El Gobierno ya arrancó la renegociación con el FMI y calcula cerrar el nuevo acuerdo en mayo
En el Ministerio de Economía creen que pueden tener listo el nuevo programa en dos o tres semanas, y esperan fondos frescos del BID y el Banco Mundial
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WASHINGTON.- Sergio Massa regresó a Buenos Aires con la tranquilidad de que Washington seguirá sosteniendo a la Argentina. El gobierno de Joe Biden, incluida la Secretaría del Tesoro, confían en el Gobierno, está alineado detrás de la nueva negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) forzada por la sequía y la continua fragilidad de la economía. El equipo de Massa trabajará a contrarreloj y busca una resolución ágil de en las próximas semanas –dos o tres, calculan– para terminar de armar el “puente” que permita recorrer un camino minado hasta el 10 de diciembre, una discusión en la que se definirá “qué pone cada uno”. La nueva negociación deja una incógnita en el aire: ¿qué compromiso asumirá el Gobierno a cambio del nuevo respaldo?
“La discusión ya empezó y tenemos que ver qué pone cada uno”, señala una alta fuente del equipo económico, antes de emprender el regreso a la Argentina. “Empieza una etapa en la que está todo sobre la mesa para mirar”, describe.
Aunque en el Gobierno evitan hablar de un reseteo, el equipo de Massa y el staff del Fondo deberán volver a reconstruir el programa sin cambiar su estructura. La negociación se dará en el marco de la quinta revisión del Acuerdo de Facilidades Extendidas (EFF, según sus siglas en inglés) y tendrá el mismo recorrido que las anteriores: primero habrá un acuerdo técnico con el staff del FMI, que luego deberá ser revisado y filtrado por la burocracia del Fondo antes de ser elevado al Directorio Ejecutivo. El acuerdo técnico, calculan en Economía, debería estar listo en mayo; la aprobación del board llegaría en junio.
La renegociación se hará sobre cuatro parámetros: sostener el orden fiscal, fortalecer las reservas con el nuevo acuerdo con el Fondo y el aporte de otros organismos multilaterales, sostener el nivel de actividad, una prioridad para el Gobierno, más todavía en un año electoral, y buscar caminos para apuntalar el saldo comercial entre exportaciones e importaciones.
El brutal impacto de la sequía desintegró todas las variables –aunque ya venían descarriladas–, y tanto el Gobierno como el Fondo quieren que el nuevo acuerdo sirva, al menos, para anclar la economía durante lo que resta del turbulento año electoral. Como ocurrió antes, el plan incluirá seguramente el aporte de fondos frescos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial, cuyo monto final también está por definirse.
“Van todos de la mano”, grafican en Economía.
La nueva directora de Operaciones del Banco Mundial, Anna Bjerde, se reunió con Massa este fin de semana y después tuiteó que se discutieron “apoyo de respuesta de emergencia” por la sequía, y que el organismo es un “socio clave para garantizar un regreso sustentable al crecimiento y la resiliencia de largo plazo”. Massa dijo que hay “proyectos en preparación para mayo y junio por 950 millones de dólares” y que el encuentro había sido “muy positivo”, informó el Ministerio de Economía. El jefe del Palacio de Hacienda también se reunió con el presidente del BID, Ilan Goldfajn, quien conoce a fondo el programa argentino por su trabajo previo en el FMI. En Economía esperan que el BID aporte alrededor de US$1000 millones más en los próximos meses. A eso se suma la operación que el Palacio de Hacienda mantiene en carpeta para emitir deuda en dólares con garantías de los organismos multilaterales para poder acceder a una tasa de interés razonable.
La negociación develará dos incógnitas que van de la mano. La primera es si el Fondo, que ha mostrado una notable flexibilidad y predisposición para acomodarse a las necesidades del país, brindará aun más apoyo, es decir, si adelantará una parte de los desembolsos previstos en el acuerdo o si abrirá otra ventana para aliviar la escasez de dólares. La segunda incógnita, que aparece atada a la primera, es qué compromiso asumirá el Gobierno en la nueva negociación.
Nada es gratis, y menos en Washington. El gobierno de Mauricio Macri tuvo que acelerar el ajuste fiscal a cambio de la ampliación de su programa de 50.000 millones de dólares a 57.000 millones cuando la corrida cambiaria de agosto de 2018 obligó a recalibrar el acuerdo que se había firmado apenas unos meses antes. El programa vigente prevé un déficit fiscal primario equivalente al 1,9% del producto bruto interno (PBI) para este año. ¿Aceptará el Gobierno apretar esa meta en un año electoral? En el equipo de Massa responden con otra pregunta que anticipa uno de los temas que se discutirán: ¿cómo se va a computar la sequía en el cálculo de ese déficit?
El Fondo ha hablado sistemáticamente de “fortalecer” el programa, y ha insistido en que es necesario tener un marco de políticas “más sólidas”, y ya ha sido ampliamente criticado por ser demasiado laxo con el Gobierno. Una mayor flexibilidad por parte del FMI sin un esfuerzo adicional por parte del Gobierno en el prólogo de la campaña electoral podría llegar a dejar al Fondo expuesto a más críticas. La prioridad, sin embargo, es sostener a la Argentina y evitar que la crisis escale aun más.
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