El nuevo desafío de Peña Nieto es que las reformas lleguen a la gente
CIUDAD DE MÉXICO—El presidente Enrique Peña Nieto, en sus primeros 18 meses en el poder, puso fin a años de estancamiento al lograr la aprobación de propuestas ambiciosas que muchos consideraban imposibles, coronadas con la promulgación esta semana de nuevas leyes para abrir el sector energético de México a firmas privadas por primera vez desde 1938.
Sin embargo, ahora enfrenta la tarea igual de dantesca de asegurarse de que esos cambios beneficien a todos los mexicanos y ayuden a elevar los ingresos en un país donde por décadas las promesas presidenciales de prosperidad han resultado huecas.
"Lo más importante es asegurar que los beneficios que hemos señalado, de los que hemos hablado (…) realmente se materialicen, y sean tangibles y visibles para la población (…) en el período más pronto posible", dijo el miércoles en una entrevista con The Wall Street Journal, señalando que esta sería su prioridad para el resto de su mandato de seis años.
En la entrevista, el ex gobernador de 48 años dijo que el período de grandes cambios legislativos en su gobierno había terminado y que su equipo se enfocaría en implementar las reformas y el trabajo más "ordinario" de gobernar. "Esto no significa que hemos terminado, falta mucho por hacer", afirmó.
Más allá de implementar la larga lista de reformas, dijo, quedan tareas pendientes como elevar la productividad agrícola y poner en marcha un programa de infraestructura de US$590.000 millones que incluye nuevos aeropuertos, duplicar la capacidad portuaria y construir líneas de trenes, entre ellas una de alta velocidad entre Ciudad de México y Querétaro.
Las reformas, que incluyen 85 cambios a la Constitución, están dirigidas entre otras cosas a modificar el sistema tributario, mejorar el sistema educativo al exigir que el poderoso sindicato de maestros asuma su responsabilidad y aumentar la competencia en gran parte de la economía dominada por individuos poderosos como Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. Los cambios no han complacido a todos, pero la mayoría de los economistas dice que deberían impulsar la tasa de crecimiento potencial subyacente de la economía a un saludable 4,5% anual.
Abrir el mercado energético de México, en particular, fue un hecho histórico para unos de los países pioneros del nacionalismo petrolero al expulsar a las empresas extranjeras en 1938, una decisión considerada por muchos mexicanos como el momento decisivo del siglo XX para el país. El ex presidente Ernesto Zedillo, quien intentó sin éxito abrir el mercado eléctrico entre 1994 y 2000, dijo hace poco que nunca pensó que viviría para ver el día en que se abriera el sector de hidrocarburos.
Sin embargo, habrá que esperar años hasta que se observe un cambio real. En el sector energético, las primeras licitaciones de compañías privadas para empezar a explorar en busca de crudo y gas no se abrirán hasta principios del próximo año.
Mientras tanto, la economía de México parece estancada. El miércoles, el banco central redujo su pronóstico de crecimiento para este año de 2,8% a 2,4%. El año pasado, la economía creció sólo 1,1%. El débil desempeño ha arrastrado la tasa de aprobación del presidente de 58% hace un año a 49%, según la encuestadora Mitofsky.
En juego está algo más importante que la suerte política de Peña Nieto o la de su Partido Revolucionario Institucional (PRI). Cómo implemente su gobierno los cambios en un país lastrado por la corrupción y un Estado inefectivo podría determinar si la población mexicana quiere continuar el experimento de 30 años con mercados libres o darles su apoyo a populistas que se han alzado con el poder en otros países de América Latina.
En un sondeo reciente del diario Reforma, 34% de los encuestados dijo que la reforma energética era "buena o muy buena", mientras que 40% indicó que era "mala o muy mala". Los partidos de izquierda prometieron llevar a cabo un referendo sobre el tema con miras a las elecciones legislativas del próximo año.
En muchas formas, el presidente enfrenta un desafío similar al que han encarado otros líderes cuyas reformas se demoraron años en sentirse. No obstante, tiene la ventaja de que logró sacar la mayoría de sus iniciativas en los primeros dos años de un término de seis años. "Peña Nieto merece crédito porque tomó decisiones que son a largo plazo. Rendirán frutos prin-cipalmente para su sucesor", dijo Luis de la Calle, ex negociador comercial de México.
Consciente de la necesidad de que los cambios se sientan pronto, el gobierno aceleró esta semana varias partes de la reforma energética, incluyendo la creación de un nuevo operador de interconexión eléctrica independiente de la empresa de energía estatal. También anunció, un mes antes de lo previsto, cuáles campos petroleros serán reservados para el gigante estatal Pemex y cuáles serán abiertos a firmas privadas y extranjeras.
El resultado: empresas privadas pueden competir por al menos un quinto de los yacimientos actuales, y cuatro quintos de las posibles reservas. Pemex también abrirá decenas de proyectos en su cartera a alianzas con otras empresas.
"El reporte que tengo es de gran entusiasmo que esto ha generado, el gran interés que ha habido de parte de varios inversionistas y confío (…) que sin duda esto le va a imprimir a la economía un mayor dinamismo", señaló Peña Nieto.
El presidente también se embarcará en una extensa campaña de relaciones públicas a lo largo del país para convencer a los mexicanos de que las reformas empezarán a rendir frutos en los próximos meses, dijeron asistentes del mandatario.
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