El nuevo reto para el dólar es la divergencia de los bancos centrales
La economía global será puesta a prueba este año por la inusual divergencia entre los principales bancos centrales del mundo. Mientras la Reserva Federal de Estados Unidos se dispone a continuar con su campaña de alzas de las tasas de interés a corto plazo, sus contrapartes en Europa y Japón pisan el acelerador de sus políticas de estímulo.
El dólar se ha fortalecido casi 25% en los últimos 18 meses a medida que los inversionistas movieron sus fichas para anticipar el alza de tasas en EE.UU.
El alza de la moneda ya ha sido sindicada como la culpable de reducir las exportaciones y ejercer presiones deflacionarias en la economía estadounidense y podría constituir uno de los principales riesgos para la economía en 2016.
"Será un experimento interesante", vaticina Paul Ashworth, economista jefe para EE.UU. de la consultora Capital Economics. "Depende del extremo al que lleguen todos en direcciones opuestas. No cabe duda de que habrá un nuevo lastre sobre las exportaciones estadounidenses".
El Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra y la Fed habitualmente se han movido en forma coordinada desde el lanzamiento del euro en 1999. El auge de la economía global de fines de los años 90 hizo que las tres entidades elevaran las tasas de interés en 2000. Entre 2001 y 2003, los tres bancos centrales redujeron las tasas tras la explosión de la burbuja tecnológica. Japón subió su tasa de referencia brevemente en 2000 para luego reducirla de regreso a cero en 2001.
El patrón se repitió en los años previos a la crisis financiera. Los bancos centrales aumentaron las tasas en 2006 o 2007 y luego las bajaron bruscamente conforme la magnitud de la recesión se volvía evidente.
El que los bancos centrales se muevan al mismo compás protege a las divisas de sufrir fluctuaciones violentas. Si todos los bancos centrales recortan las tasas, disminuye la presión para que los inversionistas pasen de una moneda a otra. Sin embargo, si EE.UU. ofrece tasas de interés considerablemente más altas que las de Europa, los inversionistas globales tendrían un mayor incentivo para comprar dólares.
La divergencia podría llegar a ser bastante importante. La Fed ha dejado de imprimir dinero y subió su tasa de referencia en un cuarto de punto porcentual en diciembre. El banco central prevé un incremento de las tasas de un punto porcentual en 2016, 2017 y 2018. El BCE, mientras tanto, redujo de -0,2% a -0,3% su tasa de depósitos, lo que implica que las instituciones financieras tienen que pagar por colocar su dinero en la entidad, y prometió continuar su programa de compra de bonos, una política conocida como flexibilización cuantitativa, hasta marzo de 2017.
Si las alzas de tasas ejercen una presión excesiva sobre la economía de EE.UU., la Fed tiene la opción de dejar de lado el aumento de las tasas o revertir el curso. Eso fue lo que hizo el BCE en 2011, cuando elevó las tasas brevemente en momentos en que la Fed estaba inmersa en su programa de flexibilización cuantitativa. El BCE concluyó pronto que la zona euro no tenía la fuerza suficiente para soportar un alza de tasas. Las bolsas europeas se derrumbaron y la crisis de la deuda que azotaba al continente se intensificó. El BCE recortó su tasa de referencia a fines de ese año.
No es inconcebible que el ejemplo se repita en EE.UU., advierte Megan Greene, economista jefe de John Hancock Asset Ma-nagement. "Si su mandato es la estabilidad financiera, tienen la responsabilidad de responder a los grandes movimientos de activos", asevera.
La divergencia también podría producir cambios en Europa y Japón. La otra cara de la apreciación del dólar es el debilitamiento del euro y el yen. Esto podría apuntalar sus economías, ayudar a sus sectores manufactureros y proveer un estímulo más efectivo. "La Fed hará parte del trabajo del Banco de Japón y el BCE", predice Greene.
Los exportadores estadounidenses podrían ser particularmente vulnerables a medida que crece la divergencia en las políticas monetarias de EE.UU. y del resto de las economías avanzadas. La economía estadounidense creó 800.000 empleos en el sector de manufacturas de bienes duraderos entre 2010 y 2014, lo que se debió en parte al aumento de las exportaciones. Tales empleos, sin embargo, han empezado a descender a partir de marzo de 2015.
"Las manufacturas han sido relativamente decepcionantes", señala Chad Moutray, economista jefe de la Asociación Nacional de Fabricantes de EE.UU. "Para que la Fed siga subiendo las tasas, tendrá que observar el progreso en la economía en general y eso, obviamente, incluye las manufacturas".
Un dólar fuerte también tiende a mantener bajos los precios de las materias primas. Eso ayuda a las empresas y los consumidores, que se benefician de los menores precios de las importaciones. No obstante, seguiría perjudicando a la industria petrolera, que fue una fuente de empleo hasta 2014 pero que ahora se está replegando
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