El petróleo y la bolsa, una pareja que asusta
Este año, las bolsas y los precios del petróleo se han movido al unísono, un acoplamiento poco común que resalta los crecientes temores en torno a la salud de la economía global.
Cuando los precios del crudo se derrumbaron en las primeras semanas de 2016, los principales índices bursátiles de todo el mundo registraron uno de los peores comienzos de año de la historia. El lunes, el petróleo y las bolsas volvieron a caer. La cotización del crudo Brent, la referencia internacional del mercado, descendió 5,2%, a US$30,50 el barril, mientras que los indicadores líderes de Europa y Estados Unidos cerraron a la baja.
Durante el último mes, la correlación entre los movimientos diarios del precio del Brent y el índice S&P 500, que agrupa a las mayores empresas que cotizan en EE.UU., fue de 0,97, la más estrecha para un período comparable en los últimos 26 años, según datos examinados por The Wall Street Journal. Una correlación de 1 significa que los precios del petróleo y las acciones se mueven en la misma dirección, mientras que una correlación de menos 1 implica que se mueven en direcciones opuestas.
Los vínculos inusualmente estrechos entre ambos mercados reflejan un hilo en común: el temor a que el enfriamiento de la economía china empuje a la economía global hacia una recesión. No obstante, en su empeño por tratar de averiguar a qué extremos puede llegar la situación, los inversionistas han exacerbado el pesimismo.
La reciente tendencia representa un cambio en la dinámica del colapso del precio del petróleo, que ya lleva 19 meses. Los operadores, que durante un largo tiempo se habían preocupado por un exceso de suministro en el mercado, ahora también tienen dudas en torno a la demanda.
"Entre los inversionistas hay una mentalidad de ciclo vicioso", indica François Savary, director de inversión de Prime Partners, una firma suiza de inversión que administra activos del orden de los US$2.600 millones.
Incluso en las regiones productoras de petróleo, como Medio Oriente, el ánimo ha cambiado. Ramesh Manglani, un empresario de Dubai, jamás se fijaba en el precio del crudo cuando invertía en acciones, a pesar de la influencia de la energía en la región y sus empresas. "Todo cambió en el último año", reconoce Manglani, que lleva una década invirtiendo en la bolsa. "Lo primero que hago en la mañana es revisar los precios del petróleo y los mercados asiáticos", señala.
La correlación entre el petróleo y las acciones ha sido más estrecha durante las recesiones. Cuando la crisis financiera arreciaba en 2008, la correlación ascendió a 0,8.
La tendencia podría reflejar la propensión de los inversionistas a desprenderse de sus activos de mayor riesgo.
En la actualidad, las recientes oscilaciones del petróleo están obligando a algunos inversionistas a vender acciones, debido a que miden el riesgo en sus portafolios de acuerdo con la volatilidad de una gama de activos, según Jonathan Golub, estratega jefe de renta variable de RBC Capital Markets. "Siempre y cuando el petróleo sea volátil, acapare los titulares y esté bajo presión, será el motor más importante" de las acciones, afirma.
Las acciones no son los únicos activos que tienen una relación estrecha con los precios del crudo. El cobre y los bonos de empresas han seguido caminos parecidos a los del petróleo en los últimos meses ante los temores sobre la economía mundial. Las correlaciones entre el crudo y los indicadores de crédito se han acercado a 1 en las últimas semanas, según Citigroup.
La mayoría de los economistas no prevé una recesión global. Aun así, la creciente correlación es una nueva señal proveniente de los mercados de que el crecimiento podría frenarse en forma precipitada. "El crudo y las acciones están correlacionados por un solo tema: el temor a una desaceleración del crecimiento", manifiesta Rob Haworth, estratega de inversión sénior de U.S. Bank Wealth Management, que gestiona activos por cerca de US$128.000 millones.
Hasta mediados del año pasado, la mayoría de las bolsas registraba un alza pese a la caída del petróleo. La mayoría pensaba que el declive del crudo reflejaba un exceso de oferta en momentos en que productores de lugares como Texas y Arabia Saudita inundaban el mercado. Sin embargo, una serie de datos negativos sobre la economía china divulgados en agosto volcaron el foco hacia la demanda. La segunda economía del mundo consume cerca de 12% del petróleo del mundo, sólo superada por EE.UU.
China ha sido desde hace tiempo la principal fuente de crecimiento de la demanda de petróleo. Tal crecimiento, no obstante, se reduciría a la mitad este año, según la Agencia Internacional de Energía.
Un descenso en los precios del crudo debería beneficiar a buena parte de la bolsa, dicen analistas. El abaratamiento de la energía se compara habitualmente con el efecto de un recorte de impuestos por su capacidad para estimular el consumo puesto que las personas tienen más dinero en sus bolsillos.
No obstante, una serie de cifras como las ventas minoristas en EE.UU. sugieren que la prevista inyección de la caída del petróleo sobre el consumo no se ha concretado. Incluso los sectores que supuestamente se beneficiarían del crudo barato han tenido un comienzo de año para el olvido. Las aerolíneas que son parte del S&P 500, por ejemplo, acumulan un descenso de 9% este año, lo que supera el retroceso del índice de 7%.
El precio de los contratos Brent ha bajado 16% este año, una caída que ha perjudicado a los países dependientes de las exportaciones de petróleo, desde Medio Oriente a Asia Central, cuyos fondos soberanos son grandes inversionistas en acciones globales. J.P. Morgan calcula que estos fondos podrían vender US$75.000 millones en acciones este año con el fin de apuntalar las finanzas de sus países.
"En promedio, un petróleo más barato debiera ser positivo para la economía", dice Valentijn van Nieuwenhuijzen, director de estrategia multiactivos de la gestora de fondos holandesa NN Investment Partners. "Pero en este tipo de mercado, lo que importa no es el promedio, sino el temor a lo desconocido".
Nikhil Lohade en Dubai y Ben Eisen en Nueva York contribuyeron a este artículo.
The Wall Street Journal