El primer empleo: los múltiples desafíos frente a la puerta del mundo laboral
Directivos de empresas, psicólogos y jóvenes emprendedores expusieron sus puntos de vista y sus experiencias de la incorporación a la actividad
Una pasión que se convierte en un empleo, un atleta que arranca a entrenar desde su infancia, una pasantía en un banco, empezar limpiando los baños o haciendo hamburguesas en Mc Donald's. El primer trabajo no determina hasta dónde puede llegar la carrera profesional. Sin embargo, es un desafío, tanto para los jóvenes millennials como para las empresas y el sector público, redefinir estos primeros pasos de cara a la transformación del empleo y, sobre todo, para poder crear una nueva economía que incluya a aquellos que hoy no pueden ni estudiar ni trabajar.
Generar oportunidades según sus habilidades y deseos es la clave para poder seducir a una generación que se caracteriza cada vez más por aprender y aburrirse rápido. Se acusa a los millennials de ser infieles con sus empleadores, pero la generación del "yo primero" demuestra que se maneja con un libro de reglas completamente nuevo para la contratación, retención y motivación. El Estado mantiene una cuenta pendiente: la ley del primer empleo que el Poder Ejecutivo envió al Congreso en abril de 2016 sigue sin tratarse. La intención es incentivar a los empleadores para que tomen a jóvenes de 18 a 24 años con menos de tres años de experiencia en el mercado formal.
Mariela Mociulsky, psicóloga por la UBA y con estudios de posgrado en IAE e IESE, socia fundadora de la consultora Trendsity, realizó una investigación para definir los factores limitantes para los jóvenes a la hora de acceder a un primer empleo. "Para el 89% de los jóvenes la mayor dificultad es la necesidad de contar con experiencia previa; el 74% se refirió a la falta de oportunidades y el 71%, a la falta de confianza sobre la generación", explicó en su exposición, respecto de esa consulta con múltiples respuestas.
Miguel Espeche, psicólogo, se refirió a los jóvenes en el mundo del trabajo y desmintió algunos mitos. "A mi generación también le decía que iba a romper los paradigmas y revolucionarlo todo. Se dice que los millennials son caprichosos, que todo es "clik ya" o ataque de pánico, otros dicen que vienen con un bagaje existencial y no van a querer trabajar si no es significativo y que no están dispuestos a ser exprimidos como lo fueron sus padres y sus abuelos, pero no es tan así". Sin embargo, aseguró que generar una alianza entre las generaciones es la clave para poder crear un buen espacio de trabajo.
Algunos representantes de la generación millennial mostraron de qué manera se proponen dejar una huella profunda, un rendimiento no solo económico, sino también ambiental y social. Jerónimo Batista Bucher se cansó de ver tirados en el recreo los vasitos de plástico que tanto contaminan, y antes de terminar el secundario desarrolló un proyecto para producirlos de manera sustentable, a partir de algas. Hoy estudia biotecnología en la Universidad Nacional de San Martín y está empezando un laboratorio de desarrollo dentro de la universidad.
Rocío González comenzó con la venta de accesorios hechos con material de descarte; pero cuando empezó a relacionarse con cooperativas de trabajo de personas con capacidades diferentes, se dio cuenta de que lo que estaba haciendo no era nada accesorio, sino muy central para el desarrollo de las personas a las que más les cuesta incorporarse al mercado laboral. "La mayoría de las mujeres que trabajan con nosotras tienen entre dos y cuatro hijos y la primera barrera es poder acceder a un trabajo afuera de sus casas", contó en su exposición.
Patricio Nóbili, director de recursos humanos para la División Sur de Latinoamérica de Arcos Dorados, cree que el desafío de convivir con las otras generaciones es no perderse en el discurso de las similitudes y diferencias. "Al decir que las generaciones tienen que adaptarse hay que tener cuidado para que no se pierda la diversidad que enriquece mucho al trabajo. No somos tan diferentes como nos hacen creer, si hacemos una encuesta y le pregunto a los mayores de 45 años si quieren tener flexibilidad y un buen balance entre profesional y personal también van a estar de acuerdo, no hay que generalizar por que se pierden las particularidades", confirmó.
Cimientos educativos
Incluso en el mejor de los casos, aquellos jóvenes que pueden acceder a una educación universitaria, presentarse en la puerta de un empleo con la caja de herramientas necesaria no es nada fácil. "Incorporamos talleres de narración y comunicación porque notamos grandes falencias a la hora de transmitir ideas", apuntó Mercedes Pastor, directora de la licenciatura en Recursos Humanos de la UCA y de Human Reasons.
Como proceso intermedio, para Mabel Rius, directora de Recursos Humanos para la Argentina y América latina del HSBC, la práctica profesional ofrece la oportunidad de que jóvenes y organizaciones se conozcan de una mejor manera. "Lanzamos la posibilidad de tomarse un año sabático; pensamos que todos iban a tomarlo y no fue tan así, sirvió para darnos tranquilidad de que si algún joven quiere tener una experiencia de mochilero o necesita un tiempo sepa que somos flexibles y eso nos enriquece; genera mayor compromiso".
TODA LA COBERTURA:www.comunidaddenegocios.com.ar El miércoles 18 de abril en el suplemento Comunidad de Negocios