en junio a medida que se incrementan los precios de las tarifas energéticas. Eso exacerbará los temores sobre el peso argentino, que una vez más parece estar sobrevaluado. Milei niega airadamente que la moneda sea demasiado fuerte [atraso cambiario]. Pero cuanto más lo ignore, mayor será el riesgo de una devaluación más dañina e inflacionaria en el futuro.
Muy pronto, Milei también deberá decidir sobre el futuro del Banco Central y del peso. La terrible historia de inflación y default de la Argentina significa que es correcto explorar nuevas formas de anclar la economía. Sin embargo, en este frente, Milei hasta ahora ha ofrecido anarquía monetaria en lugar de un nuevo orden. Durante la campaña electoral prometió dolarizar la economía y “hacer estallar” el Banco Central. Ahora él y su equipo hablan de “competencia de monedas”, según la cual el peso coexistiría con otras divisas. Pero los detalles siguen siendo preocupantemente vagos. Y todavía quiere cerrar el Banco Central. Toda esta incertidumbre tiene costos. Los inversores no quieren destinar dinero a un país donde el sistema monetario y la moneda están en juego.
Milei todavía alberga visiones radicales, incluso si algunos miembros de su equipo no las tienen. En mayo declaró que quería una “dolarización endógena”. Los argentinos podrían usar dólares o pesos, pero la oferta de pesos sería fija. Cuando la economía crezca (y por tanto necesite más dinero para circular), los argentinos se verían obligados a empezar a utilizar sus propios ahorros en dólares. El peso, dijo, se convertiría en una “pieza de museo”.
Este esquema a medias plantea más preguntas de las que responde. Nunca se ha probado en ningún otro lugar. Congelar la oferta monetaria podría provocar deflación. O, si el objetivo es alejar por completo a la gente del peso, incluso para las transacciones cotidianas, entonces podría avivar la inflación, ya que la oferta de pesos supera la caída en picada de la demanda. El FMI, que tiene en marcha un programa por US$44.000 millones con la Argentina, parece preocupado. Milei ha prometido contarle al Fondo todo sobre sus planes monetarios antes de fin de mes. Pero, si la dolarización endógena sobrevive, probablemente sería menos probable que le preste más dinero a su Gobierno.
El arte de acordar
Un experimento tan radical no sólo es arriesgado, sino también innecesario. Del otro lado de la Cordillera de los Andes, Perú tiene el tipo de competencia monetaria que podría funcionar en la Argentina. Allí, los dólares se utilizan junto con el sol peruano. Pero a diferencia del plan de Milei, el banco central de ese país ajusta la oferta del sol y apoya su uso.
Milei triunfó en el Congreso al llegar a un acuerdo. Para evitar desperdiciar los logros que tanto le costó conseguir, necesita fomentar la certidumbre y la cordura cediendo terreno también frente al peso.