Implosión en el gabinete: el Presidente pierde a tres ministros y Cristina mantiene un almuerzo secreto con Massa
Son horas críticas para Alberto Fernández; redefine su gabinete y tiene el diálogo interrumpido con CFK; el ministro de Economía estuvo con ella en el Senado; más ministros quieren volver a sus distritos para cortar la “jugada independentista” de La Cámpora
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La salida de Claudio Moroni del Ministerio de Trabajo ya es un hecho. El Presidente le aceptó la renuncia. No se debe a las constantes operaciones de la Cámpora ni del kirchnerismo para quedarse con su puesto sino por una decisión muy privada de él y de su familia que el presidente de la Nación conoce en detalle. Moroni viene de días laborales muy difíciles con la conflictividad creciendo y con el caso de los neumáticos que convirtió a la Argentina en un leading case global de cómo no se debe manejar una crisis sectorial. Algo similar ocurre con los rimbombantes anuncios de paritarias que llegan desde el gremio de Camioneros, donde Pablo Moyano advirtió que “el paro de los del neumático va a ser un poroto con las medidas que vamos a tomar”, y los tantos otros conflictos latentes en un país que terminará el año con récord de piquetes a nivel nacional.
De la salida del ministro solo falta el reemplazo, pero la decisión por parte de Moroni y su familia está tomada. No se trata de una partida más. Hombre de muy bajo perfil, es amigo personal, excompañero de estudios y hasta aliado histórico de Fernández. Y será solo una ficha de un dominó que encuentra a un gabinete en estado de implosión.
La renuncia de Elizabeth Gómez Alcorta al Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad se combinará también en las próximas horas con la partida confirmada de Juan Zabaleta del Ministerio de Desarrollo Social, al que también le aceptaron hoy la renuncia. Regresa a Hurlingham como intendente y le dará una estocada al plan independentista de Máximo Kirchner. “Debe volver a defender el territorio y no será el único. Tiene dificultades con La Cámpora en su distrito. Ve que toman decisiones que no tienen direccionamiento ni conducción y hay dificultad de gestión de cara a lo que viene”, justificó la decisión un hombre cercano al hasta ahora ministro. Por estos días, su distrito está liderado por Damián Selci, un dirigente camporista, que ya anticipó a propios y ajenos su intención de quedarse al frente del distrito en 2023.
“Más temprano que tarde Jorge Ferraresi, actual ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, y Gabriel Katopodis, ministro de Obras Públicas, van a volver a Avellaneda y a San Martín. Todos ya hablan de regresar a sus distritos y tiene lógica que así sea. El 2023 está a la vuelta de la esquina y el repliegue en la provincia por parte de Cristina y sus aliados hace que la desconfianza aflore más que nunca”, admite uno de los referentes del conurbano con mejor llegada a los tres ministros. A diferencia de Zabaleta, Katopodis y Ferraresi no tienen todavía una fecha confirmada ni movimientos concretos por el momento.
El Ministerio de Desarrollo Social no es un lugar fácil de llenar. Las constantes presiones, las auditorías abiertas para avanzar en la reducción de planes y la apuesta por avanzar hacia un plan de empleo genuino en el marco del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) varía mucho según “el accionista” del Frente de Todos al que se le consulte.
Es así como al presidente Alberto Fernández la realidad lo acorraló este fin de semana. Fue uno de los integrantes de la mesa chica de su gabinete quien describió el nuevo escenario con una acidez profunda: “Los últimos días estuvo entretenido con el aniversario del Servicio Meteorológico Nacional y con actividades como la ley para empleados ambientales o la Fiesta Nacional de la Flor, pero ahora no es él quien define las salidas sino que son reportes suyos los que dicen basta. No le queda otra que tomar decisiones. Para las elecciones todavía falta mucho y para reconquistar a su coalición ya es tarde”.
Mano a mano
En el Frente de Todos se produjo esta semana otro encuentro decisivo. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa volvieron a verse las caras personalmente en un almuerzo secreto. El Presidente, en tanto, tiene el diálogo interrumpido con ella.
Massa y Fernández de Kirchner compartieron una larga charla y una comida liviana en la oficina de la presidencia del Senado en la que nunca faltan las flores blancas. El devenir político y económico los reencontró en un contexto en el que Massa tuvo el viernes un nuevo respaldo del FMI que le había anticipado a la vicepresidenta a mitad de semana.
Varios fueron testigos oculares de esa reunión. El Ministro del Interior, Wado de Pedro; el senador Oscar Parrilli, el encuestador Alfredo Serrano Mancilla, entre otros, fueron sorprendidos por ese mano a mano de quienes se suponía estaban peleados.
“Es necesaria una política de intervención más precisa y efectiva”, había tuiteado la vicepresidenta sobre la inflación de los alimentos y apuntó a que las empresas de ese sector “han aumentado muy fuerte sus márgenes de rentabilidad”. CFK posteó su opinión en redes tras conocerse los índices de pobreza e indigencia y se interpretó como la primera marca en la cancha de Massa desde que asumió.
En el almuerzo el diálogo fue fluido y volvió a surgir el rol de Miguel Pesce al frente del Banco Central como un funcionario que no termina de cerrarle a la vicepresidenta. “No se trata de una cuestión personal sino de como desempeña su rol. La visión que tiene Cristina de cómo llevar el Central es muy distinta a la de Pesce”, reconstruyó una fuente que conoce bien a ambos comensales. En ese caso ella no se da por vencida.
Por estos días varios son los ejes del Ministro de Economía. El viernes el FMI aprobó un giro de US$3800 millones para la Argentina y brindó una señal de que otro desembolso, por US$5700 millones, previsto para fines de este año, está encaminado, una inyección de divisas que servirá para afrontar los pagos de la deuda externa, sostener las reservas y aliviar la presión sobre la cotización del dólar.
Sin embargo, el Fondo alertó también que la economía enfrenta riesgos “muy elevados” que además aumentarán a medida que se acerquen las elecciones presidenciales el año próximo. Ayer anunciaron que el Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones (SIMI) será eliminado pero nace el Sistema de Importaciones República Argentina (SIRA), mecanismo que estará en vigencia desde el 17 de octubre. Esto promete una mejor trazabilidad y la inclusión de una fecha estimada para el giro de divisas, afirman cerca de Economía. “Habrá que ver si funciona. Hoy todo es más burocrático porque los dólares no están”, se enoja una pyme exportadora a la que, según dice, le faltan insumos importados.
También se anunciará un desembolso de CAF (Banco de Desarrollo de América latina) por unos US$500 millones. “La fase uno del plan de estabilización era financiera con acuerdos con el Central, Tesoro y Bancos. También con el Fondo Monetario y organismos multilaterales. El barco estaba a punto de estrellarse y ahora, aunque en aguas turbulentas, todavía navega”, se sinceró una alta fuente de Economía. El ministro grabará el martes una entrevista para el Coloquio de IDEA, que se emitirá el viernes, y el miércoles vuela a Washington. Allí participará de la reunión de ministros del G-20, la última del año antes de la Cumbre de Presidentes que tendrá lugar en Indonesia, a mediados de noviembre.
El jueves y viernes sesionará la Junta de Gobernadores del FMI y el Banco Mundial, además de la reunión del Comité Monetario y Financiero Internacional. Habrá además actividades en el marco del Comité de Desarrollo.
Más allá de esa agenda for export lo que viene y desvela al Gobierno de cara a las próximas elecciones es el dato de inflación. Las expectativas de superar el 100% anual y de una escalada sin límites es algo que sigue de cerca también la oposición. Cuánto más se desmadre, más complejo será de resolver piensan desde Juntos por el Cambio, mientras desde el massismo dicen que el dato que viene será inferior al 7%.
El coloquio de IDEA
Este será seguro uno de los ejes de los pasillos del Coloquio de IDEA, que vuelve a Mar del Plata. Allí se conocerá el número de manos del Indec. Además de la entrevista de Massa, participará de las jornadas José Ignacio de Mendiguren como máxima autoridad de Industria a nivel nacional. Tanto el presidente de la Nación como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, continuaban al cierre de esta edición como figuras por confirmar en lo que es un clásico de los años de gestión K.
Desde los empresarios la angustia contenida tras varios encuentros virtuales en tiempos de covid se reflejará en la asistencia de 800 ejecutivos ya confirmados y en una tarde de jueves libre para la interacción. También en un cambio respecto de ediciones anteriores. Por primera vez habrá propuestas específicas desde los protagonistas de la microeconomía con el objetivo de analizar el empleo, educación, la inserción de la Argentina en el mundo, las finanzas públicas y las reglas de juego. Para ello trabajaron más de ocho meses y serán presentadas en sociedad por primera vez como iniciativas concretas.
A su vez habrá almuerzos cerrados con Patricia Bullrich, Facundo Manes, Carlos Melconian y Javier Milei, entre otros. Allí el objetivo es conocer de primera mano y en privado que es lo que piensan los posibles referentes del futuro.
Un dato que se guarda bajo siete llaves es que Milei y Bullrich figuraban a la cabeza entre los más deseados por el empresariado. Sin embargo, la elección de con quién almorzar era privada y no coercitiva. Es decir, que si un restaurante estaba a pleno con un anfitrión siempre había que dejar por escrito una segunda opción para que todos los salones estén llenos. La diferencia en las preferencias no debía notarse en la convocatoria final, fue la consigna.
Para el comienzo habrá también una particularidad propia de estos tiempos. La charla inicial no será lúdica ni deportiva como era en otras épocas. Tampoco tendrá eufemismos: “La mirada de los que eligen la Argentina”, invitan como disparador en un contexto en el que una parte importante del empresariado local emigró a Uruguay.
Marcos Bulgheroni y Luis Pérez Companc, dos referentes de la nueva generación de célebres apellidos del establishment local de bajísimo perfil, junto a Carolina Castro, empresaria autopartista que militó con Florencio Randazzo en la última elección y ocupó siempre posiciones de liderazgo en la Unión Industrial Argentina, darán el puntapié inicial en una Argentina que no da respiro y en la que nuevamente la intención de mirar el largo plazo se topa con decisiones de supervivencia.
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