El plan del próximo gobierno: una reunión con el ministro prohibido y 98 semanas para evitar el fracaso
Mauricio Macri está preocupado por la economía. Esa inquietud lo llevó a colar en su agenda encuentros con referentes locales como Roberto Cachanosky, los propios Luciano Laspina, Guido Sandleris y Hernán Lacunza y los ajenos Javier Milei y José Luis Espert. Una de las últimas reuniones ocurrió semanas atrás en Mercado de Liniers, el restaurante que tiene en Palermo el excocinero de la Casa Rosada, Dante Liporace. Se juntó con Domingo Cavallo.
Entre tenedores, cuchillos y bifes de 600 gramos hablaron en el almuerzo de Horacio Rodríguez Larreta, de Patricia Bullrich y de lo que hay que hacer para que la Argentina salga adelante. Los escuchaba el tercer comensal, Hernán Lombardi.
Casi nadie los vio porque estaban en un salón reservado del primer piso. Fue la continuación de una reunión que Macri y Cavallo habían tenido meses atrás en la casa que el expresidente alquila en Acassuso.
El padre de la convertibilidad parece haber profundizado su manejo de la ironía. Le enrostró a Macri que debía volver a ser presidente para amortizar todo lo que les costó a los argentinos que aprendiera a gobernar. Tuvo palabras elogiosas con Hernán Lacunza, su último ministro de Economía, y sugirió que el mejor del entorno es Carlos Melconian. Días después se conoció que el apuntado sería el nuevo titular del instituto que lanzó a Cavallo-también lo consulta Patricia Bullrich- a la vida política desde la Fundación Mediterránea.
Una coincidencia aeronáutica aceleró otro encuentro. Horacio Rodríguez Larreta estuvo de gira por Estados Unidos en septiembre pasado. Se cruzó en un aeropuerto con Cavallo, que pasa tiempo en ese país porque allí vive parte de su familia. Acordaron una reunión cara a cara que luego se concretó. Los acompañó Hernán Lacunza.
La reunión fue la conclusión de una agenda frustrada. Ambos tenían previsto verse el 13 de septiembre pasado, pero una neumonía complicó a Cavallo, que debió atrasar el regreso a la Argentina.
El último encuentro fue la continuación de otro que Larreta había tenido con Cavallo en febrero de este año. A pedido de Luis Caputo -exministro de Finanzas y presidente del Banco Central de Mauricio Macri-, se vieron en las oficinas que el exministro tiene en la calle Tagle, cerca de Canal 7.
Las charlas con Cavallo son una parada más en la expedición de Larreta por informarse de primera mano y sostener una red de contactos capaces de generar consensos en su plan para salir de la decadencia argentina. El camino es heterogéneo: el tiempo que le dedicó al exministro menemista también se lo reserva al líder social Juan Grabois. Son dos puntos extremos de un arco tamizado.
Después de haber descendido al infierno con la explosión de 2001 y permanecido allí por una larga temporada, la figura del exministro de Carlos Menem parece revalorizada en el último tiempo. Tiene críticos acérrimos, pero un mérito casi único: la convertibilidad frenó la inflación y condujo rápido a la recuperación a principios de los 90, dos cosas que faltan en la Argentina de 2021.
La crisis de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner aceleró un consenso que sobrevuela la oposición y a una parte del peronismo: hay que rediscutir la conveniencia de los planes de estabilización y crecimiento. De lo contrario, dicen, se impone la tradición política del populismo.
La idea discurre incluso entre cuadros técnicos con llegada al kirchnerismo. Es el caso de Martín Redrado, quien mantuvo reuniones con Cristina Kirchner y suele responder preguntas de Alberto Fernández o de Sergio Massa. La versión abreviada de su respuesta ante el drama de la economía es esta: se necesita un plan de estabilización y crecimiento respaldado por leyes que estén acompañadas por la oposición.
De la mano de la inquietud por el futuro resucitó también la curiosidad por el Plan Austral. Hay varias pruebas de eso. Dos figuras rutilantes del PRO le pidieron una reunión a José Luis Machinea, quien antes de ser ministro de Fernando De La Rúa ocupó un lugar preponderante en el equipo de Juan Sourrouile, capitán de una idea que terminó fracasando pese a haber sido exitosa por algunos meses. Y el propio Macri se reunió el lunes de esta semana con Juan Carlos Torre, un miembro de aquel equipo que se tomó el trabajo de recopilar sus viejos apuntes y publicarlos en el libro Diario de una temporada en el quinto piso.
Machinea forma parte de la Fundación Alem, la usina de pensamiento radical. Lo consultarán desde Pensar, su par del PRO. Allí trabajan en un plan para poner en marcha el primer día en el caso de que a Juntos por el Cambio le toque volver a la Casa Rosada en 2023.
Es otro aprendizaje de errores del pasado. En la Argentina de la mecha corta hay que llegar al Gobierno con un diagnóstico preciso, una narrativa y un mapa de actores apalabrados que acompañen las medidas definidas antes de llegar al poder.
La velocidad en la aplicación de las decisiones será una variable clave de la administración que siga, a tal punto que en la oposición llevan la cuenta: faltan 98 semanas para evitar el fracaso del próximo ministro de Economía, como ironizaron días atrás Lacunza y Franco Moccia, presidente de Pensar y articulador de ideas que debería poder implementar cualquier dirigente de Juntos por el Cambio que eventualmente conduzca al país.
Racing Club atraviesa un mal momento futbolístico. El futuro argentino, sin embargo, podría tener mucho que ver con la institución de Avellaneda. Moccia conoció a Larreta, con quien luego trabajó, en la oficina de Melconian en el año 1999. Buscaban crear un fideicomiso denominado “Racing vive” para evitar la desaparición del club, algo que no prosperó. Le adjudican el fracaso a la negativa de Julio Grondona, fanático de Independiente. La red de relaciones académicas llega hasta el propio Lacunza, que también es de Racing.
El fin de semana del 1 de septiembre de 2018 fue uno de los más complicados en la gestión de Macri. Allí le ofreció a Melconian el ministerio de Hacienda, pero el economista, que había sido echado del Banco Nación meses antes, no aceptó. Entre los argumentos apareció la necesidad de formar un equipo de trabajo, algo que le llevaría más tiempo del que tenía el Gobierno.
Melconian sorprendió a todos la semana pasada, cuando trascendió que conduciría el Ieral, el instituto de la Fundación Mediterránea, con el objetivo de armar un programa económico que pueda usar el próximo gobierno, más allá de las simpatías políticas y las banderas partidarias, como explicó esta semana la periodista Gabriela Origlia.
Entre los trabajos que tiene por delante está el de conformar un equipo consistente capaz de ocupar cargos públicos para interpretar sin errores en el futuro libretos que ya deberían estar escritos. Es decir, tiene que hacer uno de los trabajos por el que le dijo que no a Macri.
Quienes creen que hay que implementar medidas de shock forman parte de un grupo que escribió en el margen durante los años del kirchnerismo y la experiencia macrista. Con matices, ahora tiene la ambición de tomar la hoja.
La política es la carpeta que contiene a la economía. Las cuentas de la oposición muestran que podría alcanzar un Congreso favorable en 2023, por encima de sus expectativas originales, y también varias provincias importantes. Son herramientas que no tuvo Macri y resultan clave para avanzar en reformas capaces de romper la maldición de la década perdida que comenzó en 2011.
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