El plan de estímulo de Europa pone a prueba la recuperación de EE.UU.
El lanzamiento la semana pasada de un agresivo programa de estímulo de más de 1 billón de euros en bonos por parte del Banco Central Europeo plantea una prueba importante para la economía de Estados Unidos y la Reserva Federal del país.
El nuevo plan de Europa de imprimir dinero (y la resultante caída del euro) significa que la economía de EE.UU. debe lidiar con un dólar que se fortalece rápidamente y que encarecerá los bienes estadounidenses en el extranjero.
Un dólar en alza podría desacelerar tanto el crecimiento en EE.UU. como la inflación en ese país, lo que le daría a la Fed cierto incentivo para posponer su plan de elevar este año las tasas de interés a corto plazo, que se encuentran en cerca de cero.
Funcionarios estadounidenses le han restado importancia a un escenario así, y de forma más general, se resisten a hablar de una guerra de divisas global, es decir, las devaluaciones competitivas que realizan los países ansiosos por mantener sus monedas lo más depreciadas posibles para proteger sus exportaciones.
El dólar subió luego del anuncio del jueves del BCE de lanzar un programa de compra de bonos de 60.000 millones de euros al mes, algo que se conoce como flexibilización cuantitativa, o QE por sus siglas en inglés. Ese plan llenará el sistema financiero de la zona euro con euros creados por el banco central para comprar bonos del sector público y privado. Se espera que eso estimule el crecimiento al abaratar los bienes y servicios europeos alrededor del mundo.
En el último año, el dólar ya ha ganado 15% frente a las divisas de los principales socios comerciales de EE.UU. Entre los factores que han impulsado el alza está el sólido desempeño de la economía estadounidense en medio de una desaceleración global, así como señales de la Fed de una posible alza este año de las tasas de interés.
Un dólar más fuerte tiene tres implicaciones importantes para la economía estadounidense, los mercados y los estrategas de divisas. Primero, modera la inflación justo cuando la Fed está tratando de elevarla a cerca de 2%. Segundo, perjudica las exportaciones y por tanto el crecimiento económico. Por último, el atractivo de los activos financieros estadounidenses podría calentar los mercados en momentos en que los reguladores se mantienen vigilantes de la formación de peligrosas burbujas de activos.
EE.UU. no está en posición de servir como el motor económico del mundo, como lo hizo en periodos pasados como finales de los años 90, ya que ha tenido problemas en alcanzar una tasa de crecimiento de 3% desde fines de la recesión a mediados de 2009.
"La Fed tiene el desafío de navegar unas corrientes cruzadas enormes", dijo Bruce Kasman, economista jefe de J.P. Morgan Chase.
Kasman señaló que lo que más le preocupaba eran los efectos sobre la inflación. Por 31 meses consecutivos, el índice de precios al consumidor de EE.UU. ha permanecido por debajo de la meta de 2% de la Fed. Los precios subieron apenas 1,2% interanual en noviembre, según la medida preferida por el banco central.
Los analistas de J.P. Morgan creen que el dólar más fuerte se ha vuelto un factor cada vez más importante. El banco estima que los precios de los bienes estadounidenses importados bajaron 1,7% en enero frente al año previo, un factor que los analistas dicen está estrechamente asociado con una divisa más apreciada, lo cual mantiene a la baja los precios de las importaciones.
EE.UU., en efecto, está importando algo de las presiones descendentes de la inflación del mundo a través de los movimientos de divisas. J.P. Morgan proyecta que la Fed elevará las tasas de interés a corto plazo en junio, pero Kasman señaló que estaba indeciso debido a las recientes presiones bajistas sobre la inflación. "Es muy difícil predecir en este momento", agregó.
Funcionarios de la Fed dicen que no están muy preocupados sobre los efectos de un dólar más fuerte sobre un crecimiento económico más general, al menos por ahora.
Las exportaciones equivalen a 13% de la actividad económica de EE.UU. Aunque un dólar fuerte pesa sobre las exportaciones, el impacto en la economía en general es limitado. Es más, podría ser contrarrestado con el beneficio que reciben los consumidores estadounidenses de los precios más bajos de la gasolina.
Muchos funcionarios estadounidenses dicen en privado que prefieren un socio comercial europeo fuerte (incluso a costa de algunas exportaciones) que una Europa débil con los riesgos asociados al crecimiento y la estabilidad financiera global.
Analistas ven otros beneficios al programa de compra de activos del BCE. Probablemente reduzcan los costos de endeudamiento a nivel mundial, dice Kiran Ganesh, estratega de activos cruzados en UBS Wealth Management, que supervisa US$1 billón. Los inversionistas que están a la caza de mejores rendimientos se sienten atraídos por los bonos del Depar-tamento del Tesoro estadounidense, lo que reducirá los costos del crédito en EE.UU., dijo.
"Sobre una base general, la flexibilización cuantitativa del BCE beneficia a EE.UU.", agregó.
Incluso si la Fed se sintiera amenazada por la decisión del BCE, sería difícil que sus funcionarios se opusieran de forma activa a ese tipo de estímulo debido a que apoyaron la flexibilización cuantitativa en EE.UU. y otros países.
"La política no es ‘empobrezca al vecino’, sino son una suma de acciones positivas para ‘enriquecer al vecino’", dijo en marzo de 2013 el entonces presidente de la Fed, Ben Bernanke, en el London School of Economics. En esa época, el banco central estadounidense había lanzado una tercera ronda de compra de bonos, lo que llevó su portafolio de activos a casi US$4,5 billones.
En noviembre, hablando ante banqueros franceses en París, la presidenta actual de la Fed, Janet Yellen, dijo que "los bancos centrales necesitan estar preparados para emplear todas las herramientas disponibles, incluyendo políticas poco convencionales, con el fin de apoyar el crecimiento económico y para alcanzar los objetivos de inflación".
El Banco de Japón intensificó su propio programa de flexibilización cuantitativa en el tercer trimestre, y el Banco Popular de China ha relajado el crédito de cara a una desaceleración del crecimiento económico.
Funcionarios del BCE han insistido que no apuntan a la tasa de cambio del euro cuando establecen su política monetaria. De todas formas, los estrategas europeos han usado una retórica que ha depreciado el valor del euro desde principios del año pasado, cuando la moneda llegó a US$1,40 frente al dólar, un nivel que ha amenazado con ahogar las exportaciones en momentos en que la zona euro tiene problemas para recuperarse de un par de recesiones.
—Mike Cherney, Brian Blackstone y James Ramage contribuyeron a este artículo.
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