El inversor y los estímulos externos
La esencia del buen inversor o la buena inversora deberá tener en cuenta la construcción de un espíritu crítico que le permita interpretar las opiniones de analistas, medios y amistades
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Algunos expertos del mercado recomiendan aprender Análisis Técnico, mientras que otros aseguran que lo más importante es el Análisis Fundamental. En este mundo, encontrarás también a quien te diga que debés aprender trading de corto plazo y quien te aconseje invertir siempre en el largo plazo. Habrá especialistas que te invitarán a apalancarte para maximizar ganancias y otros te advertirán que solo debés invertir el capital que, en base a tu situación financiera, podés darte el lujo de perder.
Con el tiempo aprendí que, si bien se trata de decisiones muy importantes, ninguna de las mencionadas apunta a la esencia del buen inversor o la buena inversora, a saber: la construcción de un espíritu crítico que permita interpretar las opiniones de analistas, medios y amistades que brindan sus consejos bajo el efecto de estímulos que no podemos desconocer.
Analistas
Del 1 al 10, donde 1 es “nada” y 10 es “todo”, ¿en qué nivel deberíamos dejarnos llevar por sus consejos? Mi respuesta es 1, especialmente cuando vemos a analistas en medios de comunicación brindando recomendaciones puntuales de acciones y haciendo pronósticos cual meteorólogos.
La persona que invierte tiende a creer que el analista conoce algún secreto que el resto ignora y que sus apuestas cuentan con una mayor probabilidad de éxito. Sin embargo, nadie resiste un archivo: cuando se examina el historial de los analistas más mediáticos, se llega fácilmente a la conclusión de que unas veces aciertan y otras no. En el mejor de los casos, anotaciones y pifias se distribuyen en partes iguales.
Por otro lado, en el mundo de las inversiones está muy presente el conflicto de intereses entre asesores disfrazados de analistas e inversores, quienes ignoran que el experto trabaja para determinados sectores o persigue en su trabajo objetivos ajenos.
Es el caso de muchos agentes que, incluso contra sus propios deseos, vienen defendiendo desde hace años los intereses de poderes concentrados como los bancos y recomendando a sus clientes que se mantengan alejados de Bitcoin y las finanzas descentralizadas, pese a que la realidad les da la espalda: Bitcoin fue la mejor inversión de la década y no, como eligen describirla desde esos escritorios, una burbuja creada para beneficiar a narcotraficantes y terroristas.
No obstante, a fuerza de subas, la criptomoneda se hizo cada vez más popular y su narrativa fue cambiando hasta volverse mucho más benigna en la actualidad.
Los criptoactivos y las finanzas descentralizadas se erigieron como un competidor peligroso para el mercado financiero tradicional. Así es como la mayoría de las empresas del sector y muchos de sus empleados asumen posturas de odio o enemistad hacia las propuestas innovadoras, en lugar de adoptar las nuevas tecnologías para transformar sus modelos de negocio.
Lo cierto es que nadie compensará a los inversores por las oportunidades perdidas. Ningún ejecutivo de cuenta ni agente se hará cargo de los malos consejos. En todo caso les dirán a sus clientes que solo les acercaron sus recomendaciones y eran ellos quienes debían tomar las decisiones. Es otra manera de decir que la culpa es del inversor por no haberse animado a pensar con espíritu crítico y por su cuenta.
Medios
¿Cuántos inversores han desarmado sus posiciones a pérdida asustados por las noticias y miradas pesimistas que compraron respecto de la marcha de la economía o de los mercados? ¿Cuántos de ellos luego vieron que la tempestad pasó y que, cuando llegó la calma, el mercado rebotó, aunque con ellos afuera? Millones en el mundo.
Cuando la Bolsa o los criptoactivos sufren bruscas caídas, los medios suelen encontrarse en la urgencia de explicar los motivos, a pesar de que -se sabe- muchas veces estos salen a la luz pasado un tiempo.
Así surgen los títulos que hablan de catástrofe, esos que generan más clics y lecturas que ningún otro.
Sumado a ello, también pueden aparecer los mencionados conflictos de intereses. Un ejemplo es lo que sucede en EE.UU. con Facebook (ahora rebautizado Meta), empresa a la cual los medios suelen criticar con dureza y que se erige, casualmente, como un competidor muy fuerte en el mundo digital.
En este punto, bien vale la pregunta: ¿si Facebook está siempre en problemas y es tan cuestionado, por qué sus acciones no paran de subir desde que realizó la IPO (oferta inicial de acciones) en el año 2012?
¿Tienen el dato? Más de 700% de incremento en dólares.
“Amigos y compañeros de trabajo: ¡Hace un mes compré tokens de Shiva y estoy ganando 200%!”. Esta afirmación escuchada al pasar en una reunión social podría llevar a cualquier invitado a interesarse por la cuestión con el afán de invertir y ganar lo mismo o más. La experiencia me indica que sería lo peor que podríamos hacerles a nuestros ahorros.
Si un inversor sin experiencia se topa con semejante resultado ajeno, puede asumir que el éxito de su amigo o conocido tuvo lugar en el primer y único tiro, cuando lo más probable es que el inversor orgulloso de su acierto omita todas las jugadas donde salió perdiendo, mucho o poco.
Lo mejor que podemos hacer es adoptar el espíritu crítico e interpelarlo con preguntas como las siguientes: “¿Cuál es tu resultado global desde que comenzaste a invertir? ¿Cuándo fue la vez que más perdiste? ¿En qué moneda medís las ganancias?”
Si nuestro interlocutor es honesto, lo más probable es que nos termine confesando que con ese trade victorioso recién empezó a recuperar parte de lo que lleva perdido en algún otro criptoactivo del que no supo salir a tiempo. De esa manera, sabremos que forma parte del 95% de los trades que pierden dinero y no del afortunado 5% que lo gana.
Por lo tanto, ceder al estímulo que -consciente o inconscientemente- busca generar otra persona que está invirtiendo en algo que no conocemos demasiado se puede transformar en un error garrafal para nuestra salud financiera.
Conclusión
Se dice que el mercado de renta variable es maníaco depresivo, puesto que pasa de la euforia a la depresión y viceversa en muy poco tiempo. Esa bipolaridad se mezcla con los conflictos de intereses y deviene en una tormenta perfecta que el inversor difícilmente pueda capear si no está preparado para actuar por su cuenta, analizando quién aconseja algo y por qué.
Si le otorgamos la importancia que merece a nuestro capital, sabremos que debemos realizar un estudio propio antes de efectuar la inversión, blindándolo de los estímulos externos que, con seguridad, iremos recibiendo a posteriori. También, aprender más sobre las FUD, FOMO y fake news, tal como lo hicimos en esta nota de hace un par de años, para que viva en nosotros el inversor inteligente y crítico.