El plan analgésico y antiinflamatorio del kirchnerismo
La economía argentina presenta cuatro desequilibrios macroeconómicos: 1) insuficiencia de divisas aún con control de cambios; 2) creciente déficit fiscal, de 6,0% del PBI, financiado casi en forma exclusiva por el BCRA tanto en pesos como en dólares; 3) política monetaria, sin programa ni metas, que genera alta inflación y tasas de interés reales negativas, que desestimulan el ahorro en pesos, y 4) fuertes distorsiones de precios relativos, en particular atraso cambiario (que agrava el primer desequilibrio) y tarifario (que agrava el segundo). A estos problemas se suman intervenciones del Estado sumamente distorsivas en sectores clave, que han dejado a la producción agropecuaria y energética muy lejos de su potencial y un Indek con estadísticas falseadas, sobre las cuales se basa el Gobierno para hacer la política económica de un "país imaginario".
Todo lo anterior genera una alta incertidumbre, que afecta la tasa de crecimiento potencial y el bienestar de los argentinos y produce una caída del PBI, este año, de entre 1,5 y 2,0% con una inflación, medida de diciembre a diciembre, de 38% (frente a los números oficiales de 0,5 y 24%).
En este contexto, el Gobierno con el monocomando de la política económica (y algo más) de Axel Kicillof tiene una estrategia para mantener el máximo poder político posible post 2015. Por un lado, sabe que debe profundizar el populismo en pos de mantener el apoyo de su núcleo duro de votantes, lo que implica que no corregirá los desbalances antes mencionados. Por otro, sabe que debe evitar una crisis macro terminal (consecuencia de los desequilibrios) porque ésta evaporaría el poder político del kirchnerismo.
Con subordinación de la economía a la política, ya sin Fábrega al frente del BCRA y con un equipo de colaboradores (verdaderos "soldados" de Axel Kicillof), el ministro puso en marcha un conjunto de medidas-parche, que hemos denominado el Plan AA (Analgésico y Antiinflamatorio) o Plan "calmante". Para aliviar la enfermedad del drenaje de reservas internacionales, Axel recurrió a préstamos transitorios de los bancos de China y Francia, a un anticipo de dólares de las cerealeras, a la licitación del 4G (¿un regalo?) y a la aprobación exprés de la ley de hidrocarburos, para facilitar que YPF consiga que ingresen algunos dólares antes del 10 de diciembre de 2015.
Además, ahora acaba de lanzar el pago anticipado del Boden 2015, el canje por el Bonar 2024 y la emisión del Bonar 2024, todo lo cual sugiere que no hay intención oficial de arreglar con los holdouts.
Para apuntalar la actividad y salir de la recesión, Axel mantiene una política fiscal ultraexpansiva, en la que el tamaño del Estado y el déficit fiscal crecen 1,5% del PBI por año y, a su vez, intenta apuntalar el crédito con el Ahora 12, el Procreauto, el Procrear, etcétera y, sobre todo, esterilizando menos moneda (el objetivo: menos Lebac y Nobac y más capacidad prestable para los bancos).
Para mantener contenida la inflación, Axel no sólo devalúa mucho menos que la inflación oficial, sino que sigue atrasando las tarifas e intenta mantener lo más contenida posible la brecha cambiaria. El plan AA ayuda a "anestesiar" el riesgo de una crisis cambiaria y/o de descontrol nominal. Ha contribuido a descomprimir las tensiones de corto plazo y a reducir la posibilidad de crisis en 2015, pero a costa de agravar la "herencia" que recibirá el próximo gobierno.
Riesgos en la transición
Sin embargo, existen riesgos en la transición hasta el fin del mandato de CFK: 1) que el desprecio por la emisión de moneda y la obsesión por mantener una política fiscal ultraexpansiva lleve en noviembre/diciembre a un financiamiento monetario para el Tesoro de $ 60.000 a $ 70.000 millones (17% de la base monetaria) que puede poner en riesgo la actual brecha cambiaria y la inflación de 2% mensual; 2) que se compliquen las paritarias de marzo/abril, con un sindicalismo que intente recuperar la pérdida del salario real de 2014; 3) que los instrumentos para intentar salir de la recesión no tengan éxito alguno, y 4) que si la actividad no repunta y el desempleo sigue aumentando, se intensifique la conflictividad social.
En resumen, con los fundamentals macro muy deteriorados y el nacional populismo que "ya no da más", el Gobierno intenta evitar una crisis con el plan AA, pero la apuesta es riesgosa (hay que recordar que a la larga la "macro siempre se venga", lo que se desconoce es cuándo). Si bien ha disminuido (por ahora) la probabilidad de una crisis terminal, el riesgo es que la infección del paciente no pueda ser contenida sólo con analgésicos y antiinflamatorios, tienda a generalizarse y termine desencadenando una "septicemia".
¿Y los holdouts? Bien, gracias. Tarea que le quedará al próximo gobierno. Los calmantes para apuntalar transitoriamente las reservas por ahora alcanzan, y el valor político de mantener el lema "patria o buitres" excede la necesidad de salir a "mangar" afuera. En este contexto, en su "país imaginario", el Gobierno espera para 2015 un crecimiento de entre 2,8 y 3,0% con una inflación de 15,6%, mientras nosotros esperamos una caída del PBI de entre 1 y 1,5% y una inflación de 35% entre los meses de diciembre de cada año.