El ministro griego que irrita a sus pares europeos
BRUSELAS—Funcionarios de la zona euro se tomaron la cabeza cuando Yanis Varoufakis, el nuevo y temperamental ministro de Finanzas de Grecia, les dijo a periodistas una y otra vez tras las elecciones griegas del mes pasado que su gobierno era "insolvente" y estaba "quebrado".
En reuniones de ministros de Finanzas de la zona euro la semana pasada y el lunes por la noche, el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, le advirtió a Varoufakis que ese tipo de declaraciones amenazaban con acelerar la huida de depósitos de los bancos griegos, señalaron funcionarios presentes en las reuniones. "Draghi lo instaba a tener cuidado", dijo un funcionario que estaba presente el lunes. "Una comunicación descuidada no es buena para los bancos".
Las advertencias de Draghi vienen a colación de una serie de incidentes en los que el estilo impetuoso del nuevo gobierno de izquierda en Grecia —y en particular de Varoufakis— ha violado reglas no escritas del decoro en la zona euro. "Es un choque de culturas", aseguró. "Son 18 ministros de finanzas sentados junto a un economista académico peculiar y radical que nunca había integrado un gobierno".
Choques por el estilo, que van de lo sustantivo a lo insignificante, ayudaron a precipitar el colapso de las conversaciones en la reunión de los ministros de Finanzas de la zona euro el lunes por la noche. Ahora, ambas partes enfrentan momentos decisivos respecto al lugar de Grecia en el bloque monetario.
En el mundo de los funcionarios de la zona euro, las relaciones personales tienen peso; los problemas rara vez se ventilan en público y las decisiones se toman con consenso, a menudo guiadas por reglas secretas elaboradas durante los últimos cinco años de crisis. Varoufakis, un economista académico y experto en teoría de juegos, ha puesto a prueba las tradiciones que en los últimos cinco años han ayudado a impedir un desmantelamiento de la zona euro, a pesar de que los países más débiles del bloque sufrieron el colapso de sus economías y un altísimo desempleo.
Pier Carlo Padoan, el ministro de Finanzas italiano, le imploró a Varoufakis en la reunión de la semana pasada que bajara el tono de su retórica. "Este no es un ejercicio del dilema del prisionero", dijo, según un funcionario presente, en referencia a un famoso escenario de la teoría de juegos que explica por qué dos partes racionales podrían optar por no cooperar entre sí.
Varoufakis sobresale entre los ministros de Finanzas de la zona euro. Mientras la mayoría se ha desempeñado anteriormente en puestos gubernamentales o en instituciones financieras internacionales, este es el primer empleo en el gobierno para Varoufakis tras una larga carrera como profesor de Economía en universidades en Australia, Grecia y Estados Unidos.
Pocos ministros de Finanzas usan una óptica marxista para analizar la crisis de la zona euro, como lo hizo Varoufakis en un discurso de 2013 en el sexto Festival Subversivo de Zagreb, titulado: "Confesiones de un marxista errático en medio de una repugnante crisis europea".
El ministro asistió a la reunión del lunes con la camisa afuera de los pantalones, sin corbata y con el cuello levantado en circunstancias que la vestimenta de rigor para la mayoría de los ministros y sus asesores son los trajes oscuros con corbata.
Varoufakis afirmó que sus desacuerdos con el resto de la zona euro son sobre economía, no estilo. "Me están tratando como un bicho raro porque hablo de macroeconomía", dijo en una entrevista. "Me sorprende que tener una discusión cuasi-sofisticada sobre economía sea considerado casi como tener malos modales".
La reunión del lunes por la noche comenzó con incomodidad. Varoufakis llegó 20 minutos tarde, seguido de una cámara de televisión, mientras hablaba Draghi, dijeron funcionarios. Jeroen Dijsselbloem, el ministro de Finanzas holandés que encabeza las reuniones, interrumpió a Draghi y le pidió airado al camarógrafo que se retirara.
Cuando le llegó el turno de intervenir, Varoufakis ofreció un largo discurso que casi no tenía los datos ni las propuestas específicas que necesitan los ministros de Finanzas para tomar decisiones, indicaron funcionarios.
El discurso, en esencia el mismo que dio la semana pasada, fue recibido con "distintos grados de frustración y molestia", sostuvo un funcionario. "Ninguno de mis colegas ha comprendido hasta ahora lo que quiere Grecia", dijo Wolfgang Schäuble, el ministro de Finanzas alemán, el martes. "Ni siquiera está claro si Grecia misma lo sabe".
Antes de la reunión, Dijsselbloem le entregó a Varoufakis un borrador de una declaración para que emitiera el Eurogrupo tras la reunión. Decía que Grecia pediría una prórroga del programa de rescate y cumpliría una cantidad de las condiciones, según funcionarios. Varoufakis dijo que era inaceptable.
Mientras aún se celebraba la reunión —y antes de que la mayoría de los ministros hubiera visto el borrador— asesores vieron tuits de periodistas que describían la declaración y decían que el gobierno griego la había rechazado. De hecho, el gobierno griego lo había distribuido entre los medios antes de que hubiera sido analizada, lo que irritó a algunos ministros. Concluyeron que era imposible avanzar esa noche y cancelaron la reunión.
Paul De Grauwe, profesor de la London School of Economics, aún considera posible un acuerdo con los acreedores internacionales de Grecia, en el cual el gobierno prometa nuevas "reformas estructurales" —como incrementar la lucha contra la corrupción— a cambio de una flexibilización de la austeridad.
"Tienen un buen argumento. Es claro que los programas de austeridad han sido un fracaso terrible", sostuvo De Grauwe. "Pero lo están arruinando con este estilo combativo".