El inversor necesita cuidarse... de sí mismo
La mente puede jugar en contra del objetivo de lograr la mayor rentabilidad posible; cuáles son los factores que influyen
¿Cómo protegerse de uno mismo? El economista Richard Thaler, ganador del último Nobel y acreedor de US$ 1,1 millones, bromeó al decir que gastará su premio "de la forma más irracional posible". Una especie de pequeño autohomenaje: desde 1985, él concientiza al público sobre los caminos ilógicos que recorre una y otra vez el pensamiento humano, atajos sin sentido que no van a buen puerto, pero que resultan extremadamente seductores para la mente en momentos críticos de cansancio, estrés e incertidumbre. Y que llevan a malas elecciones. La premiación convalida el campo de estudio de las finanzas conductuales. El profesor Thaler podrá darse el lujo, esta vez, de tomar las peores decisiones financieras que sus sesgos le permitan.
El médico neurólogo y psiquiatra Enrique de Rosa Alabaster define los sesgos cognitivos de la siguiente manera: "Es comprender algo de una manera torcida. Se recibe la información de tal o cual forma que hace que la realidad se vea de una manera parcial. El ser humano es sólo parcialmente racional y tiene interpretaciones perceptivas y emocionales de las cosas que lo llevan a conclusiones erróneas. Opera sobre la base de identificaciones con fenómenos conocidos y no por deducciones racionales. Todos tenemos mecanismos imperfectos de procesamiento de información, nadie es ajeno. Y los aplicamos en todos los campos, incluso en política. En el terreno bursátil, esto se magnifica porque la percepción, sesgada o no, hace en última instancia a la realidad".
En un mercado global hiperalcista como el actual, con múltiplos de valuación frágiles desde una perspectiva histórica y con la irrupción de fenómenos meteóricos como bitcoin y las criptomonedas, resulta oportuno recordar algunos de los "trucos" que operan activamente sobre la mente de todo inversor, incluso los más experimentados. Se han clasificado cerca de cien sesgos que funcionan en conjunto y definen en buena medida nuestra percepción del mundo. ¿Hay un antídoto? Después de todo, la frase del legendario Benjamin Graham ya lo definió hace tiempo: "El problema más grande del inversor -incluso su peor enemigo- probablemente sea él mismo".
Algunos de los sesgos más estudiados son el exceso de confianza y la ilusión de superioridad: una tendencia general a sobrevalorar las capacidades propias en relación con el resto. O visto al revés: una inhabilidad para reconocer nuestras incompetencias. Un famoso estudio lo sintetiza: nueve de cada diez conductores de vehículos consideran que manejan mejor que el promedio.
En finanzas, el efecto en el inversor -típico en mercados al alza- es sobrestimar conocimientos y subestimar riesgos. "El dulce aroma del éxito rápidamente nubla nuestro juicio", describe un trabajo elaborado por el Credit Suisse. Algunos lo hacen más que otros, y la evidencia empírica de un estudio de Harvard y MIT sobre 35.000 hogares es que los hombres son más propensos a confiarse en exceso, lo que redunda en una mayor actividad de trading a lo largo de los años y mayores gastos por comisiones.
Un sesgo que opera a la inversa es el que se rige por esta ecuación: los inversores temen las pérdidas más de lo que disfrutan las ganancias. "Según experimentos, se cuantifica que el desagrado de una pérdida de $ 100 equivale a la alegría de una ganancia de $ 200. Esto se traduce en que detestamos las pérdidas y realizamos trucos contables en la mente para evitar registrarlas. En finanzas, significa inversores que no limitan sus pérdidas: la aversión (a concretar la pérdida) hace que no se quiera vender cuando el activo está cayendo de precio", dice Miguel Boggiano, economista y profesor de Behavioral Finance en Udesa.
Su colega Martín Tetaz, también especialista en comportamiento, señala un tercer sesgo: el efecto de disponibilidad cognitiva, en el que las compañías más mencionadas en los medios serán las que los inversores recordarán más fácilmente cuando busquen en qué invertir. Se toman decisiones en un marco limitado de atención: no relevamos la oferta completa, sino las alternativas que llegan vía publicidad, medios, amigos o familia.
"Si algo es más disponible porque aparece en los medios pensás que es más probable", dice Tetaz. "Un ejemplo es el ahorrista que ve noticias recurrentes de que cayó la bolsa. Entonces, piensa que es probable que caigan las acciones y se queda en ladrillos, que le parece más seguro. Ahora, resulta perfectamente posible que el valor de las propiedades caiga todavía más, pero no hay un índice inmobiliario que salga todos los días en la tapa del diario. Entonces, cree que el ladrillo es más seguro de lo que en realidad es, porque no tiene disponible una serie tan clara de datos que muestre los precios en tiempo real".
Asociado a la visibilidad de la información está el sesgo de supervivencia: nos concentramos en casos de éxito y no vemos las fatalidades en el camino. Es el caso de bitcoin y criptomonedas, en las que son más seductoras las historias de millonarios ascendentes que las de ahorros demolidos que no llegan a la superficie ni al radar del inversor.
"El gran problema de los sesgos es que uno busca confirmarlos y por eso tienen tanto poder", explica el psiquiatra De Rosa. El mecanismo de confirmación es uno de los sesgos más fuertes sobre el inversor. Una vez que ha adoptado una postura, luego consume información de una manera muy selectiva: busca las opiniones que validen la visión propia de tal o cual empresa, dándoles mucho menos valor a aquellas que dicen lo contrario. A su vez, el sesgo de retrospectiva termina de pulir la mecánica: hace difícil aprender de los errores. Después de un evento inesperado, un cisne negro en los mercados o la explosión de una burbuja que estaba oculta, el inversor promedio lo despachará al cabo de un tiempo con dos palabras: "Era obvio".
Cinco factores a estar atentos
Exceso de confianza
Sesgo: Es la tendencia a sobrevalorar las capacidades propias en relación con el restoAntídoto: Resistir la tentación y no creer que los datos y la intuición propias son mejores que las del resto
Aversión a las pérdidas
Sesgo: El miedo a perder supera el placer de ganar; puede generar permanencias en una inversión por más tiempo que el ideal Antídoto: Apegarse a reglas fijas. Por caso: acción que pierde 15% de su valor, se vende y punto final
Disponibilidad cognitiva
Sesgo: Tomar decisiones sobre la base de información que es de fácil acceso Antídoto: No quedarse con la primera idea; consultar a fuentes neutrales
Confirmación
Sesgo: Tendencia a fundamentar las opiniones con datos selectivos; se lee sólo lo que valida su hipótesisAntídoto: Tener la voluntad de buscar evidencia que vaya en contra de las creencias propias
Justificación retrospectiva
Sesgo: "Siempre supe que iba a pasar" es la explicación para todo Antídoto: Observar los comportamientos del pasado y sacar conclusiones.
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