El llamativo resurgimiento de la cafetera clásica en la era de las cápsulas
En tiempos de cápsulas y cafeteras robóticas, la moda del café –una tendencia foodie que cobra fuerza desde hace un par de años- implicó un renacer de la tradicional moka express o cafetera italiana que, en la Argentina , se conoce como Volturno, la marca con que se empezó a fabricar en el país en 1967. Aunque tuvo ciclos, sus épocas de gloria fueron a fines de los 60 y al cierre de los 70, cuando llegó a vender entre 8.000 y 10.000 unidades mensuales. Después de casi quebrar en los 90, la empresa se estabilizó y ahora atraviesa una "buena etapa" con unas 3000 unidades al mes.
En 1933 el italiano Alfonso Bialetti creó la "macchinetta" inspirándose –según cuentan- en una lavadora que era como olla grande en la que se calentaba el agua junto con la ropa y el jabón; tenía una pipeta al medio que, al hervir el agua, la hacía subir volcando el jabón sobre las prendas. Ni más ni menos que el mecanismo de la icónica cafetera que, originalmente, tuvo el cuerpo de aluminio y el asa de baquelita.
En febrero de 2016, Renato Bialetti (hijo del inventor) murió en Suiza , sus cenizas llegaron a su pueblo natal del Piemonte italiano en una cafetera con capacidad para 24 tazas. Sus tres hijos cumplieron su voluntad: quería ser bendecido por un cura en su invento. En 1986 había vendido su empresa a Faema, otra fabricante de máquinas de café; después cambió varias veces de mano.
A la Argentina el modelo lo trajo, a inicios de los ’60, el inmigrante italiano Antonio Varriale, quien contactó a Antonio Onoda, un tornero argentino. Se asociaron, sumaron a Aníbal Dall ‘Anese y el 1 de abril de 1967 inscribieron oficialmente a la Fábrica Argentina De Cafeteras Express (FACE SRL). La marca comercial con que las cafeteras salieron a conquistar el mercado es Volturno.
"El producto tuvo sus ciclos, como el país; años de apogeo como a fines de los ’60 y de los ’70 –cuenta a LA NACION Adrián Onoda, hijo de uno de los fundadores-. En los ’90 la crisis nos puso al borde de la quiebra; ya entonces sólo estaba mi papá y se pudo salir adelante. Ahora estamos pasando una etapa muy buena de la mano del resurgimiento de la moda del café".
Es la única fábrica del país y está en Buenos Aires . "Como siempre que surge una tendencia, como la de las cápsulas, aparece otra en dirección opuesta", describe Onoda. La practicidad, simplicidad y rapidez de las cápsulas se enfrentan a la especialidad, al volver a lo manual, a prestar más atención a la materia prima y al tipo de molido de los granos.
Onoda comenta que como la cafetera dura mucho tiempo –en una época en la que pocos productos lo hacen- y es de uso diario, "se crea un vínculo, termina formando parte del ritual cotidiano y eso contribuye a su penetración en el mercado". Suelen tener consultas para arreglar máquinas de 40 años.
El empresario se ríe de los "mitos" que hay en torno a la cafetera, desde las mil formas de hacer "el mejor" expresso (si tapa cerrada, abierta, o sostenida con una cucharita) a la idea de no lavarla: "El proceso es simple, agua abajo y café molido al medio. Es simple, nada cambia la elaboración. Y lavarla hay que lavarla, el café es un alimento, tiene desechos".
"Históricamente tuvimos un público adulto, los que la conocieron por sus padres y muy pocos de menos de 30 años –señala-, pero con este boom del café los jóvenes se interesan y ampliamos nuestro target, hemos logrado una buena penetración en segmentos de menos edad, también con la ayuda de las redes sociales", sostiene.
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