El insólito auge inmobiliario de Venezuela
Incapaces de sacar su dinero del país, empresas de EE.UU. compran propiedades comerciales
CARACAS, Venezuela—Con un régimen político inestable y antecedentes de confiscar propiedades privadas, Venezuela parecería un destino poco atractivo para que empresas de Estados Unidos compren inmuebles comerciales.
Sin embargo, compañías como el proveedor de televisión satelital DirecTV, la firma de cosméticos Avon Products Inc. y la aseguradora Marsh Inc. han estado adquiriendo edificios de oficinas aquí.
El motivo: una prohibición del gobierno a la salida de dinero del país dejó a las empresas extranjeras sin ninguna vía para repatriar su efectivo. Conforme la creciente inflación y la amenaza de devaluaciones del bolívar crean un riesgo de que se erosione el valor de su efectivo, las compañías se inclinan cada vez más hacia los bienes raíces como un lugar donde ponerlo a salvo.
"El riesgo de perder ganancias obtenidas con esfuerzo ha hecho que las empresas tomen medidas creativas", afirma Rubén González, socio senior en la firma inmobiliaria Binswanger Venezuela. "Los bienes raíces que mantienen su valor son la opción preferida".
Y debido a una peculiar situación propia de economías controladas como la de Venezuela, una disparidad entre las tasas de cambio oficial y real promete elevar el valor de los inmuebles.
Aunque estas adquisiciones ilustran los problemas que enfrentan las empresas extranjeras que son rentables, han impulsado un mini boom inmobiliario en Caracas y otras partes de Venezuela.
Antes de que el izquierdista Hugo Chávez fuera electo presidente, en 1999, y éste comenzara a confiscar propiedades, el país era popular como sede regional de las multinacionales, gracias a su sólida infraestructura, sofisticado sistema judicial y proximidad a EE.UU. Unas 500 firmas estadounidenses tienen operaciones aquí, según el Departamento de Estado de EE.UU. Muchas son reacias a abandonar inversiones que llevaron más de una década, como fábricas, y los negocios siguen siendo saludables en ciertos sectores, como los de electrónicos y de productos para el cuidado personal y del hogar.
Sin embargo, los controles de capital implementados hace una década por el entonces presidente Chávez dejaron a las empresas extranjeras con entre US$8.000 millones y US$12.000 millones en ganancias atrapadas aquí, según estimaciones de economistas y consultores. En tanto, los controles cambiarios restringen el acceso al dólar, por lo que las compañías deben conservar su dinero en bolívares. Ahora que la inflación supera una tasa anual de 40% y los bancos pagan menos de 10% sobre los depósitos, las empresas necesitan formas de mantener el valor de sus ganancias.
Comprar oro es una opción, pero el proceso puede ser complejo y los funcionarios no lo ven con buenos ojos. Los bonos del gobierno venezolano, si bien pagan altos retornos, implican cierto riesgo debido a la incertidumbre política en el país y el creciente déficit fiscal. Los agentes de bienes raíces afirman que comprar propiedades residenciales para alquilar a empleados y otras personas tiene un atractivo limitado porque las leyes favorecen claramente a los inquilinos sobre los propietarios.
Las devaluaciones periódicas de la moneda son el mayor riesgo asociado a mantener grandes sumas de efectivo en Venezuela. La más reciente, en febrero, redujo el valor oficial del bolívar fuerte a 6,3 por dólar, desde 4,3. La depreciación disminuyó el valor de las cuentas de ahorro individuales y corporativas en 30%. Empresas como General Motors Co. y Procter & Gamble Co. tuvieron que hacer rebajas contables de unos US$200 millones cada una.
El presidente socialista Nicolás Maduro, quien fue elegido en abril, ha tomado medidas moderadas para aumentar el acceso a los dólares, para que las compañías puedan pagar partes e insumos importados. Pero hay pocas señales de que el gobierno vaya a flexibilizar los controles de capital de forma más amplia.
Estas trabas han aumentado el atractivo de los bienes raíces comerciales, aunque las empresas siguen corriendo el riesgo de que esos activos sean expropiados por el gobierno más adelante.
"Invertir en activos fijos es la mejor de varias opciones malas", afirma David Rees, economista de Capital Economics en Londres.
Al igual que muchas transacciones en Venezuela, el valor de las operaciones inmobiliarias es calculado a la tasa no oficial. A medida que los dólares se volvieron escasos, el valor se disparó, ya que la tasa de cambio pasó de 20 bolívares a unos 35 bolívares por dólar en el último año. Esto ayudó a impulsar los precios de reventa. Sin embargo, en los libros contables de las compañías, estos inmuebles son valorados según la tasa oficial de 6,3 bolívares por dólar.
The Wall Street Journal