El más occidental de los líderes de China
Xi Jinping es el favorito para reemplazar a Hu Jintao como presidente del país
MUSCATINE, Iowa—En esta pequeña ciudad a orillas del Río Mississippi vivió brevemente el escritor Mark Twain en 1854. Pero los residentes tienen algo más inusual de lo cual presumir: Muscatine jugó un papel menor pero memorable en el ascenso de Xi Jinping, quien en algunos meses podría convertirse en el nuevo líder de China.
Veintisiete años atrás, Xi, por entonces un prometedor funcionario en una región de China, encabezó una delegación ganadera a Iowa. Visitó varias granjas, un Club Rotario y vio un partido de béisbol. Pasó dos noches en la casa de una pareja de Muscatine, durmiendo en medio de los juguetes de Star Trek en el dormitorio de los hijos, que estaban en la universidad. Se cree que fue su primer viaje al exterior.
El 15 de febrero, un día después de visitar por primera vez la Casa Blanca, Xi, actual vicepresidente de China, planea regresar a Muscatine para tomar té con la gente que conoció en 1985. El viaje parece destinado a mostrar lo que lo distingue del actual líder chino, Hu Jintao, con un estilo seguro, amable y una mayor familiaridad con Occidente.
A lo largo de los años, Xi, de 58 años, ha realizado viajes periódicos a Estados Unidos. Su hija asiste a la Universidad de Harvard y Xi ha mantenido contactos regulares con funcionarios y empresarios estadounidenses, entre ellos Henry Paulson, el ex secretario del Tesoro. Cuando el vicepresidente Joe Biden visitó China en agosto pasado, Xi lo acompañó a la provincia occidental de Sichuan y cenó con él en un restaurante.
China se apresta a realizar un cambio político que sólo se hace una vez en una década. En octubre o noviembre, Hu y otros seis de los nueve miembros del Comité Permanente del Comité Político del Partido Comunista (PC) pasarán a retiro. La próxima generación de líderes, encabezada por Xi, se hará cargo en un momento de desaceleración económica y una creciente presión pública para abordar problemas sociales, económicos y ambientales.
La personalidad y relativa popularidad de Xi han suscitado esperanzas en algunos sectores, tanto dentro como fuera de China, de que reanude las reformas que caracterizaron la década de los 90 pero que se detuvieron en los últimos 10 años.
Xi es el miembro más prominente de un grupo conocido en China como los "principitos", los hijos de conocidos líderes revolucionarios. Su padre, Xi Zhongxun, ayudó a llevar a las fuerzas comunistas a la victoria pero fue marginado en 1962. Posteriormente fue rehabilitado y contribuyó a supervisar las reformas económicas antes de su muerte en 2002.
Este trasfondo distingue a Xi del líder al que espera suceder. Hu, cuyo padre administraba una tienda de té, tuvo que trepar en la jerarquía del partido. Una vez en el poder, Hu promovió y se apoyó en gente con similares antecedentes, incluido el actual viceprimer ministro, Li Keqiang, por quien se inclinó para que fuera su sucesor. Xi "es una figura clave entre los principitos, su padre fue muy popular", dice Zheng Yongnian, experto en política china de la Universidad Nacional de Singapur. "Eso lo vuelve más seguro y, a nivel personal, sabe mucho más de Occidente", agrega.
Xi tendrá una mayor familiaridad con Occidente que cualquiera de sus predecesores, incluido Deng Xiaoping, que estudió en Francia en los años 20 y que en 1979 hizo una visita histórica a EE.UU. Hu, al igual que Xi, hizo su primer viaje al extranjero en 1985, pero fue a Corea del Norte y no visitó EE.UU. hasta poco antes de asumir el poder, en 2002.
Paulson, que se reunió con Xi por última vez en diciembre, lo describe como un "líder fuerte y seguro", un buen comunicador con una comprensión de EE.UU. que ha crecido paulatinamente desde su primera visita a Iowa.
Tras reunirse con Xi por tercera vez, el año pasado, Henry Kissinger, el ex secretario de Estado de EE.UU., declaró que "cuando ingresa en una sala, uno se da cuenta de que hay una presencia importante".
A los 15 años, Xi fue uno de los millones de estudiantes chinos enviados a trabajar al campo durante la Revolución Cultural. No regresó a su casa en siete años. Según la prensa estatal, vivió gran parte de ese tiempo en el pueblo de Liangjiahe, donde cavó zanjas y exploró formas de obtener gas metano de los desechos animales.
En una entrevista con una revista estatal en 1996, Xi declaró que durante su juventud había "soportado muchas más dificultades que la mayoría de la gente" debido a sus antecedentes. A otro periodista le dijo que se había visto obligado a denunciar a su propio padre y que él mismo había sido encarcelado tres veces.
Mientras se encontraba en el campo, postuló insistentemente para incorporarse al Partido Comunista, según un ensayo escrito por el propio Xi en 2003. Tras ser rechazado nueves veces a causa de su padre, fue aceptado en 1974. Sus postulaciones a la prestigiosa Universidad de Tsinghua, en Beijing, fueron rechazadas dos veces y recién fue aceptado luego de que su padre consiguiera que fuera enviada una nota a la universidad diciendo que sus problemas políticos no debían interferir en la educación de su hijo.
Cuando Xi obtuvo su licenciatura en química orgánica, en 1979, su padre había sido rehabilitado. Xi consiguió un empleo como secretario personal de un viejo camarada de su padre, Geng Biao, vicepremier y ministro de Defensa. Aquel empleo le daría a Xi fuertes conexiones clave con las fuerzas armadas, algo de lo que tanto Hu como su predecesor, Jiang Zemin, carecían.
Xi se quitó el uniforme en 1982 y tomó un empleo como subjefe del PC del condado de Zhengding, en la provincia de Hebei. Tres años después, Xi encabezó la delegación que visitó Iowa.
Mientras Hu fue seleccionado por el propio Deng como futuro líder 10 años antes de asumir el poder, Xi surgió en forma imprevista en una votación informal realizada en 2007 entre los principales líderes del PC. Cuando Xi asuma los principales puestos de liderazgo, será el primero entre iguales en el comité. Sus tareas principales serán mantener la unidad y forjar consensos entre sus miembros.
Resta por verse si Xi será más enérgico que Hu a la hora de hacer frente a los grupos burocráticos y empresariales que se oponen a las reformas o al ala dura de los generales que han influido en la diplomacia china de los últimos años. Muchos chinos lo consideran una figura más agradable que Hu, gracias en parte a su sonrisa fácil y a su glamorosa esposa, la cantante Peng Liyuan, y una facilidad para llegar al ciudadano común y corriente que muchos atribuyen a sus años en el campo.
Jeremy Page y Mark Peters