El Palomar vs. Río Hondo: la grieta también llega a los aeropuertos
La estación bonaerense, impulsada por el macrismo, llegó a trasladar 1,7 millones de pasajeros en 2019 y fue cerrada; la terminal santiagueña, movió 8000 viajeros ese mismo año y ayer fue sumada al sistema nacional de aeropuertos
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Hace poco más de tres años fue la estrella de la “revolución de los aviones”, al punto que el Aeropuerto de El Palomar llegó a trasladar 1,7 millones de pasajeros en 2019 (un crecimiento de 141% respecto del año anterior), frente a 12,3 millones de pasajeros de Aeroparque. Eran otras épocas. Hoy, solo hay candados, portones cerrados y guardias. “Está cerrado señor. Hasta nuevo aviso”, dijo a LA NACION uno de ellos, apostado en una garita donde antes entraban y salían viajeros que llegaban atraídos por las tarifas de las aerolíneas low cost.
Este cierre se choca con otra decisión importante del Gobierno. Mientras en El Palomar crece el pasto y amanece el óxido, el Poder Ejecutivo incluyó en la concesión de Aeropuertos Argentina 2000 la explotación de la estación de Termas de Río Hondo. Solo para comparar, mientras el bonaerense tuvo en 2019 exactamente 11.625 movimientos -despegue o aterrizaje de un avión en un aeropuerto-, de los cuales 9695 fueron comerciales, el santiagueño reportó 143. Pero el Gobierno decidió mantener abierto aquel y no este. Esta decisión la tomó el Organismo de Regulación del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna) y la firmó Carlos Pedro Mario Aníbal Lugones Aignasse, presidente del órgano de control. Las casualidades meten la cola en algunos actos administrativos. El hombre es santiagueño, cercano al gobernador Gerardo Zamora. Cosas que pasan.
No hubo caso, el primer aeropuerto de bajo costo de América Latina nació en medio de la grieta que separa en dos mitades la visión de casi cualquier proyecto en la Argentina. Derrotada la facción que lo abrió, la otra lo cerró.
Ya pocos defienden la estación. Apenas un pasacalle convoca a una marcha el 10 de abril para impulsar la apertura. Ni siquiera las aerolíneas, que fueron seducidas por la comodidad del aeropuerto porteño, toman la capa y la espada con la que alguna vez salían en defensa. JetSmart y Flybondi ya no son aquellos abogados defensores que argumentaban para que la estación permanezca en servicio. A esto se suma la decisión del Gobierno, o de La Cámpora, mejor dicho, que es quien maneja los hilos del mundo aerocomercial desde el despacho del senador Mariano Recalde, que impulsados por los gremios, siempre rechazaron la apertura de El Palomar.
La estación de pasajeros, inaugurada en febrero de 2018, se instaló rápidamente como un destino cotizado por millones de viajeros. Su ubicación (en pleno Oeste de la provincia de Buenos Aires), su accesibilidad -es el único aeropuerto metropolitano al que se accede por tren- y la oferta de las low cost le dieron rápidamente identidad al lugar.
Pero perdió el macrismo, llegó la pandemia y las voces críticas se levantaron en masa. Fue uno de los lugares donde se operó la repatriación de argentinos con los aviones Hércules de la Fuerza Aérea en medio de la emergencia de las fronteras cerradas. Nadie aludió entonces a problemas sanitarios. Pero después, cuando los vuelos regresaron a Ezeiza, los argumentos de que no era conveniente mantener esa operación se sedimentaron con la queja de algunos vecinos. A todo se adiciona el simbolismo que el kirchnerismo le da a deshacer lo construido por otros. El cierre definitivo parece ahora algo inexorable.
La doble vara
Como se dijo, quizá la mejor manera de entender la discrecionalidad de la decisión sea tomar la comparación que se volvió actual estos días cuando en el Boletín Oficial se conoció que el Orsna incluía el aeropuerto de Santiago del Estero en el contrato de Aeropuertos Argentina 2000. El punto es que esta decisión da por tierra gran parte de los argumentos esgrimidos por el Gobierno a la hora de poner candados en Morón.
“Incorporar, al Grupo A de Terminales Aéreas del Sistema Nacional de Aeropuertos al Aeropuerto Internacional “Termas de Río Hondo”, en los términos de lo dispuesto por la Cláusula 4.3 del contrato de concesión suscripto entre el estado Nacional y AA2000 y aprobado por el Decreto 163/98″, dice la resolución 27/2021 publicada ayer en el Boletín Oficial.
Termas de Río Hondo fue inaugurado por Cristina Kirchner en 2012, mientras que El Palomar, en 2018 por Mauricio Macri, al menos para la actividad comercial. Las diferencias de pasajeros de uno y otro son abismales. En 2019, la estación santiagueña reportó 8000 pasajeros al año con dos vuelos por semana, mientras que la bonaerense, 1,7 millones.
Uno de los argumentos más importantes que esgrimió el Gobierno fue que había dos aeropuertos cercanos. No parece haberse tomado en cuenta ahora. Es verdad que en la Zona Metropolitana están Ezeiza y Aeroparque, aunque no menos cierto es que, mientras estuvo abierto, las estaciones sumaron todas más pasajeros. Pero esa vara no se aplicó para mantener la operación aquella. El aeropuerto de Río Hondo queda a 80 kilómetros del de Tucumán y a 71 del de Santiago del Estero. Una romería de aeropuertos en la zona.
En octubre del año pasado, el ministro de Transporte, Mario Meoni, se reunió con los intendentes de Morón, Hurlingham, Ituzaingó y Tres de Febrero, Lucas Ghi, Juan Zabaleta, Alberto Descalzo y Diego Valenzuela. Les dijo que iban a mantener la operación del aeropuerto.
Después de aquel encuentro, fuentes del ministerio le informaron a Télam que se iba a “realizar un estudio serio, cuyo objetivo sea analizar con claridad la sustentabilidad de la operación que lleva adelante el aeropuerto”. Aclararon que ese estudio consideraría variables como la cantidad de vuelos en relación a los pasajeros e inversión, y también se determinaría el estado técnico real de la terminal.
Por ahora, Carlos Pedro Mario Aníbal Lugones Aignasse, presidente del Orsna, se inclinó por darle la venia al aeropuerto de su provincia, Santiago del Estero. Ghi, Zabaleta, Descalzo y Valenzuela tienen la solución a su alcance: contratar al intendente de Río Hondo para que los asesore. Logró para sus 8000 pasajeros por año lo que no pudieron los bonaerenses para 1,7 millones.
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