El precio de las chuletas de cerdo, otra presión para la Fed y las tasas de interés
La economía estadounidense comenzó su sexto año de expansión con el crecimiento del empleo más robusto en casi una década. Sin embargo, aún quedan varios obstáculos en el camino.
Tal vez la principal duda, y la más importante a la hora de determinar cuándo la Reserva Federal empezará a subir las tasas de interés, que en la actualidad se ubican prácticamente en cero, es la inflación y, en particular, la evolución de los precios de los alimentos.
La tendencia alcista de los alimentos en Estados Unidos plantea, a su vez, una pregunta delicada: ¿el aumento del costo de una hamburguesa cuenta como inflación?
La respuesta es afirmativa para todos los que comen, en especial las personas de menos recursos que dedican gran parte de sus ingresos a la alimentación. Los bancos centrales, sin embargo, tienen una visión más matizada. A veces, en su empeño por controlar tendencias amplias y de largo plazo en los precios al consumidor, miran más allá de los incrementos en los precios de la comida que parecen temporales o puntuales.
La Reserva Federal de EE.UU. tiene por delante un desafió de envergadura ahora que evalúa el antiguo dilema de cómo inter-pretar las variaciones en el precio de una chuleta de cerdo.
En el debate del banco central por determinar cuándo comenzar a subir las tasas de interés de corto plazo para impedir el sobrecalentamiento de la economía, la presidenta de la Fed, Janet Yellen, ha dejado en claro su intención de demorarse todo el tiempo que sea necesario.
Los indicadores más amplios de inflación han estado durante más de dos años por debajo de la meta de la Fed, de 2% en 12 meses, pero hay indicios de que están subiendo. Asimismo, el desempleo ha descendido a 6,1% desde 7,5% de hace un año, lo que sugiere que la capacidad ociosa está disminuyendo en el mercado laboral y el riesgo de un sobrecalentamiento aumenta en forma gradual.
Un alza generalizada de los precios al consumidor sería otra señal de que se acerca la hora de actuar. Eso ejerce presión sobre la Fed para que distinga entre las señales auténticas de inflación en los precios de los alimentos y el ruido estadístico.
El precio de la carne molida subió 10,4% en mayo frente a igual mes del año anterior y el de las chuletas de cerdo aumentó 12,7% en el mismo período. El precio de la fruta fresca se incrementó 7,3% y el de las naranjas 17,1%. No obstante, los precios de los cereales y los productos de panadería apenas subieron 0,1% y los de las verduras 0,5%.
El Departamento de Agricultura de EE.UU. predice un aumento de entre 2,5% y 3,5% en los precios de los alimentos este año, después de un alza de 1,4% en 2013.
Los compradores en los supermercados ya sienten los aumentos de precios en las secciones de frutas y verduras y de carnes. "En los pasillos centrales, en buena parte de los alimentos no perecederos están viendo una inflación inferior al promedio porque las materias primas y los factores involucrados en su producción no han estado aumentando de la misma forma", dice Annemarie Kuhns, economista del Departamento de Agricultura.
La heterogeneidad en los precios deja de manifiesto las fuerzas dispares que están detrás de los aumentos.
La sequía en Oklahoma y Texas está elevando los precios del ganado. Una enfermedad conocida como virus de la diarrea epidémica porcina o coronavirus ha acabado con la vida de millones de lechones y contribuido al alza en los precios de los cerdos. La mayor parte de los camarones consumidos en EE.UU. vienen del Sudeste Asiático, donde una infección bacteriana ha devastado las existencias. En tanto, una sequía en Brasil ha disparado los precios del café.
Estos factores sugieren que el aumento en los precios de los alimentos en EE.UU. proviene de factores particulares que han limitado la oferta en ciertas áreas, no de un alza generalizada de la demanda, lo que podría generar el brote amplio de la inflación que la Fed trata de impedir.
El banco central busca que la inflación no aumente más de 2% en un año a mediano plazo medida por un indicador conocido como el índice de precios de consumo personal, que incluye los precios de los alimentos y la energía.
La Fed, sin embargo, también mira con atención un índice que excluye las variaciones de los alimentos y la energía, que son considerados más volátiles y proclives a enviar señales erróneas sobre las tendencias de la inflación.
El índice más amplio que sigue la Fed, conocido como PCE, acumuló un alza de 1,8% entre mayo de 2013 y mayo de 2014 y completó su vigésimo quinto mes consecutivo por debajo de la meta del banco central. El indicador, no obstante, se ha acelerado frente al incremento anual de apenas 0,8% registrado febrero.
Yellen indicó en su conferencia de prensa más reciente que los indicadores de inflación "habían estado un poco altos" últimamente, pero advirtió que "los datos que estamos observando" no apuntan en una dirección clara.
En todo caso, la inflación es un tema que divide a la Fed. "No creo que los últimos meses hayan sido solamente ruido", dijo Jeffrey Lacker, presidente de la Fed de Richmond en una reciente intervención.
—Jonathan House y Eric Morath contribuyeron a este artículo.
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