El mundo duplicará en 2050 la demanda de alimentos
El aumento de la población y la expansión de la clase media representan una oportunidad para la Argentina
SAINT LOUIS (De una enviada especial).- India, China, Estados Unidos, Brasil y la Argentina: si bien no existe aún una denominación que los identifique en conjunto como sí a los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) o PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), éstos son los países donde Monsanto ha decidido invertir, porque cree que allí la agricultura puede hacer frente a la demanda futura de alimentos.
Monsanto es una compañía estadounidense que factura US$ 10.000 millones por año. La Argentina representa 10% de esta facturación, siendo el maíz el principal negocio. En Rojas, provincia de Buenos Aires, tiene la planta de procesamiento de semillas de maíz más grande del mundo y administra un total de 50.000 hectáreas rentadas en todo el país con contratos de largo plazo.
En la Argentina hay 18 millones de hectáreas cultivadas con soja y 4,5 millones con maíz. Para 2020 se espera que las de soja lleguen a 20 millones de hectáreas y las de maíz se dupliquen (la Argentina sería segundo exportador mundial).
SAINT LOUIS, Estados Unidos.- Las temperaturas por encima de los 37° que se repitieron en los últimos días preocupan a Kenneth Hartman, de 49 años, tercera generación de agricultores en su familia que maneja junto con su madre, Johanne, de 73 años, un campo de 1200 hectáreas a 48 kilómetros de esta ciudad. El intenso calor bajará su productividad.
Así como lo es para la rentabilidad de Hartman, la productividad es la cuestión esencial para enfrentar la creciente demanda mundial de alimentos y evitar una crisis. El rol de la biotecnología para incrementarla de forma sustentable es lo que se trató en unas jornadas organizadas en las oficinas centrales de Monsanto. La Argentina, distinguida por ser una de las tres extensiones más amplias de suelos fértiles disponibles y por poseer aún potencial para producir más en cada hectárea sembrada, puede ser un actor principal.
El profesor de política agropecuaria de la Universidad de Illinois Bob Thompson, que hizo una revisión sobre el futuro de los alimentos, dijo: "El rol de América del Sur y de la Argentina es muy importante porque tienen más potencial de productividad que otras regiones, tienen los mejores suelos del mundo y el mundo los necesita. En los próximos 40 años se va a incorporar una población equivalente a dos veces China para alimentar. A lo que se suman las perspectivas de reducción mundial de la pobreza y el incremento de gente con mejores ingresos que accederá a una dieta balanceada".
Se calcula que en la primera mitad de este siglo la demanda mundial de alimentos podría duplicarse, según distintos disertantes. La mitad de este crecimiento estará vinculada al crecimiento de la población mundial, mientras que la otra mitad responde al incremento de los ingresos de cada vez más personas en los países de bajos recursos.
La población mundial crecerá 38% para 2050 y pasará de 6987 millones de personas a 9587 millones, de acuerdo con Population Reference Bureau. Las mayores proyecciones de crecimiento por región se encuentran en Africa subsahariana (134%). En América latina y el Caribe se espera que pase de 596 millones de personas a 745 millones, 25% más. En el top cinco de países con más población están China, India, Estados Unidos, Indonesia y Brasil. Para 2050, este ranking será liderado por India, que superará a China. Luego se espera que estén Nigeria, Estados Unidos y Paquistán.
El número de personas con ingresos mayores a los US$ 16.000 anuales pasará de 352 millones de personas en 2000 a 2100 millones para 2030, según el Banco Mundial. Unos 1400 millones de personas viven con menos de US$ 1,25 por día y casi 40% de la población mundial vive con menos de 2. Son aquellas personas que lograrán ingresos por encima de los 2 diarios las que incorporarán más fruta, carne y vegetales en su dieta, lo que causará un rápido efecto en la demanda de las commodities .
El sol inclemente aplaca en el mediodía estadounidense. Hartman muestra orgulloso su propiedad y cuenta que este año tuvo un incremento de costos, a lo que se suman algunas deudas pendientes por la maquinaria que compró. Tractores, sembradoras, cosechadoras y silos de dimensiones exorbitantes son parte del paisaje de este campo. Prudente, el agricultor advierte que fue un negocio rentable si se analizan los últimos diez años, aunque admite que hubo algunos años malos para sus ganancias. Sus decisiones y los rendimientos de sus cultivos, así como los de los productores en la pampa argentina, son los que contarán en la carrera para que la demanda de alimentos no supere la producción.
El economista de la Universidad de Illinois advierte en su presentación que "el único futuro sustentable es duplicar la productividad en las zonas que todavía tienen potencial". Si bien las tierras cultivables se pueden incrementar hasta 12%, también hay que tener en cuenta la pérdida de los suelos por erosión, degradación y urbanización, entre otros fenómenos. Y destaca que suelos de alta calidad en grandes superficies sólo se pueden encontrar en Estados Unidos, Ucrania y la Argentina, que aún tiene posibilidades de aumentar su productividad.
El vicepresidente ejecutivo de sustentabilidad de Monsanto, Jerry Steiner, señala que la biotecnología será una parte importante de la solución, al abrir nuevas fronteras para mejorar el contenido nutricional de los granos, aumentar su tolerancia a la sequía o altas temperaturas y reducir el uso de pesticidas. Esta realidad plantea un contexto favorable para la Argentina, que por tener similares condiciones agroecológicas a Estados Unidos, pero en el hemisferio sur, puede nutrirse de las nuevas tecnologías e investigaciones de forma más rápida que Brasil.
A nivel científico los diferentes rendimientos dependen de factores como el potencial genético de las semillas que se cultivan, las condiciones climáticas, la calidad y suplementación de los suelos, y las pérdidas de potencial por enfermedades, plagas y maleza. Desde una perspectiva política y económica, los rendimientos también se explican por existencia desarrollos de insumos para que los agricultores incorporen tecnología, la habilidad para incorporarla, un clima favorable para la inversión, ingresos remunerativos y precios atractivos, y una política del estado en infraestructura transporte y comunicación.
Pablo Vaquero, vicepresidente de Monsanto en la Argentina, explica que si bien la Argentina está considerada como un país en desarrollo a nivel internacional, está sumamente tecnificada en agricultura y sus productores son quienes más rápidos adoptan la tecnología, lo que los hace mantener la competitividad más allá de los vaivenes de política interna y del mercado. No obstante, llama la atención sobre la necesidad de que el Estado atienda el déficit de infraestructura de transporte que condicionara el rol de la Argentina como productor mundial de alimentos. En coincidencia, Jesús Madrazo, responsable regional de Monsanto, destaca a los agricultores argentinos por ser "muy emprendedores y empresarios" y estar siempre al tato de las nuevas tecnologías.
Desde el siglo IXX, muchos profetas han seguido al economista Thomas Malthus en su creencia de que la producción de alimentos no alcanzará a satisfacer la demanda. Los avances de la ciencia y la tecnología hasta ahora han logrado que hasta el momento no se cumpla. Una vez más, para 2050 se plantea la imperiosa necesidad de aumentar la producción en un contexto caracterizado por la posibilidad de incorporar solo un poco más de tierra a la disponible ahora, la menor disponibilidad de agua para riego, los efectos del cambio climático y teniendo en cuenta que la creciente demanda de granos para biocombustibles.
El vicepresidente ejecutivo de sustentabilidad y relaciones corporativas, Jerry Steiner, señala que la biotecnología va a ser una parte importante de la solución al abrir nuevas fronteras para mejorar el contenido nutricional de los granos, aumentar su tolerancia a la sequía o altas temperaturas y reducir el uso de pesticidas. Esta realidad plantea un contexto todavía más favorable para la Argentina, que por tener similares condiciones agroecológicas a Estados Unidos, pero en el hemisferio sur, se puede nutrir de las nuevas tecnologías e investigaciones de forma más rápida que por ejemplo Brasil, que necesita desarrollos propios.
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