El gradualismo diluye ambición reformista en las estatales chinas
BEIJING.-Hace dos décadas, los líderes de China decidieron que una combinación de reformas, privatizaciones y despidos era la receta indicada para reactivar la economía y sacudir las industrias estatales que sufrían las consecuencias de su endeudamiento, un exceso de capacidad y la caída de las ganancias. Se estima que unas 20 millones de personas perdieron su empleo a fines de los años 90.
Las mismas patologías vuelven a afligir hoy en día a la economía y se espera que la reestructuración de las empresas del país domine el próximo plan quinquenal en momentos en que la Asamblea Popular Nacional, como se conoce a la sesión legislativa anual, se apresta a comenzar el sábado en Beijing. En esta ocasión, el gobierno está adoptando una estrategia más mesurada para eliminar sus fábricas "zombie" mientras hace frente a una rápida desaceleración del crecimiento que ha desconcertado tanto a las autoridades como a los mercados globales y ha generado temores de agitación social.
El gobierno ha presentado planes para eliminar en los próximos cinco años 1,8 millones de empleos en los sectores siderúrgico y carbonífero. Para paliar el impacto social, inyectará unos 100.000 millones de yuanes (US$15.300 millones) en un fondo para financiar el pago de indemnizaciones, capacitación y reubicación. Los economistas se preguntan si será suficiente. El gobierno busca recortar 150 millones de toneladas de acero para 2020, pero el superávit anual del sector ronda los 400 millones de toneladas, según la Asociación China del Hierro y del Acero.
Un bosquejo de las reformas que se avecinan se puede divisar en el traumatizado cinturón industrial del noreste. En Jixi, una localidad cubierta de polvo de carbón, el dinero del gobierno provincial ayuda a Heilongjiang LongMay Mining Holding Group Co. a reducir su personal. Entre noviembre y enero, unos 20.000 trabajadores de la compañía fueron transferidos a empleos agrícolas, forestales y de recolección de basuras, señala Guo Shenming, un inspector de seguridad en la mina Dongshan de la empresa en Jixi. Los trabajadores reciben 1.800 yuanes (US$275) al mes por tres años de la provincia y luego el nuevo empleador se encargará de pagar los salarios, explica.
"Es el ocaso de la industria del carbón", dice. "Es una buena oportunidad para los trabajadores que se quieren ir". Sin embargo, el repliegue carbonífero y el cierre en 2014 de una acería ha golpeado con fuerza a la ciudad, cuenta Guo, cuya familia administra un restaurante. "Para celebrar el Año Nuevo Lunar, las familias solían comprar 10 o más patas de cerdo, pero este año sólo se llevaron tres o cuatro", señala.
LongMay, que durante su época dorada empleaba a 250.000 personas, tiene hoy menos de 200.000 trabajadores. Pese al ajuste, registró una pérdida de 2.230 millones de yuanes en el primer semestre de 2015, según China Bond Rating Co., que está afiliada al banco central. El gobierno provincial otorgó un préstamo de 3.800 millones de yuanes en noviembre para ayudar a la empresa a pagar su deuda. La oficina de prensa de la compañía estatal no pudo ser contactada para que comentara al respecto.
Si bien China ha prometido cambiar el motor de su crecimiento desde el sector industrial y las exportaciones al consumo y los servicios, también se prevé un aumento del estímulo fiscal y monetario, medidas orientadas a priorizar el crecimiento que probablemente generarán dudas acerca del compromiso de las autoridades con la restricción de la capacidad.
Se espera que la economía promedie una expansión de 6,5% al año hasta 2020, según el gobierno.
Economistas de Nomura Holdings Inc., Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA y Goldman Sachs Group Inc., entre otros, consideran que estas metas son muy optimistas si no van precedidas de una reestructuración temprana y enérgica. Los bancos estiman que en algunas industrias el exceso de capacidad llega a 35%, lo que ha disparado la deuda.
Esta semana, Moody’s Investors Service rebajó la calificación de 25 entidades financieras, 38 compañías estatales y subsidiarias y cambió la perspectiva de la deuda del gobierno de estable a negativa, aludiendo a las preocupaciones en torno a las finanzas y las reformas. Xinhua News Agency, la agencia estatal de noticias, calificó la decisión de Moody’s de miope.
Conforme China exporta su exceso de acero, las acusaciones de dumping se han multiplicado en Europa y Estados Unidos. En 2015, el consumo de acero cayó 5% interanual en China, según Moody’s, mientras que las exportaciones netas de acero crecieron 25,5%. En tanto, el carbón se ha visto afectado por un declive de la demanda y normas medioambientales más estrictas. Los ingresos del sector han bajado 27% y las ganancias netas 90% desde su máximo de 2012, según la consultora Gavekal Dragonomics.
Los esfuerzos del gobierno por reestructurar sus 150.000 compañías estatales marchan más lento que en los años 90 por varias razones. Es más difícil que los trabajadores despedidos del sector industrial encuentren empleo en una economía más especializada. Las nuevas fuentes de demanda y productividad son más limitadas que en 2000, cuando China se disponía a ingresar a la Organización Mundial del Comercio y la economía se industrializaba a toda velocidad trasladando a millones de personas del campo a la ciudad.
Otro problema es la ejecución. China tiene antecedentes de anunciar reformas que posteriormente son diluidas por las autoridades locales, que están más interesadas en aumentar el empleo y en recaudar impuestos. El temor a la agitación social y a la irritación contra el Partido Comunista también juega un papel importante. El año pasado, la cantidad de manifestaciones laborales se duplicó respecto de 2014, según China Labour Bulletin, un grupo cívico de Hong Kong.
En todo caso, China parece contar con mejores herramientas para afrontar despidos masivos que en los años 90. Su red de seguridad social es más extendida y se han implementado mejores protecciones para los desempleados.
En última instancia, la velocidad de las reformas depende de los máximos líderes del país.
Yukon Huang, quien encabezó la oficina del Banco Mundial en China entre 1997 y 2004, atribuye gran parte de la enérgica respuesta en los 90 a la determinación del entonces primer ministro, Zhu Rongji. "No tenía miedo de asumir un riesgo y confiaba en que las fuerzas competitivas arreglarían la situación", señala.
Mientras el presidente Xi Jinping se dispone a presentar su plan quinquenal ante la Asamblea Popular Nacional, después de un año de turbulencias para la economía y los mercados, Huang cree que el mandatario parece menos convencido de los beneficios de las reformas de las compañías estatales. "No está asumiendo riesgos", advierte.
Medidas dolorosas
China atraviesa un complicado repliegue en el que las fábricas realizan despidos, pero cuenta con una economía y una red de seguridad social mucho mayores que la última vez que necesitó hacer reestructuraciones.
Chuin-Wei Yap y Josh Chin contribuyeron a este artículo.