El Plan Caputo “no se negocia” y el mercado elige creer
Las cotizaciones libres bajaron con fuerza en la última quincena y el Gobierno comienza a mostrar que las promesas de motosierra y licuadora avanzan pese a las dificultades
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Cuentan que cuando al ministro de Economía, Luis Caputo, le preguntan cómo hizo para reemplazar el paquete fiscal de la “ley ómnibus” y seguir adelante con el objetivo de equilibrio financiero a fin de año, ofrece una fórmula de tres variables sin inmutarse: la actualización del gravamen a los combustibles, la mayor recaudación –por inflación y más Impuesto PAÍS para acceder al dólar- y el ajuste a “la casta”.
Ese torniquete a “la casta”, una de las banderas de Javier Milei en campaña y gestión, se sintetiza hoy para Caputo en una frase: “Las transferencias discrecionales a las provincias las bajamos casi a cero”. Es un ropaje un poco más elegante que el que eligió el Presidente cuando en una reunión de gabinete supuestamente dijo sobre los gobernadores: “Los voy a dejar sin plata, los voy a fundir a todos”.
El sablazo ya tuvo consecuencias palpables. Córdoba aumentó el boleto de colectivos sin las transferencias de la Nación. Buenos Aires subió casi 300% el impuesto inmobiliario urbano –pese al tope del 200% de la legislatura- con una picardía: eliminando un beneficio que regía hasta 2023. Cerca de Axel Kicillof cuentan que la provincia no recibió fondos por Aportes del Tesoro Nacional (ATN), pero tampoco financiamiento de programas y políticas que, argumentan, les corresponden por ley o convenios firmados con Nación. Estos dos últimos puntos representan –dicen allí- 20% del presupuesto de la provincia de Buenos Aires.
“A las provincias solo se le va a transferir la coparticipación y cuestiones que estén por ley, como los fondos fiduciarios que así se crearon por ley. El resto fuera”, contaron desde Casa Rosada. También se pisó toda la obra pública: eso ya se nota en el mundo de la construcción. La tensión seguirá creciendo.
¿El mercado comienza a creer que Milei y Caputo van en serio con el ajuste? Tres números conocidos el viernes comienzan a encarnar lo que desde siempre fueron promesas de motosierra nunca cumplidas.
El primero: en un posteo en la red X (ex Twitter), el ministro de Economía anticipó bien entrada la noche que en enero se logró un resultado financiero positivo por primera vez desde agosto de 2012. Fue de $518.408 millones, informó la Secretaría de Hacienda. Se espera que Carlos Guberman pueda entregar el mismo resultado para este mes. “El déficit cero no se negocia”, cerró Caputo.
En Enero el Sector Público Nacional registró un superávit financiero de $518.408 millones
— totocaputo (@LuisCaputoAR) February 16, 2024
El superávit primario (antes de intereses de deuda) fue de
$ 2.010.746 millones y el pago de intereses fue de $ 1.492.338 millones.
El déficit cero no se negocia @JMilei 🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷🇦🇷
El segundo: el mismo día, la secretaría de Finanzas se adjudicó $4,9 billones en una licitación para vencimientos por $1,9 billones a tasas reales de -3,5%. Sin necesidades de “financiamiento neto” para solventar el rojo fiscal (ver párrafo anterior) se usará el sobrante para recomprar el bono AL35 en cartera del Banco Central (BCRA). Será por 30% de la base monetaria. De esta manera, el Gobierno sanea de deuda la entidad monetaria (bajando la deuda en dólares), elimina más pesos circulantes en el mercado, y ofrece una nueva señal al mercado que reafirma que el déficit cero es el rumbo elegido.
El tercero: la entidad que conduce Santiago Bausili compró US$275 millones ayer y las reservas ya están en su mayor nivel en cuatro meses. Su gestión lleva adquiridos US$7595 millones. Las reservas netas de -US$12.000 millones que dejó Alberto Fernández siguen siendo negativas, pero ahora en US$5000 millones. El desafío ahora es sostener las compras cuando arranque la cosecha gruesa. Ya el staff report del Fondo dijo que el blend 20/80 (un dólar más alto porque se liquida el menor porcentaje al CCL y el mayor, al oficial) para los exportadores expiraría a mitad de año. Algunos creen que nacerá otro blend, más conveniente para el campo y las cerealeras, para poder atesorar más dólares. Milei asegura así públicamente que a fin de año levantará el cepo. Caputo y el Fondo son más cautos: no ponen fechas sino condiciones que deben cumplirse: llegar a un nuevo equilibro sano entre pesos y dólares.
¿El mercado empieza a creer? El termómetro parece decir que sí. Los dólares libres bajan: el blue se pinchó $100 en febrero; el MEP, $107; y el contado con liquidación, $136. En el equipo económico ironizan: “Hay más vendedores que compradores”. Aseguran que los dólares estaban altos para esta economía y un “setup estable”; recomiendan mirar el desplome del mercado de futuros a marzo y hacen la siguiente pregunta al aire: “Si el país parece un poco más normal, ¿el salario en dólares debiera subir o bajar?”.
Los analistas privados afirman que hay una buena cosecha esperada –pese a los daños de la ola de calor y los precios en baja de la soja-, que las empresas y la gente necesitan más pesos (más allá de que en febrero suele bajar la demanda) por los saltos en los precios, que el ajuste fiscal parece estar en camino, que se desacelera la inflación aún en niveles altos, y que creyendo cada vez más que el dólar oficial seguirá clavado, hay carry trade –con tasas implícitas positivas en dólares- de fondos del exterior. Además, el Bopreal, que absorbió más de US$5000 millones en pesos, suma para que se extienda la calma.
¿Veranito?
La pregunta se repite hace semanas. ¿Es esto un “veranito” a la espera que el Banco Central (BCRA) deba acelerar el crawl de 2% frente a un atraso cambiario o es el comienzo de una estabilización de más largo plazo gracias al cepo, la licuadora y la motosierra? Un economista que apostaba a la primera opción hace semanas ahora mira con amor la segunda y se entusiasma con una suba de los precios de los alimentos del 13% en febrero. En Economía creen que la inflación de este mes estará más abajo que el 18% que marca el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM). “El REM está viniendo consistentemente arriba”, dicen.
Otra pregunta da vueltas en el quinto piso del Palacio de Hacienda. ¿Enviará el Gobierno algún proyecto de los que estaban incluidos en el llamado paquete fiscal? La respuesta es no.
Los fondos fiduciarios –por su composición- son hoy el foco, cuentan en la Casa Rosada. Políticamente, además son buenos para encarnar el relato de “la caja oscura de la casta”. No todos se puede eliminar de un plumazo, ya que hay algunos que se crearon por ley. Sin embargo, el Gobierno encontró varios –LA NACION informó ayer de nueve- a tiro de decreto presidencial. Manuel Adorni anunció que cortarán por cerca de 0,5 puntos del PBI (US$2000 millones). Hay más temas vinculados la poco transparente relación entre “la casta” y las empresas privadas que se revisarán: la regulación de algunos contratos importantes, las trabas burocráticas que restringen flujos privado y el financiamiento a la cultura. El escándalo con Lali Espósito tuvo réditos. Fue funcional para mostrar cómo el uso del dinero público sirve para que la política coopte la imagen de los artistas. Es una artimaña que profundizó el kirchnerismo.
Hay un bache, no obstante, en el relato oficial. Se argumenta que los fondos no tienen los mismos controles que los que rigen a los dineros vigilados por la administración pública nacional. Es cierto. Pero vale recordar que el actual gobierno prorrogó el presupuesto 2023. Con eso no sólo licúa partidas presupuestarias, sino que tiene absoluta discrecionalidad con los aumentos de gastos.
La vuelta de Cristina
Con la licuación de salarios y jubilaciones –según el Iaraf, el Gobierno puede ahorrarse US$10.000 millones este año en gasto previsional-, la suba de las tarifas de transporte y luz -los comercios verán alzas este mes de entre 300% y 400%, y los usuarios residenciales de 150% en promedio-, sumado a las internas que existente en el peronismo hicieron reaparecer a Cristina Kirchner durante esta semana.
Como es norma en el cristinismo, reafirmó que el orden de las cuentas y la impresión de billetes no tienen nada que ver con la inflación. El problema es la falta de dólares, la “restricción externa”, pese a que, en 2020, 2021, y 2022 sobraron US$32.000 millones del superávit comercial. Milei, en una entrevista, le contestó lo obvio: el problema es el déficit, la emisión y, después, el cepo. Cuando se gasta más de lo que ingresa y el financiamiento no es sustentable, el argentino huye al dólar para evitar la destrucción de sus ahorros en pesos. La solución encontrada por el kirchnerismo fue siempre atacar la cantidad –con el cepo- pisando artificialmente el precio del dólar (generando atraso). Esa solución destruye la economía: todos disparan a la búsqueda de un bien (el dólar) que está barato y se lo terminan arrebatando al BCRA.
Pero no sólo contestó Milei. Guillermo Hang, fugaz ex secretario de Comercio de Martín Guzmán, publicó el viernes por la noche un documento sobre cómo se escurrieron los dólares del saldo comercial –o sea, una vez computado el “festival de importaciones”-. Señaló que el Frente de Todos optó entre dos posiciones frente a Guzmán y Miguel Pesce (ex presidente del BCRA). Entonces, la comunicación “A” 7106 permitió que las empresas que requerían ir al mercado de cambios para refinanciar sus deudas debían presentar una propuesta de refinanciación del al menor el 60%. “La decisión buscaba limitar el acceso a dólares para los pagos de deuda financiera de las empresas, fijando un piso de refinanciación. En la práctica, el supuesto piso terminó funcionando como un techo y las empresas refinanciaron la menor parte posible de su deuda (60% del capital)”, escribió Hang en un documento de Suramericana Visión.
En definitiva, en tiempos de Cristina Kirchner, las multinacionales se llevaron los dólares baratos a los que no pudieron acceder los argentinos por el cepo impuesto por el propio Gobierno. Los “antipueblo”.
En estas horas, Cristina y el peronismo están en las antípodas de Milei, pero quizás puedan obviar a Caputo y escuchar un consejo que Néstor Kirchner pronunció en un discurso en el Congreso, todavía con la banda presidencial en el pecho. Mientras miraba a los diputados, en el inicio fundacional del kirchnerismo, les dijo: “La sabia regla de no gastar más de lo que entra debe observarse. El equilibrio fiscal debe cuidarse. Eso implica más y mejor recaudación y eficiencia, y cuidado en el gasto. El equilibro en las cuentas públicas, tanto de la Nación como de las provincias, es fundamental. El país no puede continuar cubriendo déficit por la vía del endeudamiento permanente ni puede recurrir a la emisión de moneda sin control haciendo correr riesgos inflacionarios que siempre terminan afectando a los sectores de menos ingresos”.
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