El pacto de Córdoba 2024 y los de la Moncloa 1977

¿En qué se parecen el Pacto de Córdoba lanzado por el presidente Milei el pasado 1° de marzo y los Pactos de la Moncloa firmados en España en octubre de 1977? En que son acuerdos políticos sin representación corporativa, empresaria o sindical. Lo cual, en aquel entonces en España y hoy en la Argentina, debe verse como un activo, no como una carencia.

Adolfo Suárez, entonces jefe del gobierno español, tuvo gran mérito por haber logrado sentar en una misma mesa a Manuel Fraga Iribarne y a Santiago Carrillo. Lo primero debe haber sido más fácil que lo segundo, pues Carrillo era el líder del partido comunista. Ninguno de los tres mencionados redactó los Pactos de la Moncloa, los cuales fueron elaborados por un grupo de economistas, liderados por Enrique Fuentes Quintana, funcionario del Banco Central, que venía de la época final de Francisco Franco.

¿Cuál es la importancia de que el pacto sea político y no corporativo o mixto? Que cualquier acuerdo que incluya la eliminación y/o disminución de beneficios sectoriales o regionales demanda decisiones políticas de difícil consenso con los sectores afectados. El coraje político implica hacer lo que haya que hacer sin pedir permiso; esto no es un piedra libre, de espaldas a la gente, sino implementar decisiones políticamente incorrectas cuando resultan necesarias.

El Pacto de Córdoba, que el gobierno nacional espera que se firme el 25 de mayo próximo, consta de 10 principios cuya efectividad práctica depende de cómo se transforme el enunciado original en términos de leyes, decretos, etc. Ejemplo: ¿qué quiere decir que la propiedad privada es inviolable: que la toma de tierras es ilegal, que no se podrán crear nuevos impuestos o aumentar las alícuotas de los existentes?

¿Por qué esperar hasta el 25 de mayo? Seguramente que algunas iniciativas se podrán encarar antes, y probablemente se las encare. La política económica dejó de ser un planteo grandioso y simultáneo para convertirse en una dinámica cotidiana.

Más importante todavía, desde el gobierno nacional la firma del Pacto de Córdoba tiene como prerrequisito la aprobación, por parte del Congreso Nacional, de una nueva versión de la denominada ley ómnibus. Pero si esto es así, por ahora la discusión del contenido y la oportunidad de la firma del Pacto de Córdoba es una cuestión abstracta, casi un lujo, en esta tan fluida y vertiginosa Argentina.

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