El impuesto a los ingresos netos debe ser universal
Más allá de cuál sea su nombre, la carga fiscal sobre el dinero percibido tiene que que pagarse sin excepciones ni diferenciaciones cuando se supera un determinado monto
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La nomenclatura está jugando una mala pasada para comprender y, por consiguiente, para actuar. El problema es que la denominación precisa es muy larga, y por eso no se usa. El impuesto a los réditos, creado a fines de 1932, en algún momento se transformó en el impuesto a las ganancias, generando petitorios de exención bajo el argumento de que “el salario no es ganancia”. En rigor, debería denominarse impuesto a los ingresos netos; por oposición al gravamen provincial que se cobra sobre los ingresos brutos. ¿Ingresos netos de qué? De los gastos que hay que afrontar para generar los ingresos. ¿Quiénes deben pagar el referido impuesto?
Al respecto consulté al estadounidense David F. Bradford (1939-2005), quien estudió en Harvard, Cambridge (Inglaterra) y Stanford, y enseñó en Princeton. En el gobierno de su país trabajó como subsecretario de Defensa, subsecretario del Tesoro e integrante del Consejo de Asesores Económicos del presidente George Hebert Walker Bush.
Lo entrevisté porque, según Martín Stuart Feldstein, “sus creativas ideas influenciaron significativamente la reforma fiscal que el presidente Ronald Reagan implementó a partir de 1986″; a lo cual Michael Boskin, su amigo de toda la vida, agregó que pensó el sistema tributario con más profundidad y claridad que cualquier otro economista de su generación. Falleció como consecuencia de las quemaduras que le produjo un árbol de Navidad que se incendió en su casa.
–Por favor, clarifique el concepto de impuesto a las ingresos netos.
–Usted, De Pablo, deriva ingresos de lo que la Nación le paga por sus colaboraciones. Ese es el ingreso bruto. A efectos del pago del impuesto “a las ganancias”, la AFIP le permite deducir los gastos en los cuales incurrió para generar esos ingresos. Por ejemplo, usted imprime la nota para corregirla antes de enviarla al diario; corresponde que deduzca lo que gasta en papel, tóner, etcétera, porque no incurriría en esos gastos si no fuera colaborador. Pero difícilmente pueda convencer a la AFIP de que le permita deducir como gasto un banderín del club Vélez Sarsfield, porque se trata de un gusto personal.
–La frontera entre los gastos inducidos por la generación de los ingresos y los puros actos de consumo no siempre es nítida.
–Buen punto. ¿Qué proporción de los gastos de su auto se deben a su actividad profesional y cuál a su vida personal o familiar? Tal como era de esperar, los problemas de interpretación aumentan cuanto mayor es el nivel del ingreso de los contribuyentes. Piense en los problemas impositivos que tuvieron y tienen algunos artistas, deportistas, etcétera.
–Más allá de esta dificultad, que no la subestimo, ¿quiénes deberían tributar el impuesto a los ingresos netos?
–Se trata de un impuesto “universal”, es decir, lo tienen que pagar todos. Las excepciones invitan a una pulseada continua para sumarse a la lista de los exentos.
–¿Todos? Sea preciso, le pido por favor.
–Tiene razón. En rigor, alude a aquellos cuyos ingresos netos superen determinado nivel. Un nivel que en un país inflacionario debería ser ajustado de manera automática, para no vivir a merced de los políticos de turno, quienes siempre quieren aparecer como el padre de la criatura, de lo que debería ser una decisión a lo sumo administrativa. Le digo más: Milton Friedman propuso el impuesto a los réditos negativo, es decir, que aquellas personas cuyos ingresos sean inferiores al referido nivel reciban un complemento de sus ingresos. Lo cual, a través de múltiples programas sociales, y aunque no siempre de manera prolija, está ocurriendo.
–Todos, entonces, se convierte en algunos.
–Efectivamente, pero no en algunos por alguna característica particular, sino exclusivamente por su nivel de ingreso. La excepción es la que, no sé si todavía se la conoce así, corresponde a los ingresos de la denominada “cuarta categoría”, es decir, los generados por el salario en relación de dependencia, en la cual había una deducción adicional. Ejemplo: dos personas generan $100 de ingresos netos, el primero cobra alquileres, el segundo trabaja como portero en un supermercado. Pues bien, el primero paga más impuesto que el segundo.
–El conjunto de contribuyentes queda entonces circunscripto, y con la deducción adicional para los asalariados. Pero queda la cuestión de las alícuotas.
–Muy importante. El impuesto a los ingresos netos es un impuesto progresivo. Eso quiere decir que la alícuota que se paga, como proporción de los referidos ingresos, aumenta con el nivel de estos. Enorme discusión, como todas las referidas al plano impositivo, sobre si el impuesto tiene que ser progresivo o proporcional; en mi opinión, tiene que ser progresivo. Pero en la Argentina de 2024 la cuestión relevante es otra.
–¿Cuál es?
–Que las alícuotas crecientes tienen que diferenciar, pero en serio, los diferentes niveles de ingreso sujeto al impuesto. Me explico: en los últimos años, por combinación de la tasa de inflación y demora en los ajustes, el problema no era tanto que algunas capas de la población tributaban el impuesto a los ingresos netos, sino que con pequeños aumentos en sus ingresos pasaban de no tributar nada a pagar la alícuota máxima. Una verdadera barbaridad. Le digo más, hubo casos en los cuales el tributo no se calculó sobre el excedente de determinado nivel de ingresos, sino sobre el total, llegándose al absurdo de que algunos ingresos superiores, antes de pagar el impuesto, se transformaban en inferiores luego de abonar el tributo.
–Volvamos a la universalidad del impuesto.
–Cada sector, cada región, esgrime conmovedoras razones por las cuales encuentra justificado un tratamiento diferencial. El problema es que resulta muy difícil dirimir esto sobre la base de criterios objetivos, y se presta a múltiples presiones, que incluyen o no sobornos. La promoción sectorial o regional induce la elusión impositiva (que no es lo mismo que la evasión); los mayores salarios argumentan, como George Orwell, que en la granja somos todos iguales, pero los chanchos son más iguales que los demás.
–En la Argentina, el actual impuesto a las ganancias está lleno de estos casos especiales.
–Parte de la herencia. Ignoro las dificultades legales para su remoción, pero desde el punto de vista económico la dirección tiene que ser clara: legislen un impuesto a los ingresos netos, universal, con ajuste automático de las escalas, sobre la base de la tasa de inflación, y alejen la idea de que el toqueteo de bases imponibles, alícuotas, exenciones, etcétera, forma parte de las herramientas de política económica del gobierno de turno. La reforma introducida en 2023 por el entonces ministro de Economía y candidato presidencial, Sergio Massa, debe servir como contraejemplo de lo que hay que hacer.
–Don David, muchas gracias.
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