El diagnóstico de Marcos Galperin sobre la economía argentina: “El paciente sigue teniendo cáncer, SIDA y obesidad”
El CEO de Mercado Libre y sus reflexiones sobre Javier Milei, los peligros de la “agenda woke” y sus propias inseguridades
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Hasta los megamillonarios reflexionan sobre el camino que no tomaron. Cuando tenía 17 años y acababa de volver de una gira de rugby donde compitió contra dos potencias como Australia y Nueva Zelanda, a Marcos Galperin le ofrecieron una vacante para estudiar en la Escuela de Negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania. “Tuve que elegir”, recuerda el fundador de Mercado Libre, la mayor empresa de pagos y comercio electrónicos de Latinoamérica, desde sus oficinas de Montevideo, la capital uruguaya. “Si volviera a nacer, definitivamente haría carrera en el deporte”, dice Galperin. Sin embargo, ser megamillonario tiene sus compensaciones: el año pasado, Galperin compró a los Miami Sharks, un equipo de rugby de Estados Unidos.
En aquellos años de la década de 1990, al seleccionado de rugby argentino le habría venido muy bien contar con un medio apertura como Galperin, pero tanto su país de origen como Latinoamérica en su conjunto salieron ganando mucho más gracias a que optó por los negocios. Todo lo que se diga sobre el impacto que ha tenido Mercado Libre es poco: en una región de 670 millones de habitantes, el año pasado la empresa contaba con 218 millones de usuarios activos, que compran y venden online y usan Mercado Pago, el servicio de pagos electrónicos de la empresa, para pagar de todo, desde un café al costado de la ruta hasta entradas para la cancha. Galperin se ha convertido en una megaestrella de la escena tecnológica latinoamericana, y con una fortuna que supera los 6000 millones de dólares, es uno de los hombres más ricos de la región. Ya poderoso en los negocios, Galperin también es cada vez más franco y directo en las redes sociales.
Galperin nació en el seno de una familia de dinero tradicional en Argentina: eran dueños de un imperio del cuero. Entusiasmado por la llegada de Internet, Galperin hizo los movimientos clásicos de un aspirante a magnate tecnológico: siguió estudiando en la Escuela de Negocios de la Universidad de Stanford y arrancó su negocio en su garage. Corría el año 1999. Hoy, Mercado Libre tiene una capitalización de mercado de unos 70.000 millones de dólares, lo que la convierte en la segunda empresa más valiosa de las que cotizan en Bolsa en la región, solo detrás de Petrobras, el gigante petrolero de Brasil. Después de luchar durante años por las demoras en las entregas y los frecuentes aumentos de precios de las empresas de correo, Mercado Libre desarrolló una vasta red de entregas propia, y puede jactarse de contar con aviones propios y con la mayor flota de vehículos eléctricos del continente. El año pasado, Marcado Pago procesó pagos por un valor de 183.000 millones de dólares, y tiene otorgadas tarjetas de crédito y préstamos a unos 15 millones de personas, el 60% de las cuales, acota Galperin, nunca antes habían recibido un préstamo.
Pero cuando era joven también sufrió reveses a su autoestima. “Para ser honesto, pensábamos que íbamos a llegar a este punto mucho más rápido”, bromea Galperin, aunque también admite que más de una vez dudó de que Mercado Libre fuera a salir adelante, y destaca “el factor suerte” que tuvo su éxito. “Fueron muchos años de enorme ansiedad, de ver cómo la cuenta en el banco iba bajando mes a mes. Es una sensación horrible”, recuerda el empresario. En 2005, cuando la empresa alcanzó por primera vez a cubrir sus costos, no fue un momento de celebración, sino de alivio.
En línea con eso, en 2014 se quejó de los CEO que usan sus empresas para volverse famosos. Mercado Libre era diferente, decía entonces Galperin. “Queremos que la empresa sea famosa, y cuanto más bajo sea nuestro perfil a título personal, mejor.” Sin embargo, eso cambió…
Hoy Galperin no se guarda nada, sobre todo en Argentina, donde sus posteos en las redes sociales suelen levantar polvareda. La economía argentina es como un deportista que supo ser el mejor del mundo, dice Galperin, “pero que hoy está obeso, es adicto a las drogas, tiene cáncer, SIDA y es alcohólico.” Los años y años de caos económico fueron radicalizando sus posturas, como las de muchos otros argentinos. En 2019, se describió como un demócrata de Bill Clinton. Cinco años después, Galperin apoya al presidente Javier Milei, que se autodefine como “anarcocapitalista”. En noviembre, cuando Milei ganó la elección, Galperin posteó la foto de unas palomas liberándose de sus cadenas, con una sola palabra: “Libres”.
Milei tuvo un arranque impresionante, dice Galperin, y destaca el superávit financiero del primer trimestre, la inflación en descenso y la creciente confianza de los mercados. “Ahora le sacaron el alcohol y las drogas, pero eso también es difícil y doloroso”, dice siguiendo con la metáfora del deportista y en referencia a la recesión provocada por los draconianos recortes del gasto público. Todavía queda mucho por hacer: “El paciente sigue teniendo cáncer, SIDA y obesidad, porque para cambiar eso tenés que reformar un montón de cosas”. A pesar de su sombrío análisis de situación, Galperin reconoce que las chances de éxito de Milei para reformar la economía van aumentando día a día.
Su visión sobre otros temas también responde a su experiencia con la economía argentina. Galperin es fan y tiene plena confianza en las criptomonedas, que pueden comprarse y venderse a través de Mercado Pago, porque asegura que son una mejor reserva de valor que el dólar, el euro o el yen. “Como vengo de Argentina, sé lo que pasa cuando tenés déficit permanente: tu moneda se devalúa”, dice el empresario, pasando por alto los propios altibajos que sufren las cripto.
Y su desconfianza en el Estado es enorme. “En Europa no hay innovación”, dispara, y lo atribuye al exceso de regulaciones. Por el contrario, adora a Israel, “porque demuestra el triunfo del capitalismo, y agrega que en Argentina, todos discuten sobre el capitalismo, en vez de probarlo. También lo preocupa la influencia de la agenda de pensamiento woke, un rasgo sobresaliente del último gobierno peronista de Argentina, y traza una línea directa entre el pensamiento woke, el socialismo y las dictaduras. “Todo empieza con un hermoso discurso sobre la igualdad y termina en autoritarismo y pobreza”.
El éxito es la mejor venganza
Donde Galperin se permite todo y sin pelos en la lengua es en la red social X: ahí mantiene cruces con figuras públicas y usuarios comunes por igual, se burla de sus críticos con memes, manda besitos, y cuestiona a sus detractores por tener acciones de Mercado Libre en sus propias carteras de inversiones. Judío no practicante, Galperin también vocifera su apoyo a Israel en su guerra en Gaza, y descarta la posibilidad de que sus opiniones terminen siendo un riesgo para su empresa. Fuera de Argentina, dice Galperin, a nadie le importa lo que diga, e insiste en que, en realidad, tampoco es tan lapidario como dicen.
Lo cierto es que Mercado Libre no para de crecer. Galperin dice que a partir del 17 de abril han empezado a contratar a 18.000 empleados nuevos, llevando el plantel de su empresa a los 76.000 empleados. Tal vez ese sea el mejor retruque para sus detractores de izquierda en las redes.
(Traducción de Jaime Arrambide)
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