Se acabó la paciencia del FMI y empezó la danza de nombres para Economía
Intentar dar algo de certidumbre en lo económico ni bien se conozca el resultado de la elección será uno de los grandes desafíos del candidato ganador; por ahora, ninguno de los dos ofrece definiciones
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Faltan apenas nueve días para la elección que definirá al próximo presidente, en una contienda que según coinciden todos los encuestadores, luce muy pareja. El 19 a la noche o en la madrugada del 20, a más tardar, debiera estar despejada la incógnita. Pero probablemente será apenas una de las incógnitas –clave, es cierto–, pero no la única que desvela a los argentinos que hoy encuentran su vida diaria completamente atravesada por una economía que se quedó sin resto.
Las urgencias son cada vez mayores: el dólar oficial está fuertemente retrasado, la inflación es agobiante, hay faltantes de todo tipo –desde alimentos hasta nafta–, no hay reservas en el Banco Central para pagar importaciones y las empresas hacen malabares para mantener su actividad a flote. La única definición hasta ahora es que el Gobierno volverá a partir del 21 de noviembre a mover el tipo de cambio oficial a razón del 3% mensual. Pero es una definición que esconde la postergación de medidas mucho más profundas que, no importa quién gane, tarde o temprano deberán aplicarse, sólo sea para mantener a la sociedad chapoteando en la superficie.
Y todo indica que el Fondo Monetario Internacional (FMI) hará esta vez lo imposible para quedar como garante. La reunión informal que tuvieron los accionistas del organismo de crédito el 30 de octubre último en Washington D.C. es apenas una muestra de lo que puede venir. Según confiaron tres fuentes al tanto de lo que se discutió, la posición generalizada de los países accionistas del FMI hacia la Argentina es ahora mucho más dura de lo que fue en el pasado. A diferencia de lo que sucedió en otros encuentros, esta vez, casi todos los representantes intervinieron con comentarios ante la presentación sobre la Argentina que hizo Gita Gopinath, primera subdirectora gerenta del FMI. Pero además hubo países como Italia, que habitualmente solían tener una posición blanda con el país, que se sumaron al listado de los que ya exigen cambios profundos, para eventualmente aprobar cualquier tipo de nuevo acuerdo. Son los casos de Estados Unidos, Japón, Países Bajos, Alemania, India (especialmente firme) y el Reino Unido, entre otros. Sólo tuvieron palabras condescendientes con el Gobierno los representantes de China, Brasil, México e Irán, en una clara muestra de hacia dónde apuntó la diplomacia argentina en los últimos años o de quienes avalarían eventualmente un status quo.
El consenso del board del FMI –no se puede perder de vista que Estados Unidos lleva la voz cantante, con 16% de los votos y poder de veto– es que no se va a acelerar la próxima revisión del programa del organismo con la Argentina. Todo lo contrario. “Todos los comentarios del encuentro fueron en pos de esperar a ver que dirección y approach [enfoque] toma el gobierno electo”, confió una fuente. “Pero que va a requerir cambios significativos en políticas para reanudar el rumbo hacia la estabilización, y que va a ser mejor no apurar una revisión. La idea es continuar las reuniones con el staff pero pidieron paciencia porque va a llevar tiempo considerar el mejor camino hacia adelante”, agregó. La Argentina debe pagarle al FMI en diciembre unos US$914 millones, pero luego enfrenta vencimientos por más de US$1945 millones tan pronto como en enero. Se abrirá pues a fin de mes un largo y tedioso proceso de negociación. Nadie puede imaginar que será fácil.
De ser electo, Sergio Massa deberá arrancar un elaborado proceso de seducción. El diálogo del FMI con el Gobierno se cortó por completo tan pronto como el ministro-candidato comenzó con los anuncios del “plan platita” que le permitieron hoy estar compitiendo, con muchas chances, en un balotaje. Los comentarios que hicieron algunos de los presentes en la reunión del FMI no fueron precisamente halagadores del plan: “Las medidas recientes dañaron la credibilidad y hay riesgos de que se tomen más medidas que alejen más el cumplimiento de las metas”, advirtieron, según reprodujo una fuente al tanto de lo que sucedió en la reunión privada. En algún momento, el FMI nos pasará la cuenta. Y habrá que hacerse cargo.
Intentar dar algo de certidumbre en lo económico ni bien se defina la elección será uno de los grandes desafíos del candidato ganador. Hasta ahora, ninguno de los dos reveló siquiera quién será su ministro de Economía. Tiene lógica, nadie quiere exponer a azotes de la campaña –que además se caracteriza en esta ocasión por una virulencia extrema– a la figura del gabinete que, el 10 de diciembre, deberá estar más entera. Ya tendrá batallas de sobra para dar.
En el caso de Javier Milei, no hay quién conozca el nombre de un eventual jefe de Hacienda ni siquiera quienes están trabajando en su plan de dolarización, que, pese a los embates de académicos, sigue vigente. ¿Lo tiene al nombre? Nadie lo sabe. “El plan de dolarización de Emilio Ocampo no es algo improvisado, es un plan consistente, que se irá aplicando por etapas en función de cómo se reciba la economía. Si no están los dólares al principio, hay un plan de transición para ir avanzando de a poco”, aseguró una fuente cercana al candidato libertario. “Pero, a diferencia de cualquier otro presidente, acá Milei no cree en otra cosa que en una dolarización. Más allá de quién sea su ministro, el presidente es el que está convencido”, ilustró. El nombre del expresidente del Banco Central (BCRA) del macrismo Federico Sturzenegger es uno de los que más suenan para ocupar el cargo. Pero hasta ahora no habría habido ofrecimientos firmes. Su nombre, sin embargo, es uno de los que el propio Milei habría deslizado en conversaciones con el expresidente Mauricio Macri, quien por su parte habría sugerido otros, como los de Luciano Laspina –jefe de los economistas que acompañaron gran parte de la campaña a Patricia Bullrich–, o Guido Sandleris, expresidente del BCRA en el último tramo del gobierno de Juntos por el Cambio.
El desafío parecería ser entonces que cualquiera de estos nombres comulgue en gran medida con el plan de Ocampo, que fue hace pocos días refrendado por Milei en un posteo en la red social X. Ocampo prevé en principio un rápido levantamiento del cepo, pero únicamente para el flujo de divisas del mercado de cambios, no así del stock, y con algunos controles, como las que en su momento había aplicado el gobierno de Cambiemos en 2015: por ejemplo, con límites de montos en un comienzo para la formación de activo externos. En esa época, no se podían comprar más de US$2 millones por mes. Hubo en estos días contactos informales con representantes de cerealeras para, tal como sucediera en 2015, indagar si habría una oferta diaria firme de divisas por parte del agro para contener cualquier corrida.
También en el espacio de Milei trabajan con la hipótesis de, previa dolarización, habilitar la libre circulación del dólar, para que pueda tomarse como medio de pago en cualquier transacción. Y se trabaja en paralelo con la hipótesis de un recorte fiscal, para lo cual se buscará una nueva fórmula de actualización de los haberes jubilatorios.
De cualquier manera, si gana, no será fácil para Milei administrar la ansiedad de una sociedad que ya lleva meses de indefiniciones. Tal como está sucediendo en gran parte de los países de la región, con las presidencias de Gabriel Boric (Chile) o Gustavo Petro (Colombia), que apenas comenzaron su gestión rápidamente agotaron sus días de luna de miel, es muy probable que el umbral de tolerancia de los argentinos para ver resultados tampoco sea demasiado alto.
“Hay mucha ansiedad, mucho miedo entre los empresarios por la incertidumbre que representa Milei. No sé cómo va a lograr calmarlos si le va bien”, confiaba esta semana un hombre del mercado, tal vez, de los más experimentados. En el sector financiero consideran que el mercado descuenta de hecho una victoria de Massa, de ahí la leve estabilidad cambiaria de las últimas jornadas. Es cierto que los férreos controles cambiarios hicieron su parte –los formales o elegantes y los informales o más patoteriles–, pero también para el mercado Massa es al menos un terreno que ya está explorado, un “malo conocido”.
Pero el candidato de Unión por la Patria, aunque favorito de un sector del empresariado, sobre todo el industrial, tampoco ofreció hasta ahora demasiadas definiciones sobre lo que aspira a hacer. ¿Tiene plan? En privado su gente admite que se vienen inexorablemente tiempos de ortodoxia económica. Pero el recorrido público de Massa deja abierta la puerta para todo tipo de giros políticos.
“De Massa hay dudas de su institucionalidad, se cree que no va a hacer grandes cambios, como los que necesita el país; de Milei, se duda de su capacidad de ejecución”, resumió el presidente de un banco.
Massa, tal como reveló esta semana el periodista Pablo Rossi en LN+, sondeó al excandidato presidencial de Juntos por el Cambio Horacio Rodríguez Larreta para que se haga cargo de la cartera económica. Larreta lo comentó con su círculo más chico. No todos estaban disgustados con la idea… Pero sería Larreta quien estaría apuntado ahora en otra dirección, con la idea de armar una oposición moderada dentro de Juntos.
“No se sabe cuánto Massa le ofrece a Larreta elegir el nombre del ministro de Economía sólo para captar electores de centro, porque busca un Remes [Lenicov, exministro de Eduardo Duhalde] que haga el trabajo sucio o porque quiere evitar que Mauricio Macri le saque algunos nombres”, especuló una fuente del entorno del jefe de Gobierno de la Ciudad.
Cerca de Massa, entretanto, siguen haciendo fuerza para el candidato termine de ungir a dos de los nombres más fuertes que hay en el mercado y que estarían dispuestos a sumarse: Martín Redrado, como posible presidente del Banco Central, y Carlos Melconian, como jefe de Hacienda. Se descuenta, no obstante, que hombres como Guillermo Michel (hoy en Aduana), Lisandro Cleri (Banco Central), Leonardo Madcur (Economía), y Marco Lavagna (Indec) seguirán teniendo gran injerencia en la mesa chica de las decisiones económicas de Massa. También son cada vez más los nombres de economistas que se acercan.
A tan pocos días de la definición, sin embargo, ni Massa ni Milei parecen preparados para satisfacer la ansías de certezas que se cementan hace meses. Debieran saber que, más temprano que tarde, deberán dar respuestas.
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