La ecuación oculta para evitar el estallido en una economía embravecida
El Gobierno muestra algunas de las cartas económicas para 2023
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El ejecutivo de la firma de alimentos controlaba que su hija pequeña no hiciera locuras mientras caminaba por la plaza contando sus penurias. “Siempre mantuvimos un bajo perfil. Fuera del radar para evitar problemas”, dijo. “Ahora dudamos sobre qué hacer. No sabemos si nos van a dar alguna SIRA (permisos de importación) si no entramos”, agregó. El ingreso es a los acuerdos de precios que, cada vez más a menudo, propone la Secretaría de Comercio.
El Gobierno ajustó su intervención sobre la ecuación económica más básica. Nunca antes, cantidad y precio dependieron tan directamente de un llamado a un funcionario. El que suele atender el teléfono es Germán Cervantes, amigo histórico de Diego Bossio (estuvo con él 16 años) que trabaja para Matías Tombolini. Todas las mañanas, Tombolini reúne a su equipo y hace tres reuniones en una mesa grande: una administrativa, una sobre acuerdos de precios y otras sobre importaciones.
Hay un caso sintomático para entender el proceso. La semana pasada, la Cámara Argentina de Productos Químicos envió una carta al Gobierno por los problemas que tienen sus empresas para acceder a insumos importados para la producción nacional. Estaba complicando la fabricación de gaseosas, medicamentos y champús, entre otras cosas. ¿Qué hizo Comercio? Pese a que ya tiene a Dow y a Alpek en un acuerdo de insumos difundidos, prepara otro para los plásticos. Firmar es la garantía de acceso a permisos de importación. Chacinados y construcción podrían ser los próximos rubros. Jugador que no cumple el contrato, que ahora se extenderá hasta fines de año, recibe escrache, multas, clausuras y la prohibición de importar. La cadena Día fue el caso ejemplificador en estos días. Sergio Massa los exhibió en su cuenta de Twitter. “Vamos a intensificar los controles sorpresivos”, prometieron en la Secretaría de Comercio.
Quienes no importan se corren. En la Secretaría de Comercio están seguros de que muchos almacenes esquivan los Precios Justos -ahora presentes en los mayoristas- para saltearse las inspecciones de los intendentes, que se llevan un porcentaje de las multas. No importa tanto la infracción; prefieren manejar libremente los que pasa en sus góndolas.
“Todas [las empresas] estamos teniendo dificultades, hemos tenido varias paradas de planta. Estamos en situación crítica”, dijo en Radio Mitre Sergio Doldán, presidente de la Cámara Argentina de Industrias de Refrigeración y Aire Acondicionado (Cairaa) y director de la empresa Autosal (Kohinoor y Columbia). Son, entre otras cosas, productores de heladeras. Hablan, irónicamente, en un momento en el que comienza a enfriarse la economía, tal como pronosticaron el Banco Mundial y el World Economic Forum. Doldán contó que no les autorizan las SIRA porque no hay dólares. Explicó además que cuando esporádicamente autorizan una, el plazo de pago es de 180 días, así que debe convencer a sus proveedores de pagarles en seis meses –siempre que lo autorice el Banco Central-, pero además debe calcular el valor del dólar futuro e incluirlo en sus costos. En el sector, otros tomaron la decisión de acercarse a los acuerdos de precios del Gobierno para acelerar esos plazos y poder trabajar. Los que esperan afuera temen el impacto de las distorsiones de precios intrasectoriales.
Si no tienen dólares propios, Cervantes ofrece una letra del Tesoro dollar link, que se incluye para quienes entran en acuerdos y que ayuda al Tesoro en su recaudación de pesos. A su vez, se usa para acceder a cartas de crédito a través del Banco Nación. Así se saltean las reservas del Banco Central, pero crece la deuda en dólares de las empresas. El pasivo de las empresas ya es de US$7300 millones, según publicó LA NACION, semanas atrás. Otra bola bajo la alfombra.
Una ecuación “más sofisticada” atrás
En el Ministerio de Economía se ofuscan cuando se menciona que el remedio oficial es sólo esta metodología artesanal. Hay otra ecuación, confían, detrás de los problemas de mostrador, que pone el foco en el “orden fiscal y la acumulación de reservas”. Esa ecuación, dicen, es una tasa de interés positiva levemente por encima de la tasa de devaluación y de la variación de los precios. Además, que haya una mejora salarial que no pinche el consumo. La apuesta es que –pese a la desaceleración económica en proceso- programas de financiamiento oficiales sirvan de resorte anticíclico para mantener tibia a la actividad y además ayuden a recomponer la demanda de pesos, una clave para ir absorbiendo la enorme bola de leliqs en tiempos de depósitos en pesos récord, pero con bancos y depositantes desincentivados a tomar crédito.
“Para llegar al crecimiento sin inflación, el énfasis debemos ponerlo en la creación de incentivos correctos. Dejando de lado los incorrectos”, dijo el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, en su cuenta de Twitter. “Una macro equilibrada, se logrará cuando al menos hayamos conseguido dos objetivos básicos: superávit fiscal primario, y mercado único de cambios (sin brechas)”, agregó el economista hace sólo 48 horas. No está claro el trabajo aún sobre la brecha.
El peso –más que los dólares– es el problema. No por nada, Massa visitó San Pablo semanas atrás para un encuentro con el ministro de Economía brasileño, Fernando Haddad, y el vicepresidente, Geraldo Alckim. Tras el encuentro, sus voceros recalcaron que, entre otras cosas, se habló del proyecto de una moneda única. “Se va a anunciar un camino que, a mediano o largo plazo [lleve a la creación] de una moneda común”, dijo el embajador Daniel Scioli semanas atrás.
La semana pasada, en medio de las dudas que generaba su designación en el mercado y, sobre todo, los planes de asociarse monetariamente a la Argentina, Haddad aclaró: “No hay moneda única, no hay tal propuesta”. Con cierta maldad, en Economía explicaron al ministro de Economía de Brasil: “Le pegó un bife a Scioli por hablar de más”.
En una entrevista con Perfil, Massa se explayó: “Necesitamos apalancarnos en una moneda común, no única, cada uno con su moneda, pero un paraguas de comercio en moneda común. Esa es la idea que empezamos a trabajar, que además charló Alberto con Lula hace algunos días en la asunción. Un poco la idea es consolidarla como un proyecto para toda la región”. En mayo 2022, en plena campaña, Lula había dicho: “No podemos depender del dólar”. El actual presidente tomaba la idea de Gabriel Galípolo, ex presidente del Banco Fator. Haddad la apoyaba. “Vamos a reestablecer nuestra relación con América latina. Y si Dios quiere, crearemos una moneda única en América latina”, dijo Lula entonces.
La idea de SUR, moneda digital latinoamericana, emitida por un Banco Central Sudamericano (con una capitalización inicial realizada por los países miembro en proporción a sus participaciones en el comercio regional) para flujos comerciales y financieros, parece haberse enfriado cuando Haddad se sentó en el Ministerio de Hacienda. Brasil tiene otros problemas.
En la Argentina, ahora haban de pasos de bebé. Primero se avanzará -cuentan- en una cuenta corriente para comercio exterior. La idea es generar una cuenta compensadora que evite usar reservas de libre disponibilidad del Banco Central. Luego, con más tiempo, se empezaría a pensar en una moneda común transable que no implicaría el abandono de las monedas individuales. Los ejecutivos brasileños que preparan la visita de Lula a la Argentina confirman esta versión. “Ante la falta de dólares [de la Argentina], la idea es poder usar la moneda local en el comercio exterior”, dijeron desde Brasil. El débil peso sobrevive. Lejos está el país de ser parte de un bloque con moneda dura.
Problemas de reglas
Los problemas de pesos y dólares, más ligados a la macroeconomía, conviven además con los inconvenientes regulatorios y sindicales de la micro. En las últimas horas, la Federación Industrial de Santa Fe le envió una carta al gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, pidiendo una “intervención urgente” en el Puerto de Rosario. Los barcos amarrados allí siguen sin poder bajar sus containers con insumos y ya piensan en navegar a Zárate. El problema ya no es el SUPA sino los partidos de izquierda. La situación, como la falta de SIRA, afecta directamente a varios sectores de la industria nacional.
Mientras, el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, acaba de generar un revuelo institucional que se extiende a nivel país. La Argentina es el segundo jugador en litio en el mundo. Quintela resolvió suspender por 120 días los permisos otorgados de exploración y concesiones a empresas privadas relacionadas con el litio y los declaró de interés público y recursos estratégicos. Pese a que los proyectos en esa provincia estaban pañales, lo preocupante es la señal para las iniciativas que sí están avanzando en otras provincias del norte. Una minucia reglamentaria para un hombre que hace sólo días dijo públicamente: “No le voy a hacer caso a la Corte ni acatar un fallo de ellos”. El litio es una apuesta de Massa.
Como Quintela, el Frente de Todos tiene experiencia en frenar grandes inversiones. El mayor desembolso anunciado en la gestión de Alberto Fernández fue el de la australiana Fortescue. Los US$8400 millones prometidos en 2021 siguen a la espera de reglas de juego que nunca llegaron. La empresa busca que se le garantice que el costo del hidrógeno sea competitivo frente a otros países (precio), acceso al financiamiento a nivel internacional, régimen impositivo favorable, estabilidad financiera y fiscal, convivencia entre la Ley de Fomento de Hidrógeno y Zonas Francas, y la expansión del sistema eléctrico nacional. Son cuestiones que faltarían en el texto final que Massa querría llevar a extraordinarias.
En medio de esta marejada macro y microeconómica en un año electoral, el ministro de Economía apuesta a un buen dato de inflación en diciembre para delinear el inicio de su campaña. Esto más allá que la suba de precios será la más alta en más de 30 años y duplicará la “tierra arrasada” descripta por el kirchnerismo en 2019. Anticipándose a Juan Schiaretti, que lanzó su candidatura por una Argentina sin grieta en las últimas horas, Massa ya habría dado un guiño a la política en su última visita a Córdoba para anunciar fondos para tamberos. Cuentan que el tigrense, en uno de sus discursos de esa tarde, habría recuperado el clásico slogan de Juan Manuel De la Sota. “Gracias Córdoba, corazón productivo del país”, saludó.
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