El dato que marca que la economía puso proa hacia otro escenario financiero
Los bancos piden cada vez más asistencia al Banco Central para atender necesidades puntuales de liquidez o arbitrar tasas, y responder al sostenido despegue del crédito en pesos, mientras a la vez comienzan a bajar su exposición al sector público.
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El Banco Central (BCRA) enhebró el mes pasado 19 ruedas consecutivas asistiendo financieramente a los bancos vía pases activos, un fenómeno que no se registraba desde hace casi 7 años.
Acuden a esa ventanilla toda clase de entidades: “chicas, grandes, muy grandes”, confiaron desde el ente monetario.
Comenzó a dar tímidamente estos préstamos el miércoles 4, cuando les aportó $531 millones a una tasa nominal anual del 48%, y siguió haciéndolo de manera ininterrumpida hasta el lunes 30 (último dato oficial), día en que les giró $164.436 millones al 45%, ya que había reducido el costo de esa asistencia en 3 puntos desde el viernes 6.
Para dar con un período de auxilio tan sostenido hay que retrotraerse hasta septiembre de 2017, cuando la economía lucía lanzada hacia el crecimiento, antes de que todo se frustrara por la corrida cambiaria que se comenzaría a desatar un semestre más tarde, y el financiamiento vía préstamos estaba en auge.
Ese dato es, junto a la primera baja en largos años que ya en julio mostró la exposición del sistema bancario al riesgo público pese a la migración de pases pasivos a Letras Fiscales de Liquidez (Lefi’s) y la propia caída de ese stock de liquidez “ociosa” con que cuenta el sistema (bajó de $10,24 billones a $9,16 billones -10,3%- en los últimos 30 días-, una señal potente que indica que la economía se encamina hacia otro escenario financiero.
Dicho escenario está vinculado con el dinamismo que tomó y mantiene en los últimos meses la demanda de crédito del sector privado (el total desembolsado pasó de $19,6 billones a $41 billones, +109%, en poco más de cinco meses) en un contexto de estancamiento de los depósitos totales privados, que crecieron de $44 a $63,2 billones en igual lapso (apenas 43,6%).
Esto comienza a obligar a los bancos a subir las tasas que ofrecen a los depositantes por colocaciones a plazo fijo (treparon de un promedio del 35% nominal anual al 40% nominal anual en dos meses) y seguramente también presionará sobre el costo del financiamiento en pesos del Estado.
Son todos síntomas del nuevo escenario financiero que emerge con eje en la recuperación que exhibe la demanda de pesos y el fortalecimiento de la moneda, un efecto sobre el que había alertado el ministro de economía, Luis Caputo, poco más de dos meses atrás, cuando dijo que “en breve la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos”. Obligado horas después a explicar su frase sobre la venta de dólares, dijo que respondía a que, “con el correr del tiempo, va a haber cada vez menos pesos, porque no se emite más por ninguna razón y se absorben pesos por superávit”.
“Una vez más, en competencia de monedas, la moneda fuerte será el peso”, redondeó.
Los bancos, vuelven a ser bancos según JPM. La expansión del credito privado corre a velocidad aún mayor que lo observado en 2017.
— Cristian (@cristiannmillo) September 19, 2024
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Lo que se está viendo es que los bancos están volviendo a “trabajar de bancos” tras largos años de haber quedado atados al financiamiento del Estado y vivir de la “caja” del propio BCRA, que hasta llegó a atar la tasa que pagaban por los plazos fijos a la que recibían por devolverle a esa entidad buena parte del exceso monetario mediante inversiones en Lebac, Leliq y pases pasivos.
“Se empiezan a operar en forma habitual, no en forma generalizada, los pases activos (a tasas del 45% nominal anual) por demanda originada en necesidades puntuales de liquidez o arbitrajes de tasas de acuerdo a las colocaciones de algunas entidades”, explica el economista Hernán Del Villar, titular de la Consultora Alpha y experto en el sistema financiero.
Es algo que, vaticina, se hará más habitual, en especial hacia fin de año, porque desde hace meses “el crecimiento del crédito está siendo superior al aumento de la capacidad prestable de los depósitos, lo que lleva a la banca a bajar sus colocaciones en el sector público (principalmente Lefi y poco de colocaciones en el Tesoro)”, comenta.
Todo tiene que ver con lo que evalúa como el cambio más importante de los bancos en su tarea de intermediación: “Su decisión de acelerar el crédito a partir del segundo trimestre a ritmos de dos dígitos mensuales”.
Para el economista Pablo Repetto, jefe de análisis de Aurum Valores, el quiebre de dinámica se produjo a finales de abril, momento desde el que es “notorio el crecimiento del crédito al sector privado abastecido con desarme de posiciones de títulos”.
“En ese período, el crédito al sector privado, que había caído debajo del 4% del PBI, pasó al 6,5% del PBI actualmente, porcentaje similar al que había a finales de 2022. Si bien todavía está lejos del 12% que hubo a mediados de 2018, va en dirección correcta”, explica. “Todavía cuando se mide el porcentaje de exposición al sector público en el total del crédito del sistema financiero vemos que el 60% va al sector público consolidado y solo el 40% al sector privado. Hay mucho camino por recorrer aún”, insiste
El analista está convencido de que la forma de abastecer ese aumento de la demanda de crédito hará que no solo veamos en adelante mayor desarme de posiciones de Lefi, “sino también en el financiamiento al Tesoro”, una consecuencia sobre la que había advertido también el equipo económico en la última reunión transmitida por streaming para tratar de “evangelizar” al mercado.
En esa transmisión, realizada hace dos semanas en la previa de la más importante licitación de deuda en pesos que hasta allí enfrentaba el Gobierno, el equipo económico dejó saber que apreciaban que la sólida recuperación que exhibe la demanda de crédito privado les estaba abriendo a los bancos la posibilidad de comenzar a descargar parte de la cartera que tomaron de exposición al sector público (al punto de que están vigentes desde hace tiempo excepciones regulatorias para que los computen de otro modo). Para el Tesoro, a su vez, es la chance de ir reduciendo deuda.
“Mientras sus depósitos crecen al 4%, sus préstamos lo hacen al 12% en términos reales, lo que genera un desbalance mensual entre fondeo y crédito de $4 a $5 billones. Frente a esto, los bancos tienen dos opciones: aumentar las tasas de plazos fijos o dejar de renovar Letras del Tesoro”, explicó el asesor Federico Furiase, y desde hace unos meses director del BCRA, para dejar en claro por qué imaginaban que los bancos podrían verse tentados a no renovar de aquí en adelante la totalidad de sus tenencias actuales.
Es lo que llevó al Gobierno a atraer en la última licitación de deuda en pesos pedidos de compra por sus títulos por apenas $5,76 billones (y tomar apenas $4,78 billones) cuando le vencían $7,1 billones en bonos, precisamente por menor demanda de los bancos que destinaron los pesos cobrados a resuscribir Lefi’s para ganar “accesibilidad” a esos fondos, si la situación lo demanda. “Con emisión 0 y recuperación de la demanda de dinero y crédito se venía devolución de pesos del sector público al privado por remonetización”, explicó tras esa subasta Furiase.
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