El panorama es (relativamente) bueno para la moneda común europea
Los últimos 18 meses han sido muy agitados para la moneda única europea, pero sus perspectivas son más brillantes ahora de lo que han sido últimamente.
De hecho, algunos analistas están diciendo que si los políticos de la región pueden evitar el desastre en una cumbre clave que se celebrará este mes, lo peor de la crisis del euro podría haber terminado.
Desde comienzos de este año, el euro ha subido 1,3% sobre una base ponderada según el comercio y 3,8% con respecto al dólar. Su cotización de US$1,387 al cierre del miércoles está un poco por encima del nivel de US$1,35 que muchos analistas habían pronosticado para fines de año.
"El desafío financiero parece mucho menos serio que hace un par de meses", señala John Normand, jefe de estrategia cambiaria en J.P. Morgan Chase & Co. en Londres, refiriéndose a la crisis de la deuda soberana europea. "El gran cambio se produjo cuando los líderes europeos se dieron cuenta de que necesitan una solución más amplia para el problema de la deuda".
Mucho depende ahora de la cumbre que se realizará el 24 y 25 de marzo en Hungría, en la cual los 17 países de la zona euro analizarán la posibilidad de que Alemania y otros miembros centrales financien un fondo permanente y más grande para los socios más débiles a cambio de más influencia en la política económica de la región.
Es poco probable que cualquier acuerdo al que se llegue sea lo suficientemente amplio como para terminar con las preocupaciones del mercado respecto a la deuda soberana de Europa. Normand, sin embargo, piensa que un pacto que cumpla con las pretensiones de los países núcleo podría ser suficiente para convencer a los mercados de que la actual situación del financiamiento soberano es "manejable".
Pero algo más también ha cambiado. La inflación de la zona euro, que en enero llegó a una tasa anual de 2,3%, está por encima de la meta de mediano plazo del Banco Central Europeo (BCE) por primera vez desde la crisis financiera de 2008 y está presionando a la entidad para que eleve las tasas.
El presidente del banco, Jean-Claude Trichet, sostiene que la inflación ha subido en gran parte debido a los precios de la energía y los alimentos, que están determinados por la economía global. Pero hay crecientes señales de preocupación entre los integrantes del consejo de gobierno del BCE.
Uno de sus integrantes, Lorenzo Bini Smaghi, dijo en un reciente discurso que la inflación "probablemente sea de una naturaleza diferente a la del pasado", mientras que el presidente del banco central holandés, Nout Wellink, indicó hace poco que "el panorama completo no es uno que me guste mucho".
La curva a futuro para las tasas a tres meses refleja la expectativa de que el BCE suba su principal tasa de refinanciación a fines del tercer trimestre. Podría haber, sin embargo, más de lo que salta a la vista en algunos comentarios recientes provenientes del banco. La carrera para suceder a Trichet en octubre está abierta tras la decisión del presidente del Bundesbank alemán, Axel Weber, de renunciar en abril. Los posibles candidatos, como Wellink, el italiano Mario Draghi y el luxemburgués Yves Mersch, han dado a conocer opiniones "germánicas" en los últimos días respecto a la política monetaria.
"Se arriesga a que haya más confusión… al crear expectativas que no están garantizadas", dice Jacques Cailloux, economista de Royal Bank of Scotland, respecto a esas posturas. Piensa que el BCE no necesitará subir las tasas hasta el cuarto trimestre. Sobre las advertencias inflacionarias, dice que "si son genuinas, está bien, pero si no lo son, es un juego peligroso".
Cualquier incremento de las tasas de interés probablemente amplíe el diferencial de tasas con Estados Unidos, lo que respaldaría al euro frente al dólar, dicen los analistas. Roberto Mialich, estratega cambiario de Unicredit en Milán, considera que EE.UU. no necesitará subir las tasas antes de 2012.
Incluso el escenario más optimista dejaría a la zona euro con una economía muy endeudada y de bajo crecimiento, con una población envejecida y sin una estrategia convincente para competir con los mercados emergentes. Pero eso es mejor que las profecías sobre desastres y rupturas que dominaron el año pasado y que aún circulan
The Wall Street Journal