El mundo, entre las medidas contra la inflación y los impactos de esa lucha en la actividad económica
El mundo se debate entre el combate contra la inflación y sus impactos sobre actividad económica. La pospandemia, el abuso de las políticas fiscales expansivas y la invasión de Rusia a Ucrania llevaron la inflación a niveles inéditos en décadas. En pos de combatir el flagelo de la inflación se ajustan tanto las políticas fiscales como las monetarias, y se ve afectada la actividad económica.
Hubo fuerte ajustes fiscales, pero, en general, no se volvió a la situación anterior. La reversión de los oportunamente necesarios paquetes de medidas para la contención sanitaria y social, juntamente con la recuperación del nivel de actividad, redujeron los desequilibrios fiscales récords alcanzados en la emergencia. Sin embargo, en general, no hubo un regreso a la situación anterior.
Los bancos centrales hacen su parte del ajuste. Los responsables de la política monetaria intentan combatir la inflación subiendo tasas de interés, a la vez que intentan reducir la inyección de liquidez realizada oportunamente. El ajuste que se no se dispone con medidas de política económica, lo hace la inflación.
La invasión de Rusia a Ucrania complica la lucha contra la inflación. El encarecimiento de las materias primas, en parte originado por la demanda como cobertura ante un escenario inflacionario global y exacerbada a partir de la invasión rusa, dificulta la lucha contra el alza de precios, especialmente en Europa.
Europa, camino a la recesión. A los problemas en las cadenas productivas que genera la abrupta caída dispuesta en la provisión de gas ruso a Europa, se le suma el impacto en los precios. La combinación de un menor nivel de actividad económica por problemas de suministro energético y el impacto sobre la demanda de la erosión del poder de compra auguran una recesión.
La necesidad de no convalidar las actuales variaciones de precios genera un desafío para el viejo continente. Si bien los actuales niveles de inflación tienen un fuerte componente exógeno, resultado del alza en los costos de la energía, el Banco Central Europeo se ve obligado a dar señales claras de que esos índices de precios no son permanentes, de manera de evitar se renegocien contratos privados (salarios) con esta pauta inflacionaria.
Menor actividad económica, mayor gasto público y suba de tasas son una combinación riesgosa. La inminente recesión en la que está entrando Europa, el mayor nivel de gasto público resultante de subsidiar la energía y la creciente carga de intereses generan preocupación en cuanto a la dinámica fiscal y, por ende, preocupación respecto de la sustentabilidad de la deuda en algunos países, dependiendo las heterogéneas realidades fiscales en los puntos de partida.
El panorama en China no luce más alentador. A contramano del resto del mundo, el gigante asiático comenzó a bajar su tasa de política monetaria, por la desaceleración que sufre la tasa de crecimiento. Preocupa especialmente el rápido debilitamiento del mercado inmobiliario, dada su importancia relativa en la economía china, a la vez que generan incertidumbre los impactos no deseados que pudiera provocar ese sector en el sistema financiero.
El escenario global explica el dólar fuerte. Ante la incertidumbre reinante a nivel mundial, una vez más el dólar es refugio de valor. La demanda global por la moneda estadounidense provoca su apreciación, llegando a niveles no justificables por los diferenciales de tasas de interés. Como contraparte, la depreciación sufrida por la mayoría de los signos monetarios contra el dólar genera presiones adicionales sobre el costo de vida en moneda local.
El contexto internacional no luce como el más favorable para las economías emergentes, en particular para América Latina. La menor tasa de crecimiento mundial –con riesgos ciertos de recesión– que afecta la demanda de materias primas; los mayores niveles de tasas de interés, que elevan el costo de financiamiento dado el creciente atractivo por colocaciones llamadas libres de riesgo, y la persistencia de un dólar fuerte, resultan en un escenario desfavorables para la región.
Los países que durante la fase positiva del ciclo resultaron prudentes se verían menos afectados ante el nuevo escenario por el que atraviesa el mundo.
Por el contrario, los países que no aprovecharon la fuerte recuperación económica para sanear su situación macro enfrentarán desafíos mayores.
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