El otro presidente: quiénes dan por cumplido el ciclo de Alberto Fernández y por qué Massa gana metros cuadrados de poder
La visita secreta de Lacalle Pou encandiló a los empresarios argentinos; la falta de dólares le pone límites al ministro de Economía, quien ya comenzó a desplegar el plan seducción; cómo fue la comida con los embajadores del G-7; debate al rojo vivo entre palomas y halcones corporativos; pelea en puerta con Martín Guzmán
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Santiago Soldati salía exultante con su celular en mano. “Lo conseguí, tengo la foto”, afirmaba sonriente. Las escaleras de la embajada de Uruguay en Buenos Aires estaban totalmente colmadas y la fila tenía luchas encarnizadas de líderes políticos y empresarios para llegar al besamanos presidencial. No se trataba de Alberto Fernández, sino de Luis Lacalle Pou, presidente uruguayo, quien no salía de su asombro. Todos y cada uno de los que lo saludaban este jueves por la noche por el 197° aniversario de la declaración de la independencia nacional de Uruguay le repetían: “Ojalá tuviéramos un presidente como usted”, “necesitamos alguien que una y no que divida”, “gracias por mostrar que se puede cambiar diciendo la verdad”, fueron tan solo algunas de las frases que le esgrimieron.
Otro empresario que aplaudió de pie durante los anuncios de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía fue más allá con un discurso adaptado al contexto: “Ojalá sea Lacalle quien cruce el charco y no mis pares, que cada vez invierten más en Uruguay y menos en la Argentina. Él debería ser nuestro presidente”, ironizó desde el off the record quien hasta hace poco le sonreía a Alberto.
La fila de concurrentes a la embajada de Uruguay daba la vuelta en la avenida Figueroa Alcorta y la mayoría se sorprendía porque Lacalle Pou no estaba anunciado en el encuentro de este jueves por la noche.
Por lo bajo otro de los principales empresarios de la Argentina contaba con asombro lo que está ocurriendo por estos días. “Después de las más que desafortunadas palabras presidenciales y su avasallamiento por las instituciones cursamos una invitación protocolar, pero esperamos que no venga a nuestro próximo lanzamiento. Cuánto más lejos mejor”, graficó. Y agregó que nunca en sus diez años de líder de una de las compañías más grandes del país le había pasado esto: le da lo mismo si el Presidente está o no en la foto. El discurso impredecible de Alberto Fernández es para los empresarios hoy un ciclo cumplido. Ellos ya están en 2023 y allí él no juega para el círculo rojo.
“Nuestro país aún necesita recorrer la separación e independencia de los poderes para ser una verdadera República, no solo formalmente, sino en la práctica diaria”, resumieron en un duro comunicado desde la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa. Bastante más escueto fue el mensaje de IDEA, que invitó a ser responsables y generalizó: “Pedimos a todo el arco político el respeto pleno de los valores republicanos, que se evite la confrontación y que se avance en una agenda alineada con las prioridades del ciudadano común”. El debate interno en las entidades empresariales está al rojo vivo. En privado todos se muestran indignados por la intimidación presidencial al fiscal Diego Luciani, el devenir de Cristina Fernández de Kirchner en el juicio de vialidad y la inflación creciente. En público -para los que aún habitan territorio argentino- pesa más el pragmatismo de sus negocios y el 66% del 2022 que ya transcurrió. Palomas y halcones corporativos están a la orden del día. Algunos alegan que el silencio siempre es la mejor estrategia y otros aseguran que el haber callado durante la gestión k los convirtió en cómplices.
Una excepción se dará el próximo 2 de septiembre en un encuentro que se guarda bajo siete llaves y es el festejo del día de la industria. Será en Neuquén y con Vaca Muerta como telón de fondo. Allí se verán las caras públicamente Massa y Fernández; y Daniel Funes de Rioja, titular de la Unión Industrial Argentina, oficiará de anfitrión. Ese día tomarán el micrófono desde el Gobierno para lanzar formalmente el Gasoducto Néstor Kirchner-del que tanto se habló- y ponerle narrativa a la independencia energética que buscan conseguir en 12 meses. Habrá lugar para una iniciativa industrialista y paralelismos con la llegada del Ferrocarril y un modelo económico a lo Frondizi. Estos dos insumos ya están en el discurso preparado de uno de los cuatro disertantes.
La agenda presidencial continúa por estos días con tiempos ociosos (una o dos actividades oficiales irrelevantes), mientras la del ministro de Economía, avanza casilleros y toma cada vez más metros cuadrados de poder. Por caso, Fernández solo estuvo el jueves en un acto en Escobar (con Alexis Guerrera) y un encuentro con el canciller de la India, además de su desafortunada entrevista televisiva. El viernes no pisó la Casa Rosada.
Massa, en cambio, cerró la semana con una comida el viernes por la noche con los embajadores acreditados en la Argentina que integran el Grupo de los Siete. Allí estaban los representantes de Alemania -quien como presidente del G-7 ofició de anfitrión-, Japón, Estados Unidos, Francia, Canadá, Italia y el Reino Unido.
Nada es casual: Sus países generan más del 40% de los aportes al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y representan un tercio de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios del mundo. El ministro de Economía había ido preparado, en lo que fue su primera prueba antes del viaje a Estados Unidos. Al cierre del encuentro, uno de los embajadores presentes le destacó que, a diferencia de su antecesor, la ideología no había sido el eje sino los números.
Esa misma argumentación prepara para sus reuniones con inversores, el FMI y el gobierno de Joe Biden, en su primer viaje a Washington y Houston, en una gira que tiene un doble objetivo: encaminar la segunda revisión del acuerdo con el Fondo y ampliar los negocios y la oferta de dólares en la Argentina. Se prevé un encuentro con la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva y con el principal asesor de Joe Biden para América Latina, Juan González, con quien mantienen un vínculo cercano. “No quiero a nadie lumpeneando por allá. Así que mis funcionarios irán por el día, o a lo sumo lo justo y necesario para sus respectivas reuniones”, se le escuchó hace pocos días, en su reunión con la mesa chica del gabinete económico que en algunos casos sólo estará en Estados Unidos por 24 horas. Raúl Rigo (secretario de Finanzas), Leonardo Madcur (jefe de asesores) y Gabriel Rubinstein (viceministro) serán los primeros en aterrizar y por más días, porque tienen el seguimiento más técnico. También tienen ticket de despegue confirmado -entre otros- Silvina Batakis -ex ministra- con la idea de disimular su desprolija salida del gobierno y mostrar una teatral cohesión y Flavia Royón, con vistas a Houston y la búsqueda de dólares en desembolsos. En las charlas que vienen empieza a aparecer un nubarrón en lo que puertas adentro llaman “la pesada herencia”, pero no de Mauricio Macri sino de Martín Guzmán. Mientras el exministro avanza sobre los lineamientos de su nuevo think tank nacional desde el que espera exportar servicios a tipo de cambio oficial, Massa y su equipo descubrieron un supuesto “maquillaje de las cuentas del segundo trimestre”, que dejaría mal parado al hombre de La Plata. “Reacomodó los números para que le cerraran y estamos evaluando si contarlo públicamente o no”, afirmó por lo bajo un funcionario massista. Y agregó que “fue muy poco profesional, no solo en la forma, sino en el fondo”. Habrá que ver que pasa en tal caso con la revisión del Fondo.
Mientras tanto, Massa busca recortar el gasto por otros $130.000 millones hasta fin de año, tal como revela Diego Cabot en LA NACION. A las compañías públicas se les pedirá un recorte de entre 3% y 7% en los egresos en términos reales, por lo que las negociaciones están a la orden del día. Pero con eso no alcanza. De ahí se entiende el silencio de provincias clave como la de Buenos Aires, donde saben que el ministro tiene la lapicera que puede cambiarle el mapa político al gobernador Axel Kicillof, de cara a la búsqueda por su reelección. Por el momento, ambos miran para otro lado pero la escasez macro seguramente los encontrará en posiciones antagónicas pronto. Al igual que el verdadero desvelo que puede convertir en pesadilla el sueño presidencial de Massa: la falta de dólares.
Allí es donde las palabras no alcanzan. Un ex ministro del Gobierno de Macri le puso números a la realidad. “Sergio es un experto en ganar tiempo. La verdadera urgencia está en el mercado de cambios. El viernes el Central compró un millón de dólares y las próximas ocho semanas debe comprar al menos 100 millones de dólares por día, pero no le encuentra la vuelta”, disparó. ¿A qué se debe la urgencia?, preguntó LA NACION.
“Porque tiene reservas netas cero. Las líquidas son negativas y eso no es sustentable. Hay que prepararse porque seguramente vengan nuevas deudas escondidas en un relato. Nada que sorprenda en un gobierno signado por la procrastinación”, concluyó. Este diagnóstico coincide con una frase que se escuchó en el quinto piso del Ministerio de Economía. “Si logramos engrosar las reservas y manejar el dólar tenemos la primera batalla ganada. Luego hay que ir por el Plan Israel, la energía, el emprendedurismo, el litio y bajar la inflación”, resumieron. Paradójicamente el mismo argumento de campaña que esgrime Horacio Rodríguez Larreta, quien podría ser su oponente de cara a la próxima elección.
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